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Mundo fin XX

Desarrollo


Estados Unidos, el país por excelencia del hecho inmigratorio, constituye el área más importante de inmigración en el mundo actual. Entre 1820 y 1990 el "continente vacío" ha acogido a más de 55 millones de personas procedentes de los más diversos lugares del planeta. La inmigración norteamericana presenta rasgos muy peculiares, y ofrece claras diferencias con respecto a la que tiene lugar en Europa occidental. Estas diferencias se refieren tanto al volumen de los flujos y a su composición como a la percepción social del fenómeno migratorio.La sociedad norteamericana ha nacido de la inmigración y se ha desarrollado con el aporte y por el esfuerzo de los inmigrantes. Uno de los componentes esenciales de la imagen que Norteamérica tiene de sí misma es su historia de nación de inmigrantes. La inmigración forma parte sustancial de su mitología nacional, al contrario que en Europa donde la esencia y el origen de las diferentes naciones se ha justificado en la homogeneidad cultural. En sociedades que se consideraban perfectamente configuradas, como la francesa, el aporte de los inmigrantes no se ha valorado nunca como una contribución a la creación de su pueblo, que desde la Revolución de 1789 se presentaba ya como un todo acabado. Por el contrario, ha sido visto más bien como una pasajera ayuda o alivio temporal para su desarrollo, y como problema a largo plazo atentatorio contra la unidad nacional y cultural.A pesar de que casi todos los estadounidenses son o descienden de inmigrantes de mayor o menor antigüedad, o precisamente por ello, la historia americana ha vivido permanentemente sumida en un debate interminable sobre la inmigración: a qué inmigrantes admitir, cuántos, con qué características.

.. y en torno a los equilibrios en la mezcla de orígenes étnicos y culturales. Este debate se ha visto reavivado en momentos de aumento del flujo migratorio y, sobre todo, de transformación de su composición, y en él se trasluce la colisión entre las presiones de los inmigrantes recién llegados, el interés de los grupos étnico-culturales de origen más antiguo -que ven disminuir su peso relativo en la sociedad- y las demandas del mercado laboral. La discusión en torno a la asimilación, a la integración o al pluriculturalismo es particularmente intensa en el seno de la sociedad estadounidense.Las reacciones xenófobas de los "nativistas" en contra de los inmigrantes se han argumentado en la imposibilidad de su americanización, y en el riesgo que ello supondría para la sociedad americana. Se intensificaron a partir de la década de los ochenta del siglo XIX, cuando se iniciaba el cambio en la procedencia de los recién llegados y un fuerte e ininterrumpido ascenso en el número de inmigrantes, que culminaría en torno a 1910. Se asistía entonces a un desplazamiento en la tradicional ola de inmigración europea procedente de los países del Norte y del Oeste (Gran Bretaña, Irlanda y Alemania, fundamentalmente) a los del Este y del Sur de Europa, a la vez que se intensifica la afluencia de asiáticos. Sobre todo de chinos que huían de la pobreza de la región de Cantón y eran reclutados en Estados Unidos por la demanda de mano de obra que producía la "fiebre del oro" en California y para la construcción de las líneas férreas.

Los "nativistas" expresaron una clara hostilidad hacia los inmigrantes no angloparlantes. La aversión fue particularmente dirigida hacia los asiáticos, hasta culminar en California con la promulgación de la "Chinese Exclusion Act", en 1882.Frente a las reacciones de los "nativistas", a comienzos de los años veinte se planteó la fórmula del "melting pot" -crisol-, que encontró su expresión académica en la "Teoría de la Asimilación" presentada por R. E. Park y W. I. Thomas, de la Universidad de Chicago, defendiendo la idea de que, con el tiempo, los nuevos inmigrantes acabarían asimilándose a la sociedad norteamericana en la que se lograría una perfecta mezcla, a modo de "puré o potaje cultural", entendiendo este proceso de forma unilateral, de asimilación del inmigrante a la sociedad receptora.En los años sesenta surgieron nuevos planteamientos que reconocían la creciente importancia de la diversidad étnica y del pluriculturalismo en la sociedad americana. Frente a la idea de la asimilación a la sociedad a la que se incorporaba el inmigrante, defendían la de que cada grupo étnico poseía el derecho a desarrollar su propia cultura y sus propios valores en la sociedad de acogida. Se trataba de una respuesta al incremento de la diversidad étnica resultante de la afluencia de nuevas corrientes migratorias, de procedencia mayoritaria a partir de entonces del Centro y del Sur del continente americano y del asiático. Era también una reacción a la teoría de la asimilación, reelaborada por Gordon en 1964, defendiendo la idea de que nunca había existido el "melting pot", sino una especie de ensalada, la "salad bowl"-cuenco de ensalada-, es decir, la superposición de varias culturas sin existencia de una síntesis integradora de ellas.

La defensa de la etnicidad, que empezó a cobrar importancia al inicio de los años sesenta, venía promovida por el movimiento de los derechos humanos y por el orgullo étnico emergente en algunas comunidades de migrantes, sobre todo entre los líderes africanos de la sociedad americana de la época. El etnicismo se acentuó en las siguientes dos décadas, con la afluencia masiva de cubanos -a partir de 1962-, coreanos, iraníes, vietnamitas y centroamericanos.La nueva perspectiva pluricultural supone el reconocimiento explícito de la presencia masiva en los Estados Unidos de comunidades de inmigrantes que comparten no sólo características culturales sino también redes étnicas sociales y económicas de importancia. Se hablará de la existencia de una economía étnica, de creciente magnitud, definida como aquella que comprende a los inmigrantes autoempleadores junto con los empleados de su misma etnia, que no precisan entrar en la economía general para tener éxito económicamente, sino que ofrecen un método alternativo de incorporación económica, como es actualmente el caso de los iraníes, con un alto nivel de autoempleo. A la vez, en los estudios sociológicos posteriores se ha reforzado la idea del pluriculturalismo, al tratar de mostrar que la fuerte solidaridad étnica podía suponer una mejor adaptación para los inmigrantes que una rápida asimilación.La legislación estadounidense sobre la inmigración ha venido presidida por el debate sobre asimilación, integración y pluriculturalismo, y ha ido dando respuesta a los cambios en el volumen y en la composición de los flujos migratorios, así como a las inquietudes de los más potentes grupos de influencia.

Las presiones que venían ejerciendo los "nativistas" desde las décadas finales del siglo XIX tuvieron su efecto en la legislación de las primeras décadas del XX por las que continuaron imponiéndose restricciones a los asiáticos. En 1917 se prohibió la entrada a las personas procedentes de la "Asiatic Barred Zone", espacio que abarcaba la mayor parte de Asia e islas del Pacífico. Como reacción al cambio masivo en el origen nacional de los emigrantes europeos (en aquel momento italianos, astrohúngaros, rusos y polacos, fundamentalmente) se promulgó en los años veinte una serie de leyes destinadas a mantener el aspecto étnico de la población americana. "The Quota Law", de 1921, y "The Inmigration Act", de 1924, suponían las primeras restricciones importantes en cuanto al número y origen de los inmigrantes que se admitirían cada año en Estados Unidos. Por medio de ellas, se favorecía a los inmigrantes procedentes de Europa septentrional y occidental, a la vez que se imponían cupos bastante más restrictivos respecto a los que provenían de Europa oriental y meridional, a los que se consideraba menos aptos para una rápida asimilación, lo mismo que los asiáticos. Al Reino Unido se le asignaron 65.721 visados frente a los 5.802 concedidos a italianos.Los conflictos mundiales y la crisis económica del período de entreguerras afectaron a la inmigración, que entre 1910 y 1940 disminuyó de manera considerable. Esto permitió una cierta liberalización en la legislación en torno a la inmigración que culminaría en la "Immigrant and Nationality Act" de 1952, también conocida como "McCarren-Walter Act".

Se mantenía el sistema de cupos por país, aunque se declaraba que la raza no era obstáculo para inmigrar a Estados Unidos. Suponía la transición del sistema de cuotas impuesto en los años veinte al sistema "de preferencias" que prevalecerá en la legislación estadounidense a partir de 1965. Primera preferencia fue la prioridad a la entrada de los emigrantes cuya formación y conocimientos fueran necesarios para el desarrollo económico del país, con lo que propició un éxodo de técnicos, médicos, ingenieros, etcétera, procedentes del Tercer Mundo y de naciones industrializadas con menor nivel de desarrollo. El criterio de la cualificación profesional sería utilizado en el 50% de las visas concedidas.La legislación de 1965, "The Immigration and Nationality Act Amendment", primera enmienda al Acta de 1952, consolidó el sistema de preferencias, primando los criterios de reagrupamiento familiar y de capacitación profesional de los inmigrantes. Se mantuvo el principio de limitación del número anual de inmigrantes, que se cifraba en 20.000 visados por país, sin pasar del tope máximo anual de 170.000 para los procedentes del "Eastern Hemisphere", y de 120.000 para los del "Western Hemisphere" (el continente americano), que iban en aumento y a los que por primera vez se imponía limitación de entrada. Se establecía la necesidad de que el 80% de los visados se concediera a familiares y parientes de residentes americanos, centrando en el criterio de la reagrupación familiar el pilar básico de la nueva política migratoria.

En las segundas enmiendas al Acta de 1952, efectuadas en 1976, se mantuvieron estas limitaciones en cuanto al número de entradas.Al amparo de esta legislación, en la década de los setenta se asistió a un importante incremento de la inmigración ilegal. La demanda de mano de obra y la ausencia de un documento de identidad obligatorio venían a facilitar la estancia ilegal de muchos inmigrantes. En 1973 se estimaba que el número de indocumentados comprendía entre uno y dos millones: ocho de cada diez de éstos, según un informe del "Population Council" de aquel año, eran de origen mexicano, lo que no era de extrañar teniendo en cuenta que, en aquel momento, en 45 minutos un trabajador en Estados Unidos percibía el mismo sueldo que uno mexicano en ocho horas por desarrollar idéntico trabajo. En 1986 la cifra de ilegales se situaba entre los tres y los cinco millones de personas. Las ventajas que para los empleadores tenía el reclutamiento de estas personas, que trabajaban con menos remuneración y sometidas a duras condiciones laborales -estimaba el informe del "Population Council"- contribuían a acrecentar este flujo en el ascenso del número de ilegales.Por medio de "The Immigration Reform and Control Act" (IRCA) de 1986, más conocida como "Ley Simpson-Rodino", se trató de solventar esta situación a base de establecer un control de los empresarios y del empleo que desalentara la presencia de los ilegales, y de regularizar la situación de los clandestinos residentes con fecha anterior a 1982.

La IRCA contenía tres tipos de medidas:sanciones a los empresarios que contrataran ilegales, medidas de coerción (control de fronteras, control e inspección interior, establecimiento de sistemas de expulsión) y regularización de un importante contingente de ilegales. La "Ley Simpson-Rodino" era la respuesta del Gobierno de Reagan a la presión de ciertos sectores de la sociedad americana, que venían manteniendo una actitud hostil frente a los indocumentados, a los que acusaban de degradar los salarios, producir desempleo, representar una carga para el erario público, reducir los esfuerzos organizativos de los sindicatos, favorecer el contrabando... La Ley no ha conseguido acabar con la inmigración ilegal. Ha hecho, eso sí, más costoso para el indocumentado su acceso a USA, a la vez que ha beneficiado a "polleros" y "coyotes" (intermediarios dedicados a pasar ilegalmente al territorio estadounidense inmigrantes del Sur del continente) y a ciertos empleadores sin escrúpulos que, ante el riesgo que supone la contratación de un indocumentado, ofrecen salarios todavía más bajos.Los efectos producidos por la implantación en la ley de los criterios de reagrupamiento familiar (tendentes a dificultar la entrada a otros colectivos distintos de la mayoría de los inmigrantes), unidos a la tendencia numérica mayoritaria de hispanos y de asiáticos en la inmigración más reciente, son los que inspiraron la reforma de la legislación en 1990.

Por medio de esta reforma se ha querido incentivar de nuevo la inmigración cualificada (tratando de canalizar un nuevo filón procedente de la Europa del Este), de primar la inmigración de algunos países europeos de fuerte inmigración histórica como Gran Bretaña, y de reducir algunos efectos de la reagrupación familiar, revisando, por ejemplo, los criterios de parentesco colateral como preferencia para la concesión del visado. "La Immigration Act" de 1990 mantiene en su esencia la filosofía de 1965, aunque incrementando de forma notable el número anual de inmigrantes, que ha alcanzado en el período 1992-1994 la cifra de 700.000. En la nueva Acta se precisan y endurecen las normas anti-discriminatorias sobre el empleo contenidas en la IRCA, y se suprimen las barreras que esa ley imponía a la inmigración por razones ideológicas, homosexualidad o sida, como factores de rechazo a la hora de conceder un visado.La única forma posible de inmigración legal, en el caso de no tener parientes en el país o en el de no cumplir los requisitos para alguna de las escasas visas basadas en la cualificación profesional, es consiguiendo el Estatuto de Refugiado. Ofrece la ventaja de que con él se puede acceder a un amplio conjunto de servicios sociales de los que no disponen otros emigrantes, gracias a la existencia de programas específicos para ellos. La pauperización del Sur del continente americano y las convulsiones políticas de la zona han producido una emigración económica que se acoge, o trata de acogerse, a la reglamentada por causas políticas, la de los refugiados y asilados (la diferencia entre unos y otros únicamente estriba en el lugar desde el cual se solicita la acogida, si es dentro o fuera del país).

Desde 1946 más de dos millones de residentes permanentes entraron en calidad de refugiados o asilados políticos.Entre los años sesenta y ochenta el flujo de inmigración atribuido a refugiados aumentó del 6 al 19%, y continúa incrementándose en la actualidad. El mayor contingente de ellos ha estado formado por los cubanos (473.000), al que sigue en número el de los vietnamitas (411.000). Hasta la Ley de Refugiados de 1980, en la que se trató de definir el concepto y de limitar el número de concesiones, el refugiado era, en Estados Unidos, la persona que huía del régimen comunista. A partir de esta ley se amplió el término y se estableció un límite para las concesiones del Estatuto de Refugiado, que se determina anualmente mediante consulta entre el Presidente y el Congreso. El límite anual ha oscilado entre los 62.000 y los 207.000 en el período 1975-1990.En la actualidad, la inmigración en Estados Unidos se caracteriza por la consolidación -derivada del sistema de preferencias- de comunidades étnicas asiáticas y centroamericanas; por el aumento de su poder de presión en la sociedad; por un volumen importante de inmigrantes ilegales; y por una creciente demanda de peticiones de refugiados y asilados políticos. La afluencia de inmigrantes se mantiene en ascenso.

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