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Datos principales


Rango

Vida cotidiana

Desarrollo


Al igual que la familia europea durante el Antiguo Régimen, la española será una familia de escasos componentes. Los demógrafos consideran que el número de integrantes del hogar o fuego sería cuatro. La estructura familiar era nuclear, teniendo especial desarrollo la filiación que implica la transmisión de la propiedad a los hijos varones como podemos apreciar en los mayorazgos o el "hereu" catalán. La exigencia de la limpieza de sangre, casi una obsesión en el Siglo de Oro, justificará la preocupación por el linaje, multiplicándose los estatutos de limpieza de sangre entre el siglo XV y el XVII. Para ejercer diversos oficios era imprescindible justificar "sangre pura", sin mezcolanza de judíos o moriscos, surgiendo la figura del castellano viejo. Para limpiar de antepasados judíos o moriscos aparecieron una legión de linajistas que fabricaban falsas genealogías en las que demostraban la inexistencia de sangre impura en la familia. La muerte marcará las relaciones familiares al privar de solidez al matrimonio. Al programarse un futuro familiar relativamente corto se condicionará la debilidad del vínculo conyugal y resulta extraño encontrar donaciones intervivos entre los esposos mientras que la vinculación entre hermanos y tíos se refuerza de manera significativa. La soltería será algo extraño en España, limitado casi exclusivamente al clero. La soltería femenina se consideró un trauma debido a la visión machista de la época al considerar que uno de los papeles fundamentales de la mujer era la reproducción. Al contrario, la soltería masculina acabaría idealizándose debido a la dificultad por mantenerla. Tras enviudar, lo habitual era contraer otra vez matrimonio por lo que el miedo a la soledad parece obsesivo en esta sociedad. La frecuencia de la muerte de los cónyuges motivará hasta tres y cuatro matrimonios.

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