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En 1991 todavía el 74% de la población india vivía en el campo, lo que parecía identificarla con los países más subdesarrollados. Lo característico de India ha sido siempre, sin embargo, en primer lugar, la existencia de un modelo secularizado de democracia occidental y, en segundo, de un sistema económico que ha permitido un crecimiento importante, aunque muy lejano al de Japón y los "cuatro dragones" y que, con oscilaciones, ha hecho posible la convivencia entre la propiedad colectiva y la privada de los medios de producción. La democracia ha pervivido a pesar de la existencia de fuertes tentaciones autoritarias y personalistas. El Congreso en sus inicios fue un partido de notables que tenía a su favor "vote banks", es decir, depósitos de votos procedentes de notabilidades locales. No era, además, un partido monolítico sino que se caracterizaba por la existencia de distintas tendencias, a veces muy contradictorias; al mismo tiempo era también capaz de pactar en distintas direcciones. Se trataba, en fin, de un partido muy relacionado con un Estado fuerte que, a su vez, influía de forma destacada en una sociedad poco estructurada. En consecuencia, la oposición contra él fue impotente y, al mismo tiempo, ambigua o, lo que es lo mismo, dominable. Los comunistas, los más inasimilables, se dividieron pronto, principalmente por motivos derivados de la división entre la URSS y China Popular. Lo que obtuvo más éxito entre la oposición fue el "no-congresismo", es decir, la oposición formada por socialistas y nacionalistas, cuyos propósitos eran más antagónicos que constructivos.

Pero el Congreso siempre pudo reaccionar por el procedimiento de recurrir a la estrategia tradicional de cooptar a alguno de sus antiguos adversarios e integrarlo en el Gobierno. Aun así, en mayo de 1963 sufrió una derrota en elecciones parciales. Nehru murió en mayo de 1964 y dejó a su país en una situación que parecía fomentar las luchas internas. La larga etapa de predominio político de Indira Gandhi, su sucesora, se caracterizó por el populismo, el autoritarismo y la voluntad socialista. En el ínterin, hasta que ella consiguió hacerse con el poder, Shastri había demostrado haber dejado a su país mejor preparado para el estallido de una guerra como sucedió con Pakistán en 1965 que lo que había estado Nehru en 1962 cuando estalló la guerra con China. También Indira Gandhi consiguió gran parte de su prestigio gracias a la Guerra de independencia de Bangla Desh (1971-1972) que dividió a Pakistán y le redujo a la impotencia. En las elecciones de 1967 el Congreso no conservó más que el 54% de los puestos en el Parlamento. Gandhi tuvo el apoyo de una sola parte del partido y en 1969 entró en conflicto con el resto, en parte debido a su voluntad de imponer un candidato para presidente de India, que acabó triunfando. También hubo, sin embargo, otros motivos de protesta contra ella como, por ejemplo, la nacionalización de los catorce grupos bancarios más importantes que, al final, llevó a cabo; en ese momento la apoyaron diputados que se situaban en la izquierda del espectro político.

De hecho, cada vez Indira Gandhi hablaba más de socialismo y su partido acabó chocando con el Tribunal Supremo que se opuso a la nacionalización de los grupos bancarios más importantes. En las elecciones de 1971 se lanzó a una campaña populista diciendo combatir la pobreza ("garibi hatao") y apelando directamente a las masas. Pero de la política populista y socialista pronto pasó también, tras la Guerra de Bangla Desh, al autoritarismo. En el verano de 1975 proclamó un estado de urgencia que le llevó a hacer incluso 100.000 detenciones; en enero de 1976 introdujo, además, un sistema de censura. La política india cada vez aparecía más dominada por una familia: su hijo Sanjay monopolizaba la Administración de Nueva Delhi. El autoritarismo llegó a conllevar incluso acusaciones de que el sistema de limitación de la natalidad revestía un carácter compulsivo. Sólo en enero de 1977 se levantó definitivamente el estado de sitio. En las elecciones de este año el Partido del Congreso fue derrotado obteniendo tan sólo el 34% de los votos mientras que el Partido Janata, resultado de la unión entre el Partido Socialista y el principal de los nacionalistas, llegó al 41%. En su ideario y programa había un fuerte componente de fundamentalismo hindú que manifestaba quejas respecto a la forma en que los manuales escolares presentaban la invasión musulmana. Si este partido acabó dividiéndose, la situación del Congreso no resultó mejor. El hijo de Indira Gandhi fue declarado persona no grata por el Congreso y eso supuso una nueva escisión que hizo nacer un Congreso (I) con la inicial de Indira Gandhi.

En las elecciones de 1980 consiguió el triunfo con el 42% de los votos pero Sanjay Gandhi, su hijo y sucesor, se mató volando con su propio avión. A partir de 1982 el Congreso se enfrentó con la realidad de una multiplicación de las tensiones separatistas en la sociedad india lo que le hizo insistir en la especificidad hindú. En octubre de 1984 fue asesinada Indira Gandhi por miembros de su escolta sikh y, como consecuencia, tuvieron lugar fuertes disturbios como resultado de los cuales se produjeron miles de muertos. El heredero del Partido del Congreso fue Rajiv Gandhi, otro hijo de la dirigente desaparecida, sin duda no preparado desde el punto de vista político para esa responsabilidad: tenía tan sólo 41 años y, muestra de la occidentalización de la clase dirigente, estaba casado con una italiana. En 1989 ganó las elecciones Singh pero el panorama político se convirtió en cada vez más inestable y se vio crecientemente complicado como consecuencia del fundamentalismo religioso aparecido también en la religión hindú. En junio de 1991 el Congreso obtuvo la victoria pero fue, sobre todo, por el previo asesinato de Rajiv Gandhi. De hecho el partido vinculado con la independencia había perdido ya una buena parte de sus apoyos tradicionales. Narasimha Rao que lo dirigió en este momento tuvo la particularidad de lanzar a la India por una vía nueva, la de la liberalización económica que presidió la vida pública durante la primera mitad de la década de los noventa.

Enfrentada la democracia india a un creciente problema de estabilidad por la confluencia de populismo, corrupción, faccionalismo y de fundamentalismo, sin embargo, ha mantenido sus rasgos esenciales desde el momento de su fundación. En el terreno económico, en una primera etapa se procuró que la India tuviera un desarrollo económico a base de industria pesada. Las dificultades alimenticias fueron resueltas durante este período gracias a la entrega de aprovisionamientos de grano y de arroz por parte de los Estados Unidos; éstos proporcionaron más del 50% de la ayuda exterior mientras que los soviéticos sólo otorgaron un máximo del 12% y para proyectos específicos de carácter industrial. Al mismo tiempo, las guerras padecidas a mediados de los años sesenta obligaron a la India a doblar su presupuesto de defensa con el consiguiente sacrificio de sus posibilidades de desarrollo. A partir de 1965 la India se lanzó a una revolución "verde" que le llevó a la autosuficiencia por el procedimiento de la utilización de semillas de alto rendimiento. Las cosechas por hectárea llegaron a triplicar; además, la constitución de fuertes reservas alimenticias almacenadas por el Estado tuvieron como resultado la superación del hambre endémica. Pero la política económica del Estado intentó centrarse de forma exclusiva en la industria pesada y en las infraestructuras. El problema económico principal de la India fue el crecimiento demográfico que era del 1.25% en los años cuarenta y llegó al 2.

2% en los setenta y ochenta de tal manera que en 1981 se llegó a una cifra de 681 millones de habitantes. Este crecimiento demográfico limitaba las posibilidades de un desarrollo sostenido. Pero hubo otras dificultades adicionales. India representaba en 1950 el 12% de la producción industrial del Tercer Mundo y llegó en 1980 a suponer tan sólo el 4.5%; en el mismo período pasó de ser la décima potencia industrial del mundo a la vigésimo séptima. Había conseguido, como máximo, la autosuficiencia alimenticia pero sin lograr un crecimiento fuerte ni tampoco una espectacular reducción de la desigualdad social. A partir de 1981 la situación económica mejoró. El PIB creció ya a un 5.5% anual frente a 3.5% en los tres decenios siguientes; además, el flujo de las inversiones extranjeras se hizo mucho más activo. No obstante, lo que les llamaba la atención a los dirigentes indios era la diferencia de desarrollo entre su país y otros. En 1960 Corea e India tenían idéntica renta per cápita pero la primera se desarrolló a continuación a un ritmo muy superior. India había conseguido electrificar el 85% de sus pueblos pero, al mismo tiempo, contaba con diez millones de empleados de la industria estatal, trabajadores privilegiados en un país que no podía permitírselos. De ahí la importancia de los programas liberalizadores. La variable más constante de la política india ha sido siempre la política exterior en el sentido de que ésta siempre se ha fundamentado en una cierta visión del no alineamiento. En gran medida eso se debió a razones biográficas: Nehru había participado en reuniones internacionales de nacionalidades oprimidas desde 1927. El volumen demográfico de la India siempre le dio una cierta sensación de invulnerabilidad y de capacidad de iniciativa. La política exterior fue objeto de un consenso entre todas las fuerzas políticas a pesar de tratarse de un país muy dividido por otras razones. La relación privilegiada con la URSS se explica en gran medida por el deseo de compensar el peligro que representaba otro país cuya fuerza derivaba de su peso demográfico, China.

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