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Cd1018

Desarrollo


Con todo, la tradición abierta en el XVIII que mejor nos informa sobre la libertad estilística y los valores sentimentales en los proyectos de edificaciones es la arquitectura paisajística, originada en Inglaterra a la vez que tomaba cuerpo el gusto por lo pintoresco.Los historiadores Middleton y Watkin entienden muy acertadamente que "quizá el aspecto más llamativo del pintoresquismo sea el nuevo interés puesto en la arquitectura corno parte de un ambiente". Convertir la arquitectura en "incidente natural o histórico de un ambiente" fue empresa de los proyectistas que crearon esos lugares del hábitat, el paseo, la reflexión, el descanso y el trabajo que se enmarcan en la denominada arquitectura paisajista. En ésta se colocan construcciones, más que arquitectónicas, figurativas, que alternan las maisons de plaisance con las bambalinas escenográficas y que participan una lectura matizada de la naturaleza, hacen las veces de mediadoras para asociaciones históricas y de ideas, propician vivencias exóticas o, simplemente, recuerdan estilos históricos al instruido.El desarrollo de la jardinería paisajista trajo consigo una multiplicación de los elementos evocativos y las citas arquitectónicas: pagodas chinas y templos clásicos, mezquitas turcas y castillos medievales, ruinas góticas y romanas, que señalan momentos precisos de la variedad que compone esta visión completa del mundo fuera de toda normalización semántica. Los principios de la jardinería inglesa dieron pie a maravillosos conjuntos de paisajes y arquitecturas ambientadas que conformaron las disneylandias de la cultura ilustrada.

Se pueden distinguir diversas épocas en su desarrollo, dentro y fuera de Inglaterra, e incluso diversos géneros, según el carácter o la afinación de sus evocaciones, como hiciera el francés Henri Watelet en 1774, al distinguir jardines pintorescos, poéticos y romanescos. Se habla, en términos generales, de este tipo de parques como anglo-chinos, toda vez que sobre sus principios informa la idea del sharawadgi (orden irregular, elegante irregularidad), aprendida de la jardinería extremooriental, cuyo conocimiento fue consolidándose paulatinamente en el siglo XVIII. Algunos de los promotores de la jardinería paisajista realizaron viajes a China, como fue el notable caso de Sir William Chambers, autor de "A Dissertation on Oriental Gardening" (1772), e inspirador de los Kew Gardens, en el margen derecho del Támesis. La obra de Chambers es ejemplo de una etapa en la que el jardín inglés había afianzado sus peculiaridades, pero ya con el tratado de William Temple de 1685, "Sobre los jardines de Epicuro", lo mismo que en "Las villas de los antiguos" de Robert Castell, de 1728, el concepto de sharawadgi encontraba su empleo en la reconstrucción de lo que se suponía que había sido el arte de la jardinería en la Antigüedad.La tratadística sobre la nueva jardinería fue riquísima, y tuvo su complemento en otra literatura no específica, como los escritos de Shaftesbury y la estética de Addison, Burke y sus seguidores. Habría que destacar los "New Principles of Gardening" de Batty Langley, publicados en 1728, que señalan los inicios de la transformación de este arte.

En el siglo XVIII destacan en las islas británicas las obras de Horace Walpole ("Essay On Modern Gardening", 1770), William Gilpin, por ejemplo sus "Three Essays on Picturesque Beauty", pero sobre todo el amplio tratado de Thomas Whately "Observations on Modern Gardening", que fue publicado en Dublín el año de 1770.Las teorías preparadas en Inglaterra tuvieron una pronta repercusión en el continente. La isla fue frecuentada por todos los aprendices y admiradores de este nuevo arte. En Francia publicó Henri Watelet su "Essai sur les Jardins" en 1774. En Alemania destacan los ensayos de Ch. C. L. Hirschfeld, como su "Theorie der Gartenkunst" de 1775. En Italia, ya en 1801 apareció el libro de Ercole Silva "Dell'Arte dei giardini inglesi", y más tarde encontramos también teóricos de la nueva jardinería en Norteamérica.En la primera mitad del siglo XIX es también muy prolija la literatura que preserva y enriquece esta tradición, con, por ejemplo, los escritos de Payne Knight, Uvedale Price, el francés Gabriel Thouin -a quien se debe el colosal proyecto de ampliación de los jardines de Versalles-, y los alemanes Peter Joseph Lenné, F. L. von Sckell y el legendario y diletante vividor Hermann von Pückler-Muskau.Los primeros ejemplos significativos tuvieron, desde luego, su desarrollo en Inglaterra, prácticamente simultáneo al de la corriente arquitectónica neopalladiana. Se trata de villas campestres con amplios jardines de recreo y campos de trabajo realizados para una clase política muy singular que formó el Country Party, ligada a la fisiocracia y a la masonería y radicalmente enfrentada a los dirigentes conservadores, que detentaban el poder en Londres.

La relación entre las logias masónicas de los diversos países será una importante vía de propagación de esta nueva forma de entender lo que había de ser la naturaleza civilizada.Los jardines de Alexander Pope en Twickenham, hoy destruidos, que se remontan a 1719, los del conde de Burlington en Chiswick, básicamente construidos en los años veinte, y el extraordinario panorama natural ordenado como panorama loreniano y lugar de reminiscencia rústica de todo tipo de mitos en Stourhead, a partir de 1741, están entre los más destacados ejemplos del primer jardín inglés. La presencia de elementos góticos o el aprovechamiento de ruinas cistercienses se da, por ejemplo, en el parque de Stowe y en el de Stuley Royal, pero el primer ejemplo destacado de monumento gótico ambientado es el palacio de Horace Walpole en Strawberry Hill, construido después de 1748. Con Strawberry Hill nos situamos ya en lo que se considera la segunda etapa en el desarrollo de la jardinería inglesa, que vendría seguida de un tercer momento que corresponde a la época del Romanticismo.Entre las realizaciones que siguen a aquellas en el continente hay algunos ejemplos muy notables. En España el influjo de la jardinería paisajista es sólo ocasional, y prácticamente el único ejemplo memorable es El Capricho de la Alameda de Osuna, cerca de Barajas (Madrid), un hermoso conjunto pintoresco de fines del siglo XVIII sobre planos de Jean Baptiste Mulot, completado en los años 30 y 40 del siglo XIX, especialmente con el delicado palacio clasicista reformado con gracia escenográfica por Martín López Aguado (1796-1866).

Los jardines de Ermenonville (1766), cerca de Nanteuil-le-Haudoin, y el Désert de Retz, finca del cortesano Racine de Monville, construida entre 1774 y 1785, son las obras francesas más eminentes en este arte. En Alemania han quedado ambientes de arquitectura paisajista de extraordinario valor: en 1764 comenzaron las obras del parque de Wörlitz en las inmediaciones de Dessau, concebido por Ermannsdorff y Eyserbeck, y donde se erigió en 1774 el Philanthropinum como marco para reuniones de miembros de la masonería.Sigue sobre todo al modelo de Wörlitz el parque que a partir de 1778 se fue configurando en el valle de Ilm junto a Weimar con la intervención de uno de sus vecinos, el poeta J. W. von Goethe. Otro jardín inglés coetáneo que simboliza el despotismo ilustrado en Alemania es el realizado para el duque de Württemberg en Hohenheim, junto a Stuttgart. Y de 1775 en adelante se construyó también un gran conjunto de jardinería paisajista cerca de Aschaffenburg, en Schöribusch, según los planos de F. L. Sckell.Pero, al nombrar a Friedrich Ludwig Sckell (1750-1823) nos encontramos ya con uno de los grandes arquitectos-paisajistas del Romanticismo. Su proyecto más ambicioso fue el Jardín Inglés de Munich, cuya realización se adentra en las primeras décadas del siglo XIX. En Inglaterra el gran coetáneo de Sckell es Humphry Repton (1752-1818), arquitecto-paisajista y teórico, cuyos proyectos para parques pintorescos suman más de cien, y que colaboró con el también ilustre arquitecto John Nash.

Un ejemplo muy sobresaliente de la jardinería del Romanticismo es, sin duda, el conjunto de parques trazado por Peter Joseph Lenné (1789-1866) en Potsdam y sus inmediaciones durante la permanencia en el trono de los románticos Federico Guillermo III y Federico Guillermo IV, sendas encarnaciones del conservadurismo restauracionista. Se trata de un proyecto de intervención y ampliación sobre un parque preexistente, el del palacio de Federico el Grande en Sanssouci. Hubo un proyecto coetáneo en Francia de alguna manera parangonable, que, sin embargo, no cristalizó finalmente. Nos referimos a la imponente ampliación de los jardines de Versalles por Gabriel Thouin (1747-1827), que venía a convertir el parque barroco del Rey Sol en un monumento histórico residual englobado en un nuevo conjunto lleno de citas históricas y de ambientes arquitectónicos de todas las civilizaciones, reflejo de la nueva idea de obra de arte total.Pero, en el caso de Lenné nos hallamos ante una intervención en lo que había sido uno de los grandes centros del despotismo ilustrado, y el aislamiento de las partes antiguas brilla por su ausencia. Las obras en los jardines de Potsdam no se iniciaron hasta 1816, esto es, tras las guerras de independencia contra Bonaparte, y proseguían aún a mediados de siglo.Lenné se formó en Francia y en Inglaterra y supervisó numerosas obras en Potsdam y sus alrededores.

Colaboró con el arquitecto K. F. Schinkel y discípulos de éste -Ludwig Persius, August Stüler y otros-, de forma similar al modo de trabajo conjunto que se dio en Inglaterra entre H. Repton y el arquitecto J. Nash. De hecho, la jardinería de Humphry Repton fue un modelo estimadísimo para Lenné. Las obras a que nos referimos comprenden diversas transformaciones de jardines preexistentes en Sanssouci y otros lugares cercanos, como la Isla de los Pavos -una isla en el Havel convertida en farme ornée- además del ajardinamiento de nuevos terrenos y la construcción de edificios y miradores en diversos lugares de la comarca, que se vio así convertida en prolongación del parque propiamente dicho.Son importantes las intervenciones en Babelsberg y Glienicke, además de las de Potsdam. En Glienicke, que cuenta con construcciones muy conseguidas de Schinkel y Persius, destaca más que la impronta de Lenné la de H. von Pückler-Muskau, su originalísimo rival. Las peculiaridades de las obras de Potsdam radican sobre todo en la autonomía que se confiere a recintos distintivos, aunque también se enfatice el sentido de totalidad mediante un conjunto muy entrelazado. Se crean jardines aparte y conjuntos muy personalizados como la Fasanerie, los Baños Romanos, el Charlottenhof, la Iglesia de la Paz, etc. Se buscan también una especie de diferenciaciones geográficas mediante el contraste entre tipos de vegetación nórdicos y mediterráneos, de modo que el mismo elemento vegetal se convierte en parte de un lenguaje artificioso al estilo de los grupos arquitectónicos pintorescos.

Digamos que el sentido organicista propio de la jardinería paisajista se lleva a una expresión radical en estos conjuntos dignos de toda admiración.Las formas de hacer de la jardinería inglesa inauguraron ciertamente una relación muy especial con la arquitectura que se albergaba en los paisajes creados. El gusto por la irregularidad, por la variedad, por el encanto de lo interesante o de lo bizarro, va a persistir en otro grado en la arquitectura con destino utilitario en el Romanticismo. Las realizaciones de la nueva jardinería habían ganado una especial autonomía estética para los edificios arquitectónicos, no sólo desde el punto de vista de la libertad estilística, sino también por los particulares y matizados contrastes que se dieron entre las presencias arquitectónicas y la naturaleza circundante: la singularidad del ambiente propiciaba una comprensión y un disfrute del edificio en su grata artificiosidad, en su forma de ser ilusión para impresiones subjetivas.

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