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Renacimiento4

Desarrollo


En la Italia del siglo XV, además de poderosas ciudades como Milán, Florencia, Venecia, Roma o Nápoles, hubo otros centros, como Ferrara o Urbino, en los que también se puso de manifiesto que aquella sociedad era ante todo una sociedad urbana. Las ciudades fueron un campo de actuación prioritario para los príncipes y, gracias a los instrumentos que la posesión del poder les otorgaba, algunas de ellas resultaron transformadas. Para ello necesitaron una idea de ciudad, unos modelos a los que aproximarse, temas como el de la plaza de trazado regular, asociado siempre a la ciudad moderna del Renacimiento. Esos modelos los proporcionaron los tratadistas. Se ha señalado que las propuestas urbanas de los teóricos del siglo XV no deben ser consideradas como ciudades ideales, pues de ningún modo se encuentran fuera del tiempo y del espacio en que se crearon, sino que son resultado de ese tiempo y ese espacio. Según Franchetti Pardo, lo que las aproximaría a una ciudad ideal sería el que en esas propuestas teóricas hay una voluntad de generalizar, de proponer modelos realizables en muy distintos lugares. En ese sentido, en tanto que modelos pensados para ser aplicados, fueron conocidos por mecenas y artífices y, en muy contados casos, llevados a la práctica. León Battista Alberti fue el primero en tratar el tema de la ciudad incluyendo factores como el estético. Según él, en una ciudad se deben combinar la commoditas, es decir, su carácter funcional, con la voluptas o belleza. Es en su tratado "De re aedificatoria" donde aborda el problema del urbanismo, un tratado que fue dedicado al papa Nicolás V, que intentará en Roma parangonar la grandeza de la Roma antigua con una grandeza presente que había que crear.

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