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Desarrollo


Desde la caída de Constantinopla en 1453, el avance del Imperio otomano en los Balcanes fue muy rápido, y a comienzos del siglo XVI toda la península estaba bajo su poder. Bayaceto II (1481-1512) amplió las fronteras por el Norte al conquistar Bosnia y consiguió que le prestasen vasallaje los príncipes de Moldavia y Valaquia, descontentos de los intentos dominadores de húngaros y polacos. Durante los años siguientes, Selim I (1512-20) se dirigió preferentemente a la ampliación de las restantes fronteras. Durante su reinado el Imperio turco conquistó Egipto (1517), impuso el protectorado sobre Argelia, arrebató parte de Mesopotamia a Persia y sometió Arabia. Esta ampliación del territorio, que no afectó directamente a Europa, tuvo graves consecuencias para su comercio, que vio cerrarse las puertas de Egipto, obstaculizadas las rutas por caravana a través del Asia Menor y fortalecidas las posiciones de los corsarios norteafricanos, respaldados por el poder otomano. La llegada al trono de Solimán II el Magnífico (1520-1566) dio un nuevo avance a las conquistas europeas. En 1521 tomó Belgrado y en 1522 Rodas, aunque tuvo que desviar su atención hacia Siria y Egipto, donde surgieron fuertes sublevaciones contra la reciente dominación otomana. En 1525 se dirigió de nuevo hacia el Danubio medio, aprovechando los problemas surgidos en el imperio con la Reforma luterana y las guerras del emperador con Francia.

El joven rey de Hungría y Bohemia, Luis II Jagellón, se apresuró a detenerlo, pero fue vencido por unas tropas muy superiores en la batalla de Mohács (1526), donde murió. En virtud de los acuerdos de 1515 entre Maximiliano I y Ladislao Jagellón, rey de Bohemia y Hungría, será Fernando, el hermano de Carlos V y vicario imperial, como esposo de Ana Jagellón y cuñado de Luis, quien herede la doble Corona. Desde entonces, el imperio se verá forzado a intervenir en todos los problemas concernientes al área danubiana, tanto causados por los turcos como por los polaco-lituanos, y a defender los propios territorios de los Habsburgo, con frecuencia amenazados directamente. La situación de Hungría se complicó, al no reconocer todo el Reino a Fernando como soberano. Tras ser aceptado por la Dieta de Presburgo, en la región occidental existirá una Hungría habsburguesa, pero en la oriental se impondrá el voivoda de Transilvania, Jan Zapolya, como nuevo monarca, con el apoyo del sultán, Francia y Polonia, enemigos de los Habsburgo. La división europea animó a seguir avanzando a Solimán, que en 1529 llegó a las puertas de Viena, donde fue rechazado por Carlos V, que se vio obligado a cerrar la paz con Francia. Aunque Fernando debió aceptar en 1532 a Zapolya como rey de parte de Hungría, consiguió en el Tratado de Varad de 1538 ser reconocido como heredero a la muerte de aquél. Pero al morir Zapolya poco después, en 1540, su viuda Isabel Jagellón, hija del rey de Polonia, defendió el trono para su hijo recién nacido, Juan Segismundo, con ayuda turca. A cambio, Solimán impuso en Buda un bajá, como administrador en su nombre, con lo que apareció una tercera Hungría. El descontento de los húngaros por la partición del territorio y el sometimiento al extraniero, propició el acercamiento a Fernando. Pero ni el Imperio, ocupado con las guerras con Francia y con los príncipes luteranos, ni Solimán, que tuvo que acudir a la frontera con Persia, pudieron dar una solución definitiva, y la guerra se alargó. La paz de 1553 restableció en el trono de Hungría a Juan Segismundo Zapolya y Fernando firmó una tregua con los turcos, a quienes reconoció el pago de un tributo anual.

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