Educado en el seno de una familia pudiente, cuando cumple 19 años se traslada a Gran Bretaña para estudiar. Nabokov completaría su formación en Alemania y Francia. Al comienzo de la década de los cuarenta se instala en Estados Unidos. Allí se dedica a la enseñanza e imparte clases de literatura. Como escritor ya había publicado algún trabajo en ruso. Pero desde este momento relata sus obras en lengua inglesa. Otro de los destinos donde suele residir durante estos años es en Suiza. Cultivó todos los géneros literarios, desde poemas hasta novelas. De su legado artístico hay que destacar "La defensa", "El ojo", "La verdadera vida de Sebastian Knight" y "Lolita", entre otras obras. Esta última fue una de las más famosas por su adaptación al cine.
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A la muerte de Nabucodonosor le sucedió su hijo Awel-Marduk. Su reinado duró dos años debido al triunfo de una conjura encabezada por el general Neriglissar. A su muerte le sucedió su hijo Labashi-Marduk quien pronto sufrió una conjura de la que salió victorioso Nabónido. Tampoco fue fácil para Nabónido que pronto vio como era rechazado por un amplio grupo, precisamente cuando los medos suponían una peligrosa amenaza. Nabónido dirigió sus primeros esfuerzos hacia la zona de Siria, llegando hasta Edom. En el tercer año de su reinado se produjeron una serie de disturbios en diferentes ciudades del reino lo que no impidió que dirigiera una campaña hacia Arabia cuyas principales ciudades fueron tomadas. En los diez años que Nabónido permaneció en Arabia los persas se fortalecieron hasta el punto que Ciro reanudó su política expansiva. El peligro persa fue contestado con la formación de una coalición entre el faraón Amasis, Creso de Lidia y Nabónido. El primer afectado por el ansia conquistadora de los persas fue Creso cuya ciudad fue tomada. Pronto empezaron las revueltas internas en tierras babilonias que favorecieron a Ciro. El monarca persa tomó la iniciativa y en el otoño de 539 a.C. marchó sobre Babilonia, ocupando la ciudad el 29 de octubre y haciendo prisionero a Nabónido.
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En 626 a.C. Nabopolasar se apodera de Uruk y consigue el reconocimiento como rey de Babilonia en diversas ciudades, posiblemente con el apoyo de un hijo de Assurbanipal llamado Sin-shar-ishkun quien tomó Nippur. Nabopolasar apoyó a Sin-shar-ishkun como rey de Asiria tras haber conseguido éste ocupar Nínive. Esta alianza se rompió en 621 lo que fue aprovechado por Nabopolasar para controlar Babilonia y buena parte del curso medio del Éufrates. El avance babilónico motivó la intervención del faraón Psamético que decidió apoyar a los asirios. La lucha entre asirios y babilonios sería interrumpida por la aparición de los medos dirigidos por Ciaxares. Nabopolasar firmó una alianza con el rey medo y en 612 caía la capital asiria, Nínive. Assurubalit opuso resistencia en la ciudad de Harran que fue tomada dos años más tarde. Asiria había caído definitivamente. Babilonia se adueñaba de los territorios mesopotámicos y el faraón Necao dominaba Palestina, Fenicia y las antiguas provincias arameas. Nabopolasar incluso se veía con fuerzas para atacar las fronteras de Urartu. Su hijo Nabucodonosor continuará con la política expansionista que hará de Babilonia un gran imperio.
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A pesar de ser el rey más importante de Babilonia, no se conoce a la perfección el reinado de Nabucodonosor. Tras la caída de Asiria será Babilonia quien alcance la hegemonía en el Creciente Fértil. En los primeros años del reinado de Nabucodonosor se hace casi una campaña anual en dirección a las tierras de Siria. Karkemish pasó a manos babilonias como paso previo de la toma de Palestina y Siria, dura labor que costó importantes esfuerzos al ejército babilonio. Esta actitud expansiva por la zona siria provocó la intervención de Egipto, deseoso de mantener su hegemonía sobre los puertos del Líbano. El primer enfrentamiento egipcio-babilonio se produjo en 601 a.C., obteniendo la victoria los primeros. Estos hechos provocaron que Joaquim de Judá rompiera con Nabucodonosor durante tres años hasta que el rey babilonio puso sitio a Jerusalén. La ciudad fue saqueada y Joaquim deportado a Babilonia, entronizando a Sedecías como rey de Judá. Era evidente que los países palestinos no veían con buenos ojos la dominación ejercida por Nabucodonosor. Con la ayuda del faraón Apries se organizó una coalición formada por Egipto, Judá, Amón y Fenicia mientras Edom y Moab permanecían neutrales. Nabucodonosor pasó rápidamente a la acción y trasladó sus tropas a Fenicia que fue sometida, introduciéndose en Judá donde la mayoría de las ciudades fueron ocupadas. Jerusalén resistió durante dos años antes de caer capturada. A pesar de las victorias, Nabucodonosor volvió a encontrar resistencia de las regiones sirio-palestinas que siempre contaban con la inestimable ayuda de Egipto. No en balde, Necao ocupó el territorio de Gaza. Pero a partir de 568 a.C. las relaciones entre Egipto y Babilonia parecen más estables, respetando sus respectivas áreas de influencia. En el aspecto interior, el reinado de Nabucodonosor fue bastante favorable ya que puso en marcha una política de recuperación nacional, tras diez años de guerras internas. Los canales fueron rehabilitados, la agricultura restablecida y las ciudades reconstruidas. Un periodo de prosperidad se abre para el país, salpicado de momentos de tensión provocados por las esporádicas revueltas.
contexto
En 1919, el Ejecutivo Sionista le encomendó la organización de la Haganá (defensa), fuerza paramilitar para la defensa de la Yzshuv. Para ello, Jabotinsky reunió a varios ex camaradas de la Legión judía y a miembros de las asociaciones deportivas Macabi (Macabeos). En poco tiempo pudo disponer de un pequeño grupo operativo, que cumplió un papel eficaz en defensa de los residentes judíos durante los levantamientos árabes antisionistas de los años veinte. Para Jabotinsky, la Haganá encarnaba su metafórico muro de hierro, aunque al principio le parecía demasiado poco consistente. Eso se debía a que, en sus inicios, la Haganá se autoimpuso la moderación (havlaga) en el uso de la fuerza. El mismo hecho de que la organización paramilitar fuera puesta bajo la autoridad de la Histadrut, la central sindical sionista dominada por militantes socialistas, indicaba la reticencia inicial a aplicar una violencia desmedida que ahondara el abismo que ya existía con los árabes. Por el otro, los judíos ashkenazis de la Diáspora no tenían una tradición combativa: siempre en minoría en medio de las sociedades de gentiles, su mejor arma defensiva había sido negociar para resolver los conflictos con sus vecinos. Por último, los dirigentes sindicales recelaban de toda organización armada, en la que veían una forma más del fascismo que florecía en Europa. No era éste el ambiente propicio para el desarrollo de las ideas y planes de Jabotinsky -enemigo de la havagá- que, poco a poco, fue ahondado sus diferencias con el Ejecutivo Sionista. En 1923 creó Betar, una organización juvenil calcada del modelo mussoliniano que tanto admiraba, con toda su parafernalia de uniformes militares, camisas pardas, correajes, disciplina castrense, exaltación del heroísmo y de la violencia, eslóganes incendiarios como: "Con fuego y sangre Judea renacerá" o "No hay ley ni justicia ni Dios en el cielo. Sólo una ley que decide y sobrepasa a todas: la ocupación judía de la tierra". Dos años más tarde, Jabotinsky fundó el Partido Revisionista, origen de la derecha israelí, que reivindicaba para el futuro Estado judío todo el territorio del Mandato entregado por la Sociedad de las Naciones a Gran Bretaña (incluía ambas orillas del Jordán). Y, por supuesto, defendía la doctrina del muro de hierro, al tiempo que pugnaba por el abandono de la política de moderación impuesta por la Histadrut a la Haganá. Pese a las apariencias, la central sindical sionista no estaba demasiado lejos de las tesis de Jabotinsky, especialmente cuando al frente de la Histadrut se mantuvo, durante 14 años, David Ben Gurion. Al principio, el más destacado dirigente sionista adoptó la postura oficial de su organización con respecto a las relaciones con los árabes: los palestinos no constituyen una entidad nacional individualizada sino que son parte de la gran nación árabe. Por tanto no había conflicto entre los intereses del sionismo y los de los árabes de Palestina. Esta política del avestruz no sería capaz de resistir el paso del tiempo que trajo la agudización creciente del conflicto entre ambas comunidades. Después de la Revuelta Árabe de 1936, Ben Gurion llegó a las mismas conclusiones que Jabotinsky trece años antes: los palestinos eran un movimiento nacional que por su naturaleza resistía y se opondría con todas sus fuerzas a la presencia sionista en su tierra. Por eso, Ben Gurion creía que los árabes seguirán combatiendo a los sionistas mientras les quede alguna brizna de esperanza de evitar que se apoderen de su país. "Nosotros y ellos queremos lo mismo: Palestina", confesó abiertamente. "Si yo fuera árabe me alzaría contra la inmigración (judía), responsable en el futuro de entregar el país... bajo gobierno judío". El corolario es el mismo que la vieja tesis del líder del Partido Revisionista: sólo cuando los palestinos estén totalmente aplastados y desesperanzados podrá plantearse establecer algún tipo de acuerdo con ellos. Mientras tanto, tal acuerdo sería inviable. En una carta dirigida al cuerpo ejecutivo de la Agencia judía, Ben Gurion explicaba claramente que la paz con los árabes no podía ser un fin. "Necesitamos un acuerdo pero no para instaurar la paz. La paz es sin duda un asunto vital para nosotros. Es imposible construir un país en un estado permanente de guerra. Pero la paz para nosotros es un medio. El fin es la realización completa del sionismo. Sólo para eso necesitamos un acuerdo" (con los palestinos).
contexto
En primer lugar, la población estaba concentrada y defendida, cohabitando en el estrecho espacio que permitía la muralla defensiva, donde las casas se agrupaban alrededor de la fortaleza, una especie de castillo dentro del castillo, con la torre y el palacio del señor. No existe una homogeneidad de estructuras defensivas y urbanísticas, que varían de un lugar a otro, pero un elemento permanece constante: durante muchos siglos el castillo es un pueblo fortificado, no la residencia exclusiva de los nobles y de sus clientes. Las relaciones sociales se desarrollarían en un contexto que nos es familiar, pero que en la época de Carlomagno y de sus sucesores era todavía muy raro. Las relaciones con los parientes y con los vecinos, la actividad artesanal y el comercio; la adscripción religiosa de los fieles, su control por parte de los ostentadores del poder, la solidaridad y los conflictos locales, se desarrollaban en un ambiente totalmente transformado.