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La villa de Medina del Campo se asienta en un lugar habitado desde antiguo. Tras ser conquistada por los musulmanes, pasa a manos cristianas durante el reinado en Castilla de Alfonso VI. La "reconquista" de Medina -en árabe, "ciudad"- corre a cargo de Alvar Fáñez de Minaya, guerrero que combatió con el Cid. El avance de la reconquista y la incorporación de nuevas tierras para pastos permite que la economía castellana se base fundamentalmente en la cría de ganado ovino, cuya lana es exportada a Flandes, Inglaterra y Francia. De esta actividad productiva, favorecida con la creación del Honrado Concejo de la Mesta y promovida por monarcas como Alfonso X, se beneficia especialmente Medina, en cuyo solar se celebra un gran mercado de ganado dos veces al año. La importancia de este mercado no hace sino acrecentarse con el paso de los siglos, hasta convertirle en uno de los más importantes de Europa. De esta actividad mercantil se derivaron distintos hechos. Por un lado, la ciudad y su población fue objeto de distintos privilegios y mercedes concedidos por la realeza castellana, como la exención de impuestos civiles y religiosos. Por otro, Medina fue visitada frecuentemente por reyes y nobles, no en vano en ella ocurrieron importantes acontecimientos, como celebraciones de Cortes. Así, en Medina se alojaron la reina María de Molina, Enrique II, Juan I, Juan II, Enrique IV o los Reyes Católicos. Precisamente en Medina Isabel la Católica vivió sus últimos días, y fue también el lugar en el que firmó su testamento. Por último, tan intensa actividad económica generó un gran patrimonio artístico, como su castillo, del siglo XV, la Colegiata de San Antolín (XVI), con un relieve de Juan de Juni, la Iglesia de San Miguel (XVI) o la Iglesia de Santa María la Real, fundada a instancias de los Reyes Católicos, con retablos barrocos, y la Capilla de San Juan de la Cruz, que contiene pinturas y esculturas de Alonso de Berruguete. Hay que destacar también el Palacio de Dueñas, el Hospital, la Plaza Mayor... así como un sinnúmero de casas blasonadas y señoriales, que dan cuenta de la intensa actividad económica y política que se desarrolló en Medina del Campo. Sin embargo, Medina vivirá tiempos convulsos en el siglo XVI. Los decretos de expulsión de judíos, primero, y moriscos, después, inciden negativamente en la economía medinense. Además, la revuelta comunera, a la que se adscribe, hace que reciba represalias por parte de Carlos V, quien ordena incendiarla.
contexto
La villa de Medina del Campo se asienta en un lugar habitado desde antiguo. Tras ser conquistada por los musulmanes, pasa a manos cristianas durante el reinado en Castilla de Alfonso VI. La "reconquista" de Medina -en árabe, "ciudad"- corre a cargo de Alvar Fáñez de Minaya, guerrero que combatió con el Cid. El avance de la reconquista y la incorporación de nuevas tierras para pastos permite que la economía castellana se base fundamentalmente en la cría de ganado ovino, cuya lana es exportada a Flandes, Inglaterra y Francia. De esta actividad productiva, favorecida con la creación del Honrado Concejo de la Mesta y promovida por monarcas como Alfonso X, se beneficia especialmente Medina, en cuyo solar se celebra un gran mercado de ganado dos veces al año. La importancia de este mercado no hace sino acrecentarse con el paso de los siglos, hasta convertirle en uno de los más importantes de Europa. De esta actividad mercantil se derivaron distintos hechos. Por un lado, la ciudad y su población fue objeto de distintos privilegios y mercedes concedidos por la realeza castellana, como la exención de impuestos civiles y religiosos. Por otro, Medina fue visitada frecuentemente por reyes y nobles, no en vano en ella ocurrieron importantes acontecimientos, como celebraciones de Cortes. Así, en Medina se alojaron la reina María de Molina, Enrique II, Juan I, Juan II, Enrique IV o los Reyes Católicos. Precisamente en Medina Isabel la Católica vivió sus últimos días, y fue también el lugar en el que firmó su testamento. Por último, tan intensa actividad económica generó un gran patrimonio artístico, como su castillo, del siglo XV, la Colegiata de San Antolín (XVI), con un relieve de Juan de Juni, la Iglesia de San Miguel (XVI) o la Iglesia de Santa María la Real, fundada a instancias de los Reyes Católicos, con retablos barrocos, y la Capilla de San Juan de la Cruz, que contiene pinturas y esculturas de Alonso de Berruguete. Hay que destacar también el Palacio de Dueñas, el Hospital, la Plaza Mayor... así como un sinnúmero de casas blasonadas y señoriales, que dan cuenta de la intensa actividad económica y política que se desarrolló en Medina del Campo. Sin embargo, Medina vivirá tiempos convulsos en el siglo XVI. Los decretos de expulsión de judíos, primero, y moriscos, después, inciden negativamente en la economía medinense. Además, la revuelta comunera, a la que se adscribe, hace que reciba represalias por parte de Carlos V, quien ordena incendiarla.
Personaje
Es uno de los pocos casos documentados de matrimonio mixto entre española e indio, ya que al revés fueron muy frecuentes. Llegó con Francisco Pizarro, por su apoyo en la conquista del Perú recibió parte del tesoro de Atahualpa, y una encomienda cerca de Lima. Vecina de esta ciudad, fue entregada en matrimonio por Francisco Pizarro, en premio a los méritos militares de él, a Martinillo de Poechos, también llamado a petición propia y con permiso de Pizarro, Martín Pizarro. Este, sobrino del curaca Maizavilca, estuvo presente en las fundaciones de San Miguel de Piura y de Lima, y en Jauja; además fue muy útil como intérprete: hablaba las lenguas sec, tallana, runa-simi y castellano. Pisa de Medina vecina de Lima. El Consejo de Indias le entregó encomienda de indios. Tuvieron al menos tres hijos: Francisca, Isabel y Agustín Pizarro. Acompañó a su marido cuando este fue desterrado a Panamá por pizarrista; luego se instalaron en Sevilla.
Personaje Escultor
Discípulo de Salvatierra en la Academia de San Fernando, del que heredó su concepción clasicista que reafirmó durante su estancia de seis años en Roma a partir de 1832, ciudad en la que realizó en mármol una de sus más significativas obras, La ninfa Eurídice mordida por un áspid cuando huía de Eristeo (Museo del Prado, Madrid), que le valió el reconocimiento de la crítica italiana y el título de académico de San Lucas. En Madrid, a su regreso, fue nombrado Escultor de la Villa, realizando entre otras numerosas obras la alegoría de la Virtud en el Obelisco del 2 de Mayo, las cariátides del Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados, la estatua del Río Lozoya, para el Canal de Isabel II y numerosos retratos de políticos y artistas, destacando entre ellos los de Argüelles (Congreso de los Diputados), Diego de León (Museo Romántico, Madrid), Pascual Colomer (Escuela Superior de Arquitectura), etc. También distintos monumentos funerarios para necrópolis madrileñas, como los de Mendizábal, Argüelles y Calatrava (San Nicolás) y Santibáñez y Muguiro (San Isidro).