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Datos principales


Desarrollo


A partir del II Milenio, las fuentes de información de las que disponemos son mucho más abundantes, no sólo por la cantidad que aportan las viejas culturas que poseían la escritura desde el milenio anterior, sino sobre todo a causa de su generalizada difusión por las innumerables unidades estatales. Esta realidad hace más compleja la historia próximo oriental, cuyo análisis se va haciendo paralelamente más denso. Para facilitar su comprensión es conveniente establecer una cesura a mitad del milenio, que coincide con la existencia de un hiato informativo en algunas comunidades y la aparición de otras formaciones estatales. En Egipto, el tránsito del III al II Milenio está caracterizado por la reestructuración del poder central que da lugar al surgimiento del Reino Medio, cuya historia se prolonga durante el primer cuarto del II Milenio. En la Baja Mesopotamia, la transición entre los dos milenios está caracterizada por la desaparición del Imperio de Ur III, mientras que en el resto de la llanura será prioritario el movimiento de los amorreos que termina provocando el establecimiento de algunos grupos en el interior de Mesopotamia donde darán forma al llamado Imperio Paleobabilónico. En Anatolia, ese mismo período está marcado por la instalación de indoeuropeos luvitas e hititas, convirtiéndose así en el elemento étnico dominante en torno al que se va a articular la casa real de Hatti, a partir del 1600.

A lo largo de la primera mitad del II Milenio, las culturas más importantes serán, en Mesopotamia, el Antiguo Reino Asirio y el imperio Paleobabilónico, en Anatolia, el reino hitita, mientras que en Egipto discurren el Reino Medio y el Segundo Período Intermedio. Naturalmente, junto a estas grandes potencias conviven pequeñas unidades estatales que desempeñan un importante papel en la producción de bienes económicos y en los juegos de las alianzas políticas, como los reinos amoritas del norte de Siria, los pequeños estados que comienzan a proliferar por Palestina, antiguas ciudades-estado que mantienen su viejo prestigio, como Isín, Larsa o Mari y, al este de Mesopotamia, la renaciente pujanza de Elam hasta el advenimiento de Hammurabi, máximo representante del Antiguo Imperio Babilonio. Éste desaparece en 1595 tras la toma de la capital por el monarca hitita Mursil I y la posterior ocupación de Mesopotamia por una población procedente del Zagros, los casitas, que darán lugar al Imperio Medio Babilonio. Pero antes de su consolidación en el poder tiene lugar una época de gran inestabilidad política que va a caracterizar toda la parte central del milenio y que justifica su partición en dos bloques cronológicos similares. Contemporáneamente, las campañas del propio Mursil I por la parte norte de Siria ponen fin al reino amorreo de Alepo, lo que facilita el incremento de poder de los hurritas, hasta la consolidación del Imperio de Mitanni hacia mediados del siglo XVI. Esta circunstancia, unida a los problemas internos del reino hitita, provoca su decadencia, que alcanzará su momento más significativo cuando a mediados del siglo XV una dinastía hurrita domine en Hatusa, la capital de los hititas.

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