Compartir


Datos principales


Rango

mundo-div

Desarrollo


Imperio insular asiático, situado en el Lejano Oriente, en la zona del Pacífico nordoccidental. El océano Pacífico baña las costas orientales de todo el archipiélago, mientras que las occidentales lo son por el mar del Japón y el de la China oriental. La historia del Japón había atravesado en la segunda mitad del siglo XVI una fase de profundas transformaciones que culminaron en 1600-1603 con la ascensión a shogun del daimio Tokugawa Ieyasu. Estas transformaciones rompían con la dinámica tradicional de fragmentación del poder en Japón y su consiguiente anarquía; los grandes daimios unificadores Nobunaga, Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu lograron poner fin a una tendencia disgregadora que parecía inevitable. El período Tokugawa alcanzó gracias a ellos su madurez hacia 1650, y la culminación de un proceso de búsqueda del orden en el interior y defensa frente al exterior. Japón alcanza una gran estabilidad, la Taihee o Gran Paz, que permitió reconstruir un país asolado por una guerra civil y coadyuvó al progreso económico y al esplendor artístico. Si bien es innegable el carácter conservador y el dirigismo del que en casi todas las facetas hizo gala el régimen Tokugawa, su aislamiento se debió a una posición excéntrica del Imperio con respecto a las líneas comerciales extremo asiáticas que desde 1600 interesaban a los pueblos occidentales. A pesar de ello la época Tokugawa fue uno de los períodos más creativos de la historia japonesa.

En efecto, Japón creó por primera vez una fuerte estructura burocrática y legal, una administración eficiente, pautas de control de los elementos disgregadores, un desarrollo económico tan poderoso que sin duda se puede calificar de protoindustrialización y un nivel cultural igual e incluso superior al de la Europa occidental. El predominio de las costumbres feudales se había plasmado en el protagonismo político y económico de la aristocracia militar provinciana: los samurais, quienes tendían a organizarse en grupos vinculados entre sí por pactos personales de armas, por los que el señor exigía lealtad del vasallo y le recompensaba con la entrega de un feudo. Los dominios de estos magnates locales, no obstante, no seguían el modelo de feudalismo europeo, sino que cada uno recaudaba impuestos de los cultivadores y los utilizaba para el pago a sus partidarios. Pero los samurais experimentaron un cambio radical en sus formas de vida y pensamiento, se transformaron en una elite burocrática, bajo cuyo mandato la administración del país fue mejorada, organizada y racionalizada. Se definió una filosofía de gobierno y se creó todo un corpus legislativo, ordenador del Estado y de la sociedad conforme a la premisa de un orden natural que, por primera vez en la historia japonesa, señalaba una decidida tendencia a la universalidad en cuanto a sus principios y aplicabilidad. Todo el proceso estuvo enmarcado por la autoridad del emperador, fuente de poder y figura que aseguraba la armonía del Estado y del shogun o jefe de los gobernadores civiles y militares.

Es decir, hubo una pugna constante entre las tendencias centralistas y las manifestaciones autonómicas locales, que desembocó, a principios del siglo XVII, en el encumbramiento ya señalado de la familia Tokugawa. A partir de ese momento hace su aparición un nuevo tipo de autoridad local: el daimio, que ejerce su poder desde su castillo sobre los distintos feudos, monopolizando las funciones administrativas y políticas del territorio. La concentración de la autoridad en manos del daimio había elevado el nivel de participación del samurai, atraído desde entonces hacia el centro fortificado. El estado general del país evolucionará, a lo largo de esta centuria, hacia una progresiva depauperización, como consecuencia de las contradicciones inherentes a la política de los shogunes y de la fosilización que refleja el conjunto del tejido social. No obstante esto, se produjeron a lo largo del siglo serios intentos encaminados a conseguir la revitalización del país en todos los órdenes. Estos afanes reformistas se observan nítidamente en las políticas de determinados shogunes.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados