No me imagino como pintor sin la música", decía Lyonel Feininger (1871-1956), y es que la música fue también su punto de partida. Nacido en Nueva York, de origen alemán e hijo de un violinista y una cantante, llegó a Alemania en 1888 para estudiar música, pero la cambió por la pintura y en los primeros años fue ilustrador y caricaturista de periódicos europeos y americanos. Desde 1907 se dedicó sólo a la pintura y, también en su caso, el contacto con Delaunay y los órficos, que conoció en París, fue decisivo. Este cubismo le suministró los medios para poder expresarse a través de la pintura, para ser expresionista, que era como él se definía. Franz Marc, con quien compartía una manera de entender el color y una actitud romántica, le invitó en 1912 a participar en El Jinete Azul y un año después expuso con ellos en el Salón de Otoño de Berlín. El recuerdo de la ciudad de Nueva York, su experiencia como caricaturista, las enseñanzas de Delaunay y el contacto con El Jinete Azul definen su obra. La ciudad es uno de sus temas favoritos, una ciudad moderna, hecha de construcciones geométricas, que siempre tiene ecos de Nueva York, aunque sea Berlín o París y que se ha puesto en relación con los decorados para "El gabinete del doctor Caligari", la película expresionista de Robert Wiene, que fueron realizados en 1919 por pintores del círculo de Der Sturm y en los que quizá influyó Feininger, en la arquitectura fantasmagórica y en los efectos de transparencia. En esa ciudad se mueven personajes gigantescos, salidos de sus caricaturas, estirados hasta alcanzar la altura de los edificios y compuestos a base de planos de color casi transparentes que se superponen y se interpenetran como sonidos musicales.Próximo a Kandinsky, decía que sus obras surgían "de la necesidad casi dolorosa de realizar una experiencia interior". Activo políticamente, fue miembro del Grupo de Noviembre en 1918 y uno de los primeros artistas en acudir a Weimar a la llamada de Gropius para enseñar en la Bauhaus, donde permaneció desde 1919 a 1933; en 1924 formó parte de los Cuatro Azules, con Kandinsky, Klee y Jawlensky. Degenerado, para los nazis, en 1938 se estableció definitivamente en Nueva York.
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Personaje
Político
Con el apoyo de Lawrence, se encargó de dirigir la revuelta árabe contra el Imperio otomano. Durante la Primera Guerra Mundial luchó contra los turcos en la toma de Damasco bajo el mando del general británico Allenby. En 1920 fue proclamado rey de Siria, pero los franceses, que conocían sus intenciones probritánicas, le obligaron a abandonar el trono. Cuando Irak pasó a ser mandato británico, en 1921, el Gobierno de Londres instauró la monarquía y le instaló en el trono. Feisal I supo mantener siempre buenas relaciones con la potencia mandataria, logrando firmar con Londres una serie de tratados que culminaron, finalmente, en la independencia de Irak en el año 1932. Ese mismo año Irak se convertía en miembro de la Sociedad de Naciones.
Personaje
Pintor
A los veinte años es admitido en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde consigue el título para impartir clases de dibujo. París es su siguiente destino, gracias a una beca. En 1957 crea el Grupo El Paso, con otros autores como Saura, Millares, Canogar y Rivera. Luego se instala en Montreal y allí permanece hasta 1983. A partir de entonces llega a Nueva York, y allí comienza una nueva vida. En su trayectoria artística, aunque inicialmente se decanta por lo figurativo, poco a poco deja paso a la abstracción. Estando en París se deja llevar por las pautas de la pintura matérica para la que emplea diferentes materiales como la arena, que mezcla con ocres y blanco, y luego con rojo. A medida que pasa el tiempo introduce más colorido y las formas se vuelven cada vez más geométricas. Su labor ha sido reconocida con varios premios como el David Bright de la XXX Bienal de Venecia.
obra
Feliciana Bayeu era hija del pintor Francisco Bayeu y de Sebastiana Merclein. Había nacido en Madrid hacia 1775, casándose con 20 años; falleció el 13 de noviembre de 1808. Sobrina de Goya, este pequeño retrato fue tenido por obra de este maestro hasta que llegó al Museo del Prado. La adolescente cuenta con 13 años en el momento que fue retratada, según se aprecia en una inscripción del propio Bayeu en la esquina inferior izquierda del lienzo. Aparece de busto, con un sombrero de lazos azules y rosas, ante un fondo verdoso en el que aun apreciamos zonas rojizas de la imprimación. La viveza de los ojos de la muchacha sorprenden al espectador, destacando el extraordinario dibujo que exhibe Bayeu en esta obra. Las líneas de la nariz, los labios, los ojos están trazados con enorme fuerza, al igual que los lazos para contrastar con el vestido ejecutado con algo más de abocetamiento. De esta forma Bayeu demuestra su calidad como retratista.
obra
La curvatura dada al cuerpo de este felino, convertido en un círculo, es una de las deformaciones estéticas propias del mundo escita. La figura se adornaba con esmaltes, hoy perdidos, incrustados en los campos creados al efecto en el extremo de las patas, cola, oreja, boca, morro y ojo. El tipo de animal y la técnica del esmalte recuerdan mucho al mundo de Ziwiye. En uno y otro caso, el motivo del animal representado es una muestra obvia del uso decorativo de la imagen en la estética escita.
Personaje
Militar
Político
Hijo de Luis VII, alcanzó el trono francés en 1180 y lo desempeñó hasta su muerte. Durante su gobierno, logró expansionar el poder del reino y anexionar nuevos territorios, lo que motivó constantes luchas exteriores. Combatió a Inglaterra en 1187. Tomó parte en la Tercera Cruzada junto a Ricardo Corazón de León, para después aliarse con Juan Sin Tierra en su enfrentamiento contra Ricardo. Más tarde, emprendió una guerra contra Flandes y combatió esta vez contra Juan Sin Tierra y Otón de Brunswick, entre otros príncipes, sobre los que salió victorioso en 1214. Sancionó la creación de la Universidad de París y favoreció a la Iglesia. Su figura es una de las más relevantes de la dinastía Capeto.
Personaje
Científico
De su biografía apenas se tienen datos. Parece ser que fue bachiller en Cánones por Salamanca y alcanzó del doctorado por Coimbra. Escribió "Tratado del Consejo y de los Consejeros de los príncipes", obra traducida al inglés y de la que se imprimieron dos ediciones.
contexto
La obra de Felipe de Castro marca en la escultura la inflexión hacia el neoclasicismo. Castro ofrece la imagen del artista culto que además de ser escultor y excelente dibujante fue escritor y poeta, facetas a las que se une su actividad de profesor académico. Nacido en la comarca de Noya en los primeros años del siglo XVIII, su primera formación tiene lugar en Santiago junto a Miguel de Romay para pasar después a Portugal y finalmente a Sevilla, donde entra en el taller de Pedro Duque Cornejo con el que permanece siete años. No obstante, poco quedará en Castro del barroquismo del imaginero sevillano, pues una dilatada estancia en Roma (1733-1746) le permitió colaborar primero con Giuseppe Rusconi, discípulo del famoso escultor Camilo Rusconi, y después con Filippo della Valle. Alumno de la Academia de San Lucas de Roma ganará en 1739 la primera medalla de escultura y más adelante será nombrado Académico de Mérito. El eco de la fama ganada en Roma llega a oídos del rey Felipe V, quien lo hace venir a España a fines de 1746. Al año siguiente el rey Fernando VI le nombra su escultor personal y, como artista que goza de la confianza regia, es designado director extraordinario de escultura de la Academia para mantener la Junta Preparatoria bajo el directo control real. Análogas pretensiones regias encierra el nombramiento de Felipe de Castro en 1749, como codirector del taller de escultura del Palacio Real, cuyos trabajos se repartirá a medias con Olivieri. En una carrera ascendente de cargos y honores, Castro será nombrado en 1752 tras la inauguración de la Academia, director de Escultura al frente de tres tenientes directores: Luis Salvador Carmona, Juan Pascual de Mena y Roberto Michel. Finalmente en 1763 conseguirá ser nombrado director general de la Academia. La intensa actividad docente y directiva llevada a cabo por Felipe de Castro le impidió plasmar una amplia obra escultórica, a pesar de su larga vida, ya que muere en 1775. Como cabe esperar de un artista con su trayectoria, la escultura de Castro se inscribe casi exclusivamente bajo el epígrafe de arte oficial o arte cortesano. Su participación en el programa del Padre Sarmiento para el Palacio Real Nuevo, puesto en marcha en 1749, el mismo año de su incorporación como director al obrador real, le llevó a esculpir algunos reyes, entre ellos los monarcas reinantes Fernando VI y Bárbara de Braganza, a quienes había retratado nada más llegar a España; bustos que ocupan hoy el ático de la fachada principal. También esculpió a Ataúlfo, Walia, Turismundo y Enrique IV, además de Felipe II -uno de los mejores, acertado en el parecido y en la actitud- así como a Luis I, para la balaustrada de palacio. Las estatuas de los emperadores Trajano y Arcadio, para el piso principal, muestran la asimilación de la escultura romana, cuyo clasicismo sirve de contrapunto a las estatuas de Teodosio y Honorio, más esbeltas y gráciles, de Olivieri. Realizó también Castro el famoso León de la fachada principal y otro más para la escalera de Palacio, además del boceto en barro de la Batalla del Salado, tema de una de las medallas militares de la galería. También participó con Roberto Michel y otros maestros en el conjunto de Ángeles en estuco que decora la Capilla Real. Importante es la aportación de Felipe de Castro al retrato regio, coincidiendo con el reinado de Fernando VI. Así, por encargo real ejecutará entre 1746 y 1747 los bustos de Fernando VI y Bárbara de Braganza, posando los reyes para el escultor. Se conservan los modelos en yeso de los citados bustos en la Academia de San Fernando, que sirvieron para realizar la pareja de retratos en mármol que firmados por Castro guardan las Salesas Reales. Estos bustos se hicieron por orden de Carlos III y representan a los reyes idealizados; Fernando VI, con la cabeza coronada de laurel, como un nuevo Apolo. La evolución hacia el neoclasismo patente en estos bustos ha hecho desaparecer el ímpetu expresivo que conservaban los retratos de Olivieri. Muy interesantes para conocer la personalidad artística de Felipe de Castro son los numerosos dibujos, tanto de tema mitológico como religioso que de él se conservan.