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Desarrollo


El viraje religioso promocionado por Calígula se puede relacionar con una parte de su programa político. Desde César se había aceptado en Occidente la divinización de los emperadores difuntos; Augusto llego a permitir un culto a su persona en vida, pero siempre que se asociase al culto a la diosa Roma y en ámbitos alejados de Italia. En las tradiciones orientales, se aceptaba el carácter divino del monarca. Calígula pretendió presentarse igualmente como divino, comenzando por la propia Roma, lo que chocaba con la mentalidad y tradiciones occidentales así como con la del pueblo judío. Esculturas de Calígula podían encontrarse en el interior de los templos. Para dar más autenticidad a la idea de su carácter divino, se presentaba a veces ataviado con barba dorada, atributo de los dioses, o vestido con atuendos propios de dioses. Así, un poder político de origen divino no podía ser compartido por humanos ni someterse a las críticas de los senadores. La pretendida divinización del emperador vivo era una de las ideas que más repugnaban a la mentalidad occidental: contra ese modelo de rey oriental, se había movilizado todo el Occidente al lado de Augusto antes de la batalla de Accio. Calígula volvió a permitir el culto de Isis en Roma, a la que erigió un templo en el campo de Marte. Este culto no sería suprimido a su muerte y, años más tarde, terminó teniendo una gran difusión por todo el Imperio. En los comportamientos anteriores, se constata la referencia a la monarquía helenística de Egipto, donde era permitido el matrimonio entre hermanos y el carácter divino incluía a los familiares más próximos del rey. El intentar repetir ese modelo explica las noticias sobre la pretensión de que sus hermanas fueran invocadas en las oraciones públicas; la acusación de mantener relaciones incestuosas con su hermana Drusila se explica igualmente desde la incomprensión occidental de la propaganda del modelo político del Egipto helenístico.

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