Indumentaria, bienes y alhajas de las aristócratas y mujeres cortesanas

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Rango

Edad Moderna

Desarrollo


En el análisis de esa autopercepción de la mujer aristócrata hay que considerar, en primer lugar, el vestido. El traje de la mujer cortesana constaba de varias prendas, como la saya entera, el verdugado interior, el cartón de pecho, la gorguera o el gran cuello de lechuguilla y el copete. Otra prenda de uso cortesano era la saboyana, parecida a la saya, pero sin cola y abierta la falda por delante, la cual se vestía sobre la basquiña. Respecto a las prendas interiores usaban la camisa alta o baja, el manteo, la almilla, el guardainfante, las calzas y las medias. Para salir a la calle las mujeres usaban bien un manto grande y envolvente o bien mantillos, mantellinas o rebociños más pequeños. Para completar el vestuario de una dama habrá que añadir los trajes para usos especiales, tales como el capotillo y el ferreruelo de camino. Otros complementos obligados en el atuendo femenino eran los tocados (tocas, gorras y gorrillas) y los altos calzados (Chapines), que obligaban a aquellas mujeres a andar deslizándose, sin levantar los pies del suelo. Gráfico En cuanto a los bienes y alhajas de las mujeres nobles es posible tener un conocimiento a través del testamento, de los bienes que poseían y del valor que daban a cada uno de ellos. En 1700, el testamento de Doña María Chacón de Padilla y del Rosal, otorgado estando en buen estado de salud, señalaba, en primer lugar, dónde quería ser enterrada. Como buena cristiana, su primera disposición se refería al descanso de su alma, al lugar de su sepultura, acorde a su posición, y a los sufragios por su alma: 'Quiere que su sepultura sea en la Capilla Mayor de la Iglesia del Convento de Madre de Dios, como pariente y descendiente del fundador y patrono de dicha Capilla, que el día de su entierro o el siguiente se le diga una misa de réquiem cantada con su vigilia y responso y después se dé cumplimiento a 1.

000 misas rezadas." En segundo lugar, disponía de aquellos bienes aportados por ella en la dote de matrimonio, que se resumían en 'unas casas en la calle Herrezuelos y diferentes joyas que a continuación relaciona.'Las joyas indican el valor real y el valor subjetivo otorgado por la dama: 'el Rosario de ágata engarzado en oro que tiene (...) y los zarcillos de oro de cinco pendientes de perlas'los cuales deja en herencia a otras dos damas. También dejaba a un sobrino 'unos perendengues (adornos de poco valor) de esmeraldas con racimos de aljófar, para que los tenga vinculados sin poderlos vender ni enajenar.' Finalmente, legaba a don Alejo Pérez de Hoyos, un cuadro de Nuestra Señora de Belén, de mano de Mohedano y otras imagen religiosa que destinaba a un convento: 'entre las alhajas que tiene hay una imagen de la Concepción de Nuestra Señora con su corona de plata sobredorada y una imagen de Jesucristo pintada en tabla con su dosel de terciopelo carmesí, todo lo cual se entregará a doña María de Eslava y Trujillo, religiosa en el Convento de Madre de Dios y a doña Inés de Eslava, su sobrina, que está de pupila en dicho Convento y cuando ambas hayan muerto dichas prendas pasarán a poder del citado Convento.' Por último, el testamento solía recoger los bienes inmuebles, que en este caso 'manda en usufructo a su marido don Francisco de Pedrosa y Cárcamo las casas que tiene en la calle Herresuelos, por los días de su vida.' (89) El mismo esquema seguían otros testamentos como el de doña Francisca Teresa de Trujillo Álvarez y Toledo, viuda, quien lo otorgó estando enferma en cama.

En su testamento dispuso, primeramente, el lugar de su sepultura, 'la Iglesia del Convento de Ntra. Sra. del Carmen calzado en la Capilla de Nuestra Señora de las Angustias,'y los sufragios por su alma: 'dos misas de réquiem cantadas, diez de ánimas y 500 misas rezadas.' En segundo lugar, dispuso que de sus alhajas, se entregara a su hermana religiosa una sortija de oro con 17 esmeraldas. En tercer lugar, señalaba la existencia de un lienzo de San Antonio de Padua, un retrato del Obispo de Córdoba, una imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas de medio cuerpo, en una caja con su vidriera. En cuarto lugar, exponía tener empeñado un bernagal (utensilio de plata o metal, a modo de centro de mesa, para ir pidiendo en una procesión) y otras alhajas para poner en venta cuando se produzca su defunción para el pago de este testamento. Finalmente, destinaba también en su testamento las tierras que poseía, concretamente, 25 aranzadas en el Partido de Cartaojal y otras 25 aranzadas de olivar al Partido de Cartaojal. (90)

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