El Paseo de Gracia

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Datos principales


Desarrollo


La Barcelona del cambio de siglo había recibido el impulso de la Exposición Universal celebrada el año 1888, modernizándola y dándole una nueva imagen. La ciudad histórica estaba encerrada dentro del perímetro de murallas de origen medieval, impidiendo su crecimiento y propiciando que a su alrededor nacieran dispersos en el llano, una serie de núcleos de población, Sant Martí de Provençals, Sant Andreu del Palomar, Gràcia, Sant Gervasi, Sants... La campaña para la demolición de las murallas empezó en 1854 y al mismo tiempo se convocaba un concurso para trazar y distribuir el nuevo crecimiento de la ciudad hacia las poblaciones más cercanas. La unión del centro histórico con éstas poblaciones se definió en el proyecto de l' Eixample, del año 1859, que consistía en la urbanización del plano de Barcelona con una trama de calles paralelas y perpendiculares las unas a las otras que delimitaban manzanas de casas. El Ayuntamiento declaró como ganador a un arquitecto local, Antoni Rovira i Trias, quién había articulado la urbanización a partir de ejes radiales que partían de la ciudad antigua. Pero fue el gobierno central quién escogió la propuesta de un plano más regular en su diseño y en su distribución, la que finalmente se ejecutó. Esta planificación era obra de Ildefons Cerdà, urbanista profundamente preocupado por la dificultades del obrero y por las condiciones sanitarias y de salubridad extremadamente insuficientes de Barcelona.

Su distribución ideal, en la que proyectaba manzanas con espacios abiertos ocupados por jardines fue corrompida rápidamente por las clases dominantes, quienes lo modificaron de la mano de urbanistas, arquitectos y empresarios repetidas veces. El Passeig de Gràcia fue inaugurado el 1827 y funcionaba como eje de comunicación entre la ciudad y la cercana población de Gràcia. Se ensanchó un antiguo camino, que seguía el trazado de un torrente de agua, que en su camino dejaba fuentes, jardines, unos Campos Elíseos y diferentes zonas de paseo. Con el crecimiento del Eixample se convirtió en la vía principal de la nueva ciudad, dotándola de iluminación, pavimento y circulación de los principales transportes públicos y privados. En ella se construyeron los mejores cines y teatros, se concentraron los mejores y grandes almacenes, así como se convirtió en el escenario de los grandes actos y paseos de la burguesía barcelonesa. Contribuyendo a su ornamentación, el Passeig de Gràcia se dotó de unas farolas y bancos, diseño del arquitecto Pere Falqués. Es en esta avenida donde los burgueses decidieron construir sus residencias, en una carrera de trasgresión respecto de los modelos más historicistas y académicos y de exhibición de su riqueza, encargando los proyectos a los mejores arquitectos del momento. Buena muestra de ello nos la proporciona la llamada "Mançana de la Discordia", entre las calles Consell de Cent y Aragó. Su nombre lo debemos a que en ella se encuentran tres obras de especial relevancia de los arquitectos más emblemáticos del momento: Lluís Domènech i Montaner con la Casa Lleó Morera, Josep Puig i Cadafalch con la Casa Amatller y Antoni Gaudí i Cornet con las Casas Batlló y Milà.

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