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SegundaEdadHierro

Desarrollo


La transición de Hallsttat D a La Tène A, en el siglo V a.C., no se presenta como un proceso de ruptura si se analiza en el marco global de la Europa central, sino como un desplazamiento del eje económico más fuerte de Hallsttat D hacia el norte, conformando así las bases de riqueza de los grupos de Hunsrück-Eifel y Aisne-Marne al oeste y Bohemia al este. Es en esta área, que cubre una franja muy amplia entre la Champagne y la Bohemia, donde se continúa y desarrolla la tradición de los centros fortificados y las últimas tumbas principescas, cuando los centros más importantes de Hallsttat D en su área clásica, como Heuneburg, han sido abandonados; sin embargo, el proceso al tratarlo de una forma particularizada se muestra mucho más complejo: en Befort, Luxemburgo, los resultados de la excavación, en opinión de algún autor como Collis, dan más una imagen de granja fortificada que de gran poblado. Diferente es la situación en Bundenbach en el Palatinado, donde parece existir una aglomeración significativa de población, pero en ningún caso da señales de ser un asentamiento como Heuneburg; es más, la mayor parte de los asentamientos se sitúan en llano y sin defensas, y es en estos últimos donde parece que pudo residir el sector más enriquecido de la sociedad. De todos modos, el paso al siglo IV a.C. en todas las zonas supone una importante caída demográfica, como lo prueba la reducción del número de tumbas en este lugar; también desde el punto de vista del poblamiento, en la zona de Bohemia se constata la desaparición de los poblados de altura y las aldeas se definen como el elemento más característico del patrón de asentamiento.

Collis señala que habría que poner en relación esta baja poblacional y estos cambios en el patrón de asentamiento con los movimientos demográficos que se observan al iniciarse el siglo IV, y que las fuentes documentan en el 390 a.C. con el avance céltico en Italia hasta Etruria y la misma Roma. El proceso se ve muy diferente dos siglos después, cuando se muestra en el territorio el patrón de asentamiento de la llamada civilización de los oppida, que se inicia primero a fines de La Tène C en Checoslovaquia y Alemania central y, algo después, en Francia y el sur de Alemania. Se trata de amplios asentamientos en altura o llano, defendidos por una fortificación a la que no le importa atravesar en su discurrir vallonadas y alturas, como en Zavist en Bohemia y en Mont-Beubray en la Borgoña. Los tamaños varían entre 20 ó 30 hectáreas, aunque una veintena oscila entre 90 y 600 hectáreas y algunos alcanzan las 1.500, como Heidengraben en el Jura. Collis destaca dos aspectos significativos en la valoración del modelo del oppidum. Una primera cuestión, referida al desarrollo del proceso, indica una tendencia a abandonar los oppidum en llano por oppida de altura, como ocurre en Lebroux y Basilea; posiblemente se justifique este hecho porque se tienda a una concentración de población mayor, como se demuestra en Auvernia, en asentamientos como Mont-Beubray o Gergovia, el primero de 135 hectáreas y el segundo de 150. No obstante, en algún caso el oppidum en llano partió de una antigua aldea y se mantuvo en el mismo lugar; es el caso de Manching, con sus 200 hectáreas junto al río Danubio.

En Checoslovaquia, en cambio, como se advierte en los oppida de Stare Hradisko y Stradonice, la construcción fue desde un primer momento en altura. La segunda cuestión responde a la tipología de los oppida y su distribución espacial, a partir de su estructura de fortificación. Collis destaca dos tipos constructivos diferentes, uno conocido como el muro gálico, que consistía en realizar un entramado interior de la fortificación por un sistema de postes horizontales, que a veces sobresalían al exterior de la fortificación e iban asegurados por espigones de hierro. El muro era de tierra, si bien podía ser revestido al exterior por piedra y en su cara interna presentaba un talud de tierra. El segundo sistema constructivo era el tipo Kelheim y consistía en una pared construida con postes verticales, revestida por piedra al exterior y, como en el caso anterior, reforzada al interior por un terraplén de tierra; para el investigador anglosajón, si bien el modelo de muro gálico pudo estar presente en Alemania, como en Manching, es más característico del área gala, en tanto que el tipo Kelheim es característico de la zona centroeuropea. El patrón de asentamiento de la civilización de los oppida no se limitaba exclusivamente a las áreas defendidas, aunque a veces como en Zavist, la fortificación más externa encerraba un tipo de asentamiento rural. En oppida como Mont-Beubray o Steinsburg se documentan pequeñas unidades dispuestas en sus proximidades que permiten concluir que el poblamiento de los oppida no era nuclearizado y que siguieron existiendo factorías y aldeas tal y como lo prueban los casos excavados de Steinebach en Baviera o Zaluzi en Checoslovaquia.

El hecho lo destaca el propio César, cuando señala que entre los helvecios había 12 oppida, 400 vici, que deben interpretarse como aldeas y un número indeterminado de factorías, que define como edificios privados. Ello no excluye que en este marco los oppida se presenten como los centros que congregan las mayores concentraciones de población; de hecho, las estimaciones demográficas superan todos los cálculos realizados para las fases anteriores; así, a Manching se le calcula 1.700 habitantes, y a Zavist 3.400. Para Wells, con una posición más cauta, la mayor parte de los oppida oscilaron entre 1.000 y 2.000 habitantes. En lo que respecta a la estructura interna de los oppida, uno de los casos mejor estudiados es Manching; a través de su investigación se sabe que la ordenación interna del asentamiento fue planificada de antemano, con calles de más de 10 metros de ancho, bordeadas por edificios rectangulares construidos en madera. Dentro del asentamiento se documentan áreas especializadas, separadas por empalizadas, como los grandes edificios interpretados como graneros o como posible barrio de artesanos y metalúrgicos, y áreas que se han interpretado para pasto del ganado, ya que la zona densamente ocupada con trazado de calles ocupa sólo 80 hectáreas. Este modelo de asentamiento, que tuvo incluso espacios para la acuñación de moneda, muestra el desarrollo de obras de carácter público como las calles empedradas de Hrazany en Bohemia, con edificios rectangulares que, a diferencia de Manching, son construidos con zócalo de piedra.

Sin embargo, en ningún caso se documentan casas que se pueden interpretar como residencias aristocráticas o centros públicos, aunque son mencionados por César; no obstante, Collis resalta que algunos grandes edificios cercados, como los documentados en Villeneuve-Saint-Germain o el propio Manching, pudieron ser residencias de un grupo social dominante. Las casas son las que en algún momento hemos destacado por su función artesanal. Algunas áreas europeas incluidas dentro del área celta ofrecieron, sin embargo, modelos diferentes de poblamiento, como se ha observado para el norte de Italia y ahora se valora en las islas Británicas y en el área atlántica de la Península Ibérica. En el primer caso, está muy presente la tradición agropecuaria ya señalada en el periodo anterior y que primaba a lo largo de la Edad del Hierro el papel de la granja, es decir, de las unidades aisladas sobre el resto de los modelos de poblamiento; en todo caso, se puede apreciar con el correr del tiempo una cierta diferencia de tamaño entre los casos más antiguos, que partirían de los siglos VII y VI a.C., como Little Woodbury y los más modernos, caso de Gussane All Saints. En el siglo I a.C., como ocurre en Europa, se produce la concentración pero aquí se hace de dos modos: en el sur, a partir del desarrollo y engrandecimiento de los antiguos "hill-forts": Maiden Castle o Danebury; que ahora aparecen con varias líneas de defensa para la guarda del ganado, aunque el hecho coincide con la reordenación interior del asentamiento, si bien manteniendo siempre la tradición de la casa de planta circular.

En todo caso y como señala Cunliffe, la población nunca superó los 350 habitantes. En la nueva situación debió jugar un gran papel el puerto de Hengistbury Head, que fue un asentamiento de la primera Edad del Hierro, muy reforzado en su papel comercial a partir de fines del siglo II a.C. Por el contrario, hacia el este y el sudeste, se abandonan los antiguos "hill-forts" y ya en el siglo II a.C. aparecen poblados defendidos por terraplenes, como Colchester, y localizados en los puntos estratégicos de las vías de comunicación definidas por los ríos y sus desembocaduras. En la Península Ibérica, hay una gran diferencia entre las unidades de poblamiento próximas al área ibérica, en La Mancha o Aragón, que tarde o temprano asumen ciertas tradiciones ibéricas y que producen grandes asentamientos como los casos de Complutum en Alcalá de Henares o Toletium entre los carpetanos y Bílbilis o Contrebia entre los celtiberos, con una significativa jerarquía territorial, y el noroeste, donde destacan el grupo de asentamientos vacceos, caracterizado por grandes núcleos muy distanciados entre sí, o Galicia y Asturias, con el mundo de los castros caracterizados por situarse en posiciones de altura, con fortificaciones, a veces dobles, y con casas de planta circular sin orden aparente en su distribución interna. En la Europa septentrional, el modelo conocido en la fase anterior continuará con las mismas características de hábitat disperso, ya documentado. Sólo a fines del milenio se observará una tendencia al aumento de tamaño de algunas granjas y se observará la aparición de las primeras fortificaciones.

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