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Datos principales


Rango

Egipto Grecorromano

Desarrollo


Aldea ribereña, estación terminal caravanera y animado mercado callejero, Esna, en la ribera del Nilo, era llamada Latópolis, por un pescado sagrado, el "lates", que gozaba en ella de gran predicamento. Pero su verdadera y primordial divinidad era el alfarero Khnoun, de cabeza acarnerada como la de Amón, de cuernos propios de otra raza. Tenía Khnoun como compañeras a la diosa-leona, Menhyt, una de las varias y temibles divinidades leoninas, y a una versión local de Isis, de nombre Nebtu. De todo esto y más, dan cumplida cuenta las inscripciones que acompañan a los relieves, y en algunos casos parecen burlarse de quien intenta leerlas, utilizando una vez sólo carneros, otra sólo cocodrilos, sin determinativo alguno, y otras formas de criptografía que siempre resulta molesta y ofensiva para el curioso. No es de extrañar que más de una de las inscripciones de este templo esté aún sin descifrar. El templo se encuentra a nivel tan bajo con respecto al de la Esna actual, que la calle por que se entra a él se encuentra a la altura de sus capiteles. A éstos llega aún el suelo de los grabados del siglo XIX, antes de que los primeros egiptólogos emprendieran su excavación. Seguramente fue éste el primero, y quizá el único, de los grandes templos perípteros de estilo egipcio que se hicieron en Egipto. Debió ser un intento poco afortunado de emular al Serapeion y a otros templos de estilo griego existentes ya en Alejandría. Lo único bien conservado es el pronaos, una sala hipóstila cuya nave central no es más alta, pero sí más ancha, que las laterales, flanqueada por doce columnas a cada lado como la de Dendera, y al igual que ésta, con la fachada cerrada por bajos muros intercolumnares, decorados con relieves.

En el muro lateral que da al norte, el emperador Domiciano exhibe como faraón una redada de prisioneros. Las voluminosas columnas y los recargados y variados capiteles dan a este cuerpo del edificio una peculiar pesantez. Elefantina, al pie de la primera catarata, fue denominada así por las formas reminiscentes de algún elefante que la corriente del Nilo ha dado a ciertos bloques del granito de Assuán varados en sus riberas. La ciudad precursora de Assuán, fronteriza entre Kush (Nubia) y el Alto Egipto, se convirtió a principios de época saítica, cuando Nubia se emancipó de la tutela de Egipto, en uno de los tres pilares de la organización militar del país, tan importante como lo eran Dafne al este y Marea al oeste del Delta. Grandes contingentes de jonios, carios y judíos, mandados por sus propios jefes nacionales (el de los griegos se llamaba una vez Psamético), además de los sempiternos libios, guarnecían la plaza. Con ellos realizó Psamético II su expedición a Nubia, que dejó sembradas de grafitos griegos las paredes de Abu Simbel.

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