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Datos principales


Rango

El Imperio Bizantino

Desarrollo


El comercio dentro del territorio bizantino hubo de ser continuo porque los campesinos intervenían en él: al menos, tenían que vender parte de sus cosechas para pagar en dinero los impuestos. Por otra parte, el abastecimiento de las grandes ciudades obligaba a tráficos importantes canalizados a través de los mismos mercados rurales donde el comercio era libre -casi nunca se intentó el abastecimiento triguero de Constantinopla por vía de monopolio, por ejemplo-. Los principales excedentes se situaban así: cereales en Asia Menor, Grecia e Italia, ganado de cerda y bovino en Tracia, ovino en Bitinia, algodón y lino en Asia Menor también, azafrán en Cilicia, alumbre en el Sur del Mar Negro, al Oeste de Trebisonda... pero no es posible conocer datos más precisos. El dominio de amplias áreas del Mediterráneo oriental y del Mar Negro y su acceso, y la potencia de la flota mercantil bizantina importaban tanto para el comercio exterior como para el interior: ambas realidades no decayeron el siglo XII y explican que el Derecho marítimo imperial (Ley de los Rodios o Nomos Rodios) haya influido sobre otros elaborados posteriormente en el ámbito mediterráneo. Constantinopla y las principales ciudades y puertos concentrarían las operaciones mercantiles de mayor volumen y los tráficos hacia o desde el exterior del Imperio, contando con su magnifica ventaja de posición: Constantinopla, dueña de los estrechos entre Mediterráneo y Mar Negro, era un nudo comercial de enorme importancia.

Destacaban, además, las ferias de Tesalónica y Efeso, la capitalidad regional de plazas como Andrinópolis, Cesarea, Esmirna o Sínope, o el papel de cabecera de rutas exteriores que juegan Corinto, Melitene o Chersón. De Este a Oeste, las principales rutas y contactos exteriores del comercio bizantino eran éstas: Alejandría, Edesa y Trebisonda eran los puntos extremos del tráfico hacia el Indico pues, más allá, era inevitable utilizar intermediarios musulmanes. En cambio, la ruta terrestre hacia China por el Turquestán permaneció abierta mientras duró la alianza con los jázaros, y permitió importar oro del Cáucaso y de los Urales. Desde la segunda mitad del siglo IX los varegos descendiendo por los cursos del Dnieper, Don y Volga tomaron contacto con el espacio bizantino. Y, en lo que toca a las rutas hacia Occidente, se combinó el uso de las marítimas y de la terrestre que unía Tesalónica y Dyrrachion a través de la Vía Egnatia; la ruta del Danubio no estaría practicable hasta comienzos del siglo XI, tras las victorias sobre los búlgaros, que coincidían con la sedentarización y cristianización de los húngaros asentados en Panonia Bizancio ofrecía en aquellos tráficos comerciales manufacturas de gran calidad en metalurgia, orfebrería, esmaltes, marfiles y sedas, tintes, en especial cochinilla, resina de lentisco, tejidos de lino y algodón, vinos y frutos secos. Pero importaba más: oro, especias, perfumes, piedras preciosas, maderas finas y sederías orientales, así como pieles, madera, pescados y miel traídos por los varegos.

El tráfico de esclavos tuvo notable importancia: eran eslavos, armenios, caucásicos, prisioneros de guerra y gentes de diverso origen vendidas por mercaderes varegos: aunque estaba prohibido, es evidente que Bizancio actuó como intermediaria en el envío de esclavos a países islámicos. Otros se utilizaron en el Imperio, más en las ciudades que en el ámbito rural por lo que parece. El gran comercio tuvo en la economía bizantina un papel marginal. Desde el siglo XI cayó en manos extranjeras -sobre todo italianas- al tiempo que los cambios en el mundo mediterráneo hacían que Constantinopla perdiera parte de su importancia como punto intermediario obligado, aunque lo mantuvo mientras controló el paso al Mar Negro. Fue una posibilidad poco aprovechada, a causa más de las ideas sobre un sistema económico agrario dominante en un mundo inmóvil que no de la competencia occidental, inexistente hasta bien entrado el siglo XI.

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