La idea occidental y el trabajo americano

Compartir


Datos principales


Rango

Barroco18

Desarrollo


Entre los elementos que configuraron el arte hispanoamericano, el precolombino no fue uno de los más importantes; más bien, puede decirse que su influencia fue casi nula por su imposibilidad de adaptarse a las nuevas funciones representativas, políticas y religiosas requeridas por los conquistadores. Desde un primer momento interesó establecer, a través de los programas artísticos, un corte brusco que subrayase una fractura y representase de forma explícita la nueva situación. A lo sumo se hallan ciertas interpolaciones decorativas ya que en lo constructivo apenas si pueden localizarse soluciones precolombinas, como las bóvedas falsas de las posas del convento de Huejotzingo o los listeles paralelos que rematan al exterior estas capillas. Desde un punto de vista constructivo, la presencia de elementos prehispánicos es prácticamente inexistente.La presencia de elementos figurativos inspirados en la flora y la fauna americanas, aunque aparecen en muchos programas decorativos, no tuvo un desarrollo tan intenso como podría esperarse. Algunos elementos de la flora americana se han identificado en la portada de una de las posas del convento de Calpan y en relieves del retablo mayor de San Francisco de Bogotá de hacia 1633. Sin embargo, los retablos y las portadas permanecieron subordinadas al sistema de órdenes. Y lo mismo cabe decir de los motivos decorativos que permanecieron más o menos próximos a las soluciones del arte occidental porque, en realidad, el modelo no era la representación de la naturaleza sino los elementos consagrados por los diferentes sistemas decorativos recogidos en grabados, repertorios, fuentes impresas y en las obras mismas.

Los componentes decorativos americanos, comparados con el imponente volumen de obras realizadas, fue escaso, apareciendo como interpolaciones plegadas a esquemas compositivos renacentistas, manieristas o barrocos.Fue sobre todo en las técnicas de ejecución de ciertas decoraciones esculpidas en relieve en las que se aprecia ya desde mediados del siglo XVI en México -relieve de la capa abierta de Tlalmanalco- una forma de labrar propia que tendrá su máximo exponente en ciertas realizaciones del Barroco. Se trata de "una manera de concebir y realizar el relieve diferente de la española y que revela una sensibilidad artística distinta de la del artista peninsular" (Marco Dorta). Dicha forma de acometer la decoración, ciñéndose a la composición arquitectónica de las portadas, a las que cubre a la manera de un tapiz, se plantea sin las inhibiciones que impone el conocimiento de unas técnicas adecuadas a la decoración naturalista clásica. Esta exuberancia decorativa, tal y como se aprecia, por ejemplo, en la catedral de Zacatecas, plantea un sistema de decoración específicamente americana.Esta decoración, exponente según algunos autores de un arte mestizo, se basa en una técnica a bisel, de relieve planiforme que denota una forma peculiar de crear e interpretar los modelos occidentales. En relación con esta forma de decoración mestiza conviene establecer una precisión. Es evidente que, según nos transmiten las fuentes, en la realización de los diferentes programas artísticos intervino un importante componente español e indígena.

Sin embargo, en el inmenso catálogo de realizaciones es imprescindible no confundir lo que es indigenismo con lo que es mera rusticidad. Pues si, en relación con las técnicas de la decoración europea el indigenismo supone una cierta rusticidad, no toda rusticidad debe ser interpretada forzosamente como expresión indígena. Veamos algún ejemplo. La decoración de la portada del Hospital de Uruapan (México) muestra un tipo de labra que no obedece a un desconocimiento o simple rusticidad, sino a una forma mestiza de entender la decoración; por el contrario algunas portadas como la del convento de Tzintzuntzan muestran, con independencia de quienes fueran los artífices que la labraran, una rusticidad derivada del desconocimiento de la composición arquitectónica y de la técnica del relieve clásico.Sin embargo, los principales conjuntos representativos de este mestizaje no datan de los primeros años de la conquista sino fundamentalmente del siglo XVIII, cuando en algunas tendencias de la decoración barroca se desarrollan unos planteamientos diferenciados y autóctonos. Puede decirse que es entonces cuando tiene lugar una "decoración introvertida y ensimismada" específicamente americana. Desde finales del siglo XVII hasta 1780 se desarrolla una arquitectura que se extiende desde Arequipa al lago Titicaca, con unas formas decorativas diferenciadas del barroco español, que se ha denominado estilo mestizo (Gisbert-Mesa) o barroco andino (Marco Dorta). Esta arquitectura, cuyo primer ejemplo es la iglesia de la Compañía de Arequipa (1698), se caracteriza por su decoración tupida y plana y la presencia de elementos de la flora y fauna americana.

En este sentido, es la forma de realizar la decoración y la forma de aplicarla lo que, como el tapiz de la portada principal de la iglesia de Yanque, caracteriza este fenómeno.Este arte mestizo, que sólo se manifiesta en la decoración y no en los planteamientos estructurales del edificio, deriva de un intento por realizar una decoración de progenie occidental en su mayor parte con unas técnicas y una práctica desvinculada del proceso formal original que la generó siendo interpretada, en cambio, con la espontaneidad de una escritura. El resultado es una decoración diferenciada y autóctona representativa de una cierta libertad o permisividad del comitente, si no de un fenómeno marcado por un cierto criollismo. Esta talla produce un efecto de hibridez como puede verse en la fachada de la iglesia de la Compañía de Arequipa, en la de la parroquia de Yanahuara (1790) o en la de la catedral de Puno. Aunque esta decoración se pliega a lo estructural, como en la decoración de la cúpula de la iglesia de Checacupe, en alguna ocasión adquiere tal protagonismo que se sobreimpresiona a la estructura. Es el caso de la decoración aplicada como una labor de ganchillo que enfunda la portada de San Lorenzo (1724-1744) de Potosí y en la que el ornamento llega a convertir en decoración a los elementos constructivos que la soportan.Con todo, este fenómeno no se produjo en el reducido ámbito de una región, sino que se da en diversos centros americanos. Una decoración plana extendida a la manera de un recubrimiento textil la hallamos en edificios como la fachada de La Merced de Antigua, en Guatemala. Porque, aunque es evidente la existencia de estos componentes autóctonos no lo es menos que no puede hacerse una división irreconciliable entre el arte que responde de forma más directa a soluciones occidentales y el que comporta un mayor acento decorativo de carácter mestizo. Aunque en el arte hispanoamericano se dan las dos categorías es evidente que ambas no son fruto de una contradicción sino que son opciones diferentes de un mismo proceso en el que el occidentalismo de muchas creaciones no es menos americano que el mestizaje de otras.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados