Caspar David Friedrich
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Datos principales
Tipo
Pintor
Fecha nacimiento
1774
Lugar nacimiento
Greifswald
País nacimiento
Fecha muerte
1840
Lugar muerte
Cargo
Pintor
Estilo
Desarrollo
Caspar David Friedrich es el máximo representante del Romanticismo en Alemania, y uno de los más importantes pintores de la época en Europa, junto a Goya , Delacroix , Turner o Constable . En su país, sólo Philipp Otto Runge acometió una titánica tarea de renovación comparable a la suya, aunque truncada por una prematura muerte. Friedrich nació el 5 de septiembre de 1774 en la pequeña ciudad portuaria y universitaria de Greifswald, en la Pomerania anterior, región que desde 1648 hasta 1815 permaneció bajo dominio de Suecia. Este hecho determinaría en buena medida el pensamiento político de Friedrich: la política de autonomía con que el reino sueco gobernaba esta zona, suscitó la simpatía del pintor, quien consideraba a Suecia un país de libertades, un modelo a seguir, aunque, como nacionalista, celebrara el retorno de la Pomerania Anterior al conjunto de estados alemanes como parte de Prusia. Era el sexto hijo del fabricante de jabones y cerero Adolph Gottlieb Friedrich (1730-1809). Tanto él como la madre de Friedrich, Sophie Dorothea Bechly (1747-1781), procedían de Neubrandenburg, ciudad a la que acudirá en numerosas ocasiones el pintor a lo largo de su vida a visitar a sus familiares, y que quedará reflejada en muy diversos cuadros. Dos de sus hermanos fallecieron durante su infancia, y una hermana murió de tifus a los veinte años. Un hecho traumático, que marcaría al sensible pintor para toda su vida, fue el fallecimiento de su hermano Johann Christofer, un año menor que él.
Habiendo caído Friedrich al agua al volcar una pequeña embarcación en la que navegaban, Johann Christofer se lanzó a salvarlo, pereciendo en el mismo intento ante los ojos de Caspar, quien tenía entonces trece años. En 1781 había muerto su madre; desde entonces el ama de llaves, a quien llamaban "Mutter Heiden", se encargó de cuidar a los niños. Caspar David se crió en un ambiente de devota religiosidad luterana, acendrada por las lecturas diarias de textos religiosos que su padre realizaba como parte de la formación de sus hijos. La relativa prosperidad del negocio permitió a Adolph Gottlieb Friedrich la contratación de un joven estudiante de teología como profesor particular. Este tutor privado enseñó a Friedrich principalmente latín, literatura y música. De esta época se conservan algunas láminas caligrafiadas (6167) con máximas de corte moral y pedagógico, imbuidas del espíritu de la Ilustración. En torno a 1790 comenzó a iniciarse en las técnicas del dibujo y el color como pupilo de Johann Gottfried Quistorp (1755-1835), profesor de dibujo en la Universidad de Greifswald. Su enseñanza fue determinante, así como la posibilidad de acceso a su espléndida colección de libros y grabados en cobre. Fue Quistorp quien acostumbró al joven Friedrich a recorrer a pie los alrededores de la ciudad y le descubrió numerosos lugares, entre ellos Eldena, Gützkow o la isla de Rügen. Otro factor decisivo en estos años es el conocimiento del poeta y Pastor Gotthard Ludwig Theobul Kosegarten (1758-1818), amigo de Quistorp, cuyas doctrinas de pietismo panteísta y romántico habrán de influir de forma decisiva en el pintor.
Éste acudirá en numerosas ocasiones a visitarlo a Altenkirchen, en Rügen, de donde Kosegarten era prior. Allí no sólo se embeberá de los paisajes bálticos, sino que escuchará las disertaciones del sacerdote sobre la presencia de Dios en la Naturaleza, y se familiarizará con los temas de la poesía y los mitos nórdicos primitivos. Con veinte años, en 1794, Friedrich se matricula en la Real Academia de Arte de Copenhague (Akademi for de Skøne Kunster), una de las más avanzadas y liberales de Europa. Allí estudió de 1794 a 1796 dibujo; entre este año y 1798, dibujo de modelos en yeso; en 1798 pasó al estudio de dibujo de desnudo. La pintura al óleo no era materia de la Academia, sino que era enseñada en privado por los profesores. Todos eran artistas de primera fila y ejercieron una influencia irreversible en Friedrich, apreciable en todas sus obras. Entre ellos destacan Jens Juel , pintor de retratos y paisajes, en especial nocturnos; Christian August Lorentzen y Johannes Wiedewelt. Con todo, fue Nicolai Abraham Abilgaard (1743-1809) quien marcó de manera más decisiva el ánimo de Friedrich. Abilgaard era el máximo representante de la pintura histórica clásica en Dinamarca, así como un ossiánico convencido. La pintura en Copenhague se hallaba influida por la jardinería inglesa de fines del siglo XVIII. El dibujo en estas naturalezas llenas de motivos arquitectónicos era muy practicado por los alumnos de la Academia. Friedrich visitó los numerosos parques de la ciudad creados en este estilo y trasladó a sus acuarelas las ruinas, iglesias góticas, monumentos funerarios y rocas en un tono sentimental y melancólico acorde con estos lugares.
Allí adquirió su afición al paisaje y a este tipo de motivos, que hoy podemos considerar plenamente románticos. En la primavera de 1798, tras completar sus estudios, Friedrich retornó a Greifswald. En octubre, pasando por Berlín, se dirigió a Dresde, capital de Sajonia, la "Florencia alemana", en donde se asentó. En esta ciudad, salvo por ciertas visitas a la Alemania central y Bohemia, permaneció hasta el final de su vida. Se inscribió en las clases de dibujo de la Academia de Bellas Artes, en la que, en 1799, se expusieron algunos de sus trabajos por primera vez. En aquella época, Dresde era el centro del Romanticismo, pues contaba con la presencia de Novalis, Friedrich Schelling, Johann Gottlieb Fichte, los hermanos Schlegel y Ludwig Tieck. Friedrich, sin embargo, apenas se relacionó con estos ambientes. Prefería recorrer las salas de la Gemäldegalerie, en la que contemplaba a los grandes maestros, como Jacob van Ruisdael , o pasear por los alrededores de la ciudad, dibujando de forma intensiva la naturaleza, realizando sus primeros paisajes, empleando para ello de manera profusa motivos simbólicos como senderos, puentes, ríos, colinas lejanas, árboles y vistas de ciudades. Estos mismos trabajos hacían un marcado uso del contraste, simbólico, entre partes iluminadas y sombrías. Su esperanza era ganarse la vida ejecutando vistas y panoramas, y su técnica era la sepia, muy en boga por entonces. Entre 1801 y 1802 permaneció en Greifswald de nuevo, en donde fue visitado por Runge.
Durante la estancia visitó la isla de Rügen, y de los estudios ejecutados realizó varios paisajes a la sepia en línea con la tradición de los maestros de Dresde Johann Christian Klengel y Adrian Zingg (1734-1816). Estas obras causaron gran admiración en la exposición de la Academia de Dresde de 1803. Animado por Johann Wolfgang von Goethe, envió dos sepias a la exposición del Weimarer Kunstfreunde (Amigos del Arte de Weimar) de 1805. Goethe le concedió un premio, compartido ex aequo, de sesenta ducados, por su 'Procesión al atardecer', aunque el tema del concurso era "La Vida de Hércules". Con motivo de este galardón, se inició una larga y difícil amistad de Friedrich y Goethe, que terminaría en 1815 con la total separación y enemistad en el terreno de la concepción del Arte. La relación concluyó con un estallido de ira de Goethe, quien amenazó con golpear los cuadros de Friedrich contra la esquina de su mesa, gritando, "¡Esto (este tipo de obras) no debería permitirse!". Durante estos años, 1800-1808, Friedrich realizó numerosas obras de estudio, xilografías y dibujos, en las que los motivos predominantes son figuras solitarias, melancólicas, o árboles muertos, cuyo fondo se halla impregnado del Sturm und Drang romántico. Si los románticos franceses, para romper con un presente del que se sienten ajenos, vuelven su mirada a la Antigüedad clásica, los pintores alemanes, como Friedrich y Runge, tornan la vista hacia el paganismo y el goticismo germánico.
Precisamente, Runge se constituirá en la mayor influencia sobre Friedrich en estos años. La asociación del paisaje concreto con las horas del día, las estaciones o las edades del hombre, fue un tema dominante en Friedrich durante esta década. Tras conocerse en Greifswald en 1802, compartieron sus inquietudes, hasta 1805, en Dresde, en donde Runge llevaría a cabo las primeras versiones de Las Horas del día. En 1807 Friedrich comenzó a pintar óleos, y fue uno de los primeros trabajos en esta técnica el que lo catapultó a la fama, aunque de manera harto polémica. Se trata de La Cruz en la Montaña - Altar de Tetschen, realizado para el conde Graf. F. A. Von Thun-Hohenstein para su castillo de Tetschen (Decin, Bohemia). El chambelán de la corte y crítico de arte Basilius von Ramdohr expresó en 1809, en un artículo publicado en el "Zeitschrift für die Elegante Welt", su desagrado ante los conceptos subyacentes a esta obra, a su nueva concepción del paisaje, el Arte y la pintura religiosa. Ante su crítica demoledora se alzaron las voces de numerosos amigos del artista, como Ferdinand Hartmann, Gerhard von Kügelgen, Christian August Semler y Johann Rühle von Liliestern. En el mismo 1809, Friedrich repite su esquema revolucionario de contenido panteísta en Monje en la orilla del mar , presentado junto a la Abadía en el encinar a la exposición de la Academia de Berlín de 1810. Ambos lienzos generaron una crítica vehemente pero también la adhesión entusiasta, por primera vez, de los literatos románticos, dada la capacidad de expresar temores y emociones que Friedrich confiere en ellas al paisaje, capacidad que no se halla en el paisaje en forma natural.
Ambas obras fueron adquiridas por el príncipe Federico Guillermo IV de Prusia y Friedrich fue elegido, por una exigua diferencia en la votación, miembro de la Academia berlinesa. Durante estos años, Friedrich no dejó de viajar, buscando el encuentro, la comunión con la naturaleza, y el retorno habitual a su tierra natal. En 1806, 1809 y 1815 regresó durante unas temporadas a Greifswald, Rügen y Neubrandenburg. En 1807 y 1808 recorrió las montañas del norte de Bohemia. En 1810, junto a su buen amigo el pintor Kersting , hizo lo propio en el Riesengebirge. Al año siguiente, junto al escultor Gottlieb Christian Kühn, viajó a pie por las montañas del Harz. Durante estos frecuentes viajes, Friedrich realizaba numerosos dibujos del natural, cuidadosamente recogidos en cuadernos, que más tarde, a veces con un intervalo de más de veinte años, le habrían de servir para sus creaciones paisajísticas, modificando estos elementos a voluntad, según su "visión interior". En 1810, tras las derrotas de Prusia, la potencia alemana, en las batallas de Jena y Auerstedt ante Napoleón, el país fue ocupado. El sentimiento patriótico de Friedrich se fue acentuando; las derrotas alemanas le provocaron crisis nerviosas que le obligaban a retirarse de la ciudad para reponerse. En 1813 conoció al poeta, patriota y revolucionario Ernst Moritz Arndt, con quien le unió una gran amistad. A diferencia de otros pintores, como Kersting, Friedrich no tomó parte activa en la Guerra de Liberación (1812-1814), aunque contribuyó económicamente a ella.
Cuando las tropas francesas entraron en Dresde en 1813, el pintor se retiró al Elbsandsteingebirge, y no retornó hasta poco antes de la batalla que forzó a los franceses a abandonarla. Friedrich alcanzó un gran éxito en marzo de 1814 en la exposición conmemorativa de la liberación de Dresde, a la que presentó Tumbas de héroes antiguos y el Cazador en el bosque . Ahora que se había logrado la victoria, era el momento de homenajear a los caídos, por lo que proyectaron varios monumentos para este fin, de los que no se erigió ninguno. La inquietud política era manifiesta en el Friedrich de esta época. A la derrota de Napoleón no siguió una política renovadora; antes bien, el sistema de la Restauración se encargó de volver a poner en práctica la política absolutista monárquica de antes de la Revolución. Las esperanzas de los patriotas como Friedrich se vieron frustradas. Él mismo explicaba así la negativa a celebrar la memoria de los muertos con la construcción de estos monumentos: "Mientras sigamos siendo esclavos de los príncipes no se hará nada grande de este tipo. Donde el pueblo no tiene voz, tampoco se le permite sentirse y celebrarse a sí mismo". Un signo externo de esta disconformidad nacionalista y política es la adopción del traje tradicional germano. Había sido parte de la lucha contra Francia, y en 1815 fue retomado por los estudiantes de signo republicano, con tal éxito que se convirtió en el atuendo propio de los artistas e intelectuales.
Tras la reacción de 1819, cuando los republicanos fueron perseguidos como "demagogos", el traje fue prohibido. A pesar de ello, apareció de forma recurrente en los cuadros de Friedrich, lo que suponía una arriesgada manifestación pública de sus inclinaciones políticas. A la muerte de Adrian Zingg, en 1816, Friedrich fue nombrado miembro de la Academia de Dresde con un sueldo anual de 150 thalers. Sin embargo, no se convertirá en profesor, a tiempo parcial, hasta 1824, con lo que se incrementó su salario a 200 thalers. Cuando el fallecimiento de Klengel ese mismo año dejó libre la plaza de profesor titular y director de la clase de paisajismo, los directores de la Academia prefirieron dejar el puesto vacante. La posición política de Friedrich comenzaba a resultar muy incómoda, y fue, sin duda, una de las causas de su rápido declive en el favor popular y de la crítica. El pintor, que había contado entre sus admiradores a Federico Guillermo III de Prusia, y su hijo y Príncipe heredero, al Zar Nicolás I, al príncipe heredero de Dinamarca, a Goethe y, en fin, a los más célebres escritores y pensadores del momento, vio cómo, a partir de la Restauración, su nombre se veía empequeñecido en las páginas de los diarios, y la clientela, extraída de la burguesía ilustrada, no bastaba para sostenerlo. Entre estos admiradores de extracción burguesa se encontraban personas, a la larga, decisivas en su vida personal y artística como Carl Gustav Carus, a quien conoció en 1817, y Johann Christian Clausen Dahl, quien en 1823 pasó a vivir en el mismo inmueble.
A pesar de los requerimientos de otros pintores, se negó de forma sistemática a marchar a Italia, país que detestaba, no por su propia naturaleza, sino por el éxito de la pintura que allí llevaban a cabo los nazarenos, a la que se oponía con denuedo. En enero de 1818, ante la sorpresa de todos sus amigos, que le conocían como un tímido e introvertido personaje, sensible y amistoso pero nunca dado a los amores, Friedrich contrae matrimonio con Caroline Bommer, vecina suya, diecinueve años más joven que él, hija de un agente comercial de la Blaufarben Niederlage. Su carácter callado, tranquilo, no modificó en absoluto el modo de vida del pintor. El matrimonio tuvo tres hijos: una hija, Emma, nacida en 1819; una segunda hija, Agnes Adelheid, en 1823; y un hijo, Gustav Adolf (por el monarca sueco del mismo nombre), nacido en 1824, quien alcanzó cierta notoriedad, de adulto, como pintor de animales. El viaje de bodas llevó a los esposos a Neubrandenburg, Greifswald y Rügen, y durante él Friedrich realizó numerosos estudios. La huella de este periplo matrimonial fue de relieve, como lo demuestran algunas de sus obras maestras, nacidas en este contexto, como En el velero y Rocas cretáceas en Rügen . También en esta época hay un cambio en su estilo: las composiciones se hacen menos simétricas y se detecta un nuevo énfasis en las figuras, generalmente en pareja, en especial en lo que se refiere a la figura femenina, a la que dota de nuevos contenidos simbólicos.
En 1820 la familia se traslada a la nueva casa en su misma calle, junto al Elba, en 'An der Elbe 33'. En ella realizará sus grandes obras de madurez, las cuales recogen todas estas nuevas tendencias, como Mujer en la ventana , de 1822. A fines de la década de los veinte, se aprecia un renovado interés por la observación de la forma y el color en el mundo natural, así como en los sutiles juegos de luz de distintas procedencias e intensidades. La vida de Friedrich, según Carus, era "un fragmento de su arte, caracterizada por una estricta integridad, rectitud y reclusión. Nunca se le encontraba en sociedad; se le podía encontrar casi siempre meditando sobre su trabajo en su profunda y sombría habitación". En 1824 padeció una seria enfermedad, de la que no sólo no se recuperó sino que, dos años más tarde, se agravó, por lo que necesitó de un periodo de convalecencia en Rügen. Fue su último viaje a su patria. Al año siguiente pudo volver a pintar, aunque, a consecuencia de la enfermedad, se percibe una tendencia a los paisajes de tipo melancólico, en especial invernales. A la enfermedad corporal se une una creciente obsesión, narrada también por Carus: "En su forma de ser extraña, siempre triste y profunda, se habían venido desarrollando unas ideas fijas, evidente anticipación de la enfermedad cerebral a la cual habría al fin de sucumbir, que comenzaron a minar su vida familiar. Desconfiado como era, se atormentaba a sí mismo y a los suyos figurándose la infidelidad de su mujer, un delirio privado de sentido y, sin embargo, capaz de absorberlo por completo".
A estas dificultades en la salud se unió el progresivo hundimiento de su popularidad. Ahora predominaban la Escuela de Düsseldorf, el historicismo y la religiosidad de los nazarenos y, en general, el arte burgués que desemboca en el Biedermeier. Esto amargó sobremanera al pintor, quien vertió todas sus opiniones sobre el Arte y estas corrientes en sus "Observaciones sobre la contemplación de una colección de pinturas", de 1830. La Sociedad Sajona de Arte, fundada por el coleccionista Johann Gottlieb von Quandt en 1828, hizo miembro de ella a Friedrich, y compró una serie de cuadros durante los años treinta, a instancias de Carus; su protector, el escritor y consejero de Estado ruso Vassili Andreievich Shukowsky, logró introducir algunas de sus obras en la corte de Rusia... Pero esto no bastó para evitar la creciente penuria económica del pintor. En junio de 1835 padeció un ataque de apoplejía, que le dejó inhábil. Durante seis semanas se retiró al balneario de Teplitz en Bohemia, en donde ya estuvo tras su enfermedad de 1826. La mejora, leve, le permitió comenzar a dibujar, pero el óleo, que le fatigaba en gran medida, hubo de ser abandonado a favor de la acuarela y la sepia, que causaban menores penalidades. Estas acuarelas, dibujos y sepias continuaron apareciendo en la exposición anual de la Academia de Dresde hasta 1838. Sus motivos se limitan a túmulos, costas rocosas bajo la luna, ataúdes, ruinas y lejanas ciudades inalcanzables, con los que Friedrich, sabedor de su muerte cercana, aislado y pobre, medita sobre la vida pasada y futura.
En marzo de 1840, Shukowsky escribe en su diario: "Fui a ver a Friedrich. Una triste ruina. Llora como un niño". Friedrich falleció el 7 de mayo de 1840 en Dresde. Fue sepultado tres días más tarde en el Cementerio de la Trinidad de dicha ciudad. Friedrich cayó en el más completo de los olvidos durante el siglo XIX. Su memoria y su obra no fueron recuperadas hasta comienzos de este siglo, cuando la concepción sobre el Arte había sido radicalmente modificada por las Vanguardias. Su influjo salta, desde el Romanticismo, hasta el Surrealismo , el movimiento que más afirmó su influencia. Max Ernst o René Magritte son dos de los autores que más han coincidido en ello. También el Expresionismo alemán y la Abstracción presentan puntos de contacto con la obra del pintor de Greifswald.
Habiendo caído Friedrich al agua al volcar una pequeña embarcación en la que navegaban, Johann Christofer se lanzó a salvarlo, pereciendo en el mismo intento ante los ojos de Caspar, quien tenía entonces trece años. En 1781 había muerto su madre; desde entonces el ama de llaves, a quien llamaban "Mutter Heiden", se encargó de cuidar a los niños. Caspar David se crió en un ambiente de devota religiosidad luterana, acendrada por las lecturas diarias de textos religiosos que su padre realizaba como parte de la formación de sus hijos. La relativa prosperidad del negocio permitió a Adolph Gottlieb Friedrich la contratación de un joven estudiante de teología como profesor particular. Este tutor privado enseñó a Friedrich principalmente latín, literatura y música. De esta época se conservan algunas láminas caligrafiadas (6167) con máximas de corte moral y pedagógico, imbuidas del espíritu de la Ilustración. En torno a 1790 comenzó a iniciarse en las técnicas del dibujo y el color como pupilo de Johann Gottfried Quistorp (1755-1835), profesor de dibujo en la Universidad de Greifswald. Su enseñanza fue determinante, así como la posibilidad de acceso a su espléndida colección de libros y grabados en cobre. Fue Quistorp quien acostumbró al joven Friedrich a recorrer a pie los alrededores de la ciudad y le descubrió numerosos lugares, entre ellos Eldena, Gützkow o la isla de Rügen. Otro factor decisivo en estos años es el conocimiento del poeta y Pastor Gotthard Ludwig Theobul Kosegarten (1758-1818), amigo de Quistorp, cuyas doctrinas de pietismo panteísta y romántico habrán de influir de forma decisiva en el pintor.
Éste acudirá en numerosas ocasiones a visitarlo a Altenkirchen, en Rügen, de donde Kosegarten era prior. Allí no sólo se embeberá de los paisajes bálticos, sino que escuchará las disertaciones del sacerdote sobre la presencia de Dios en la Naturaleza, y se familiarizará con los temas de la poesía y los mitos nórdicos primitivos. Con veinte años, en 1794, Friedrich se matricula en la Real Academia de Arte de Copenhague (Akademi for de Skøne Kunster), una de las más avanzadas y liberales de Europa. Allí estudió de 1794 a 1796 dibujo; entre este año y 1798, dibujo de modelos en yeso; en 1798 pasó al estudio de dibujo de desnudo. La pintura al óleo no era materia de la Academia, sino que era enseñada en privado por los profesores. Todos eran artistas de primera fila y ejercieron una influencia irreversible en Friedrich, apreciable en todas sus obras. Entre ellos destacan Jens Juel , pintor de retratos y paisajes, en especial nocturnos; Christian August Lorentzen y Johannes Wiedewelt. Con todo, fue Nicolai Abraham Abilgaard (1743-1809) quien marcó de manera más decisiva el ánimo de Friedrich. Abilgaard era el máximo representante de la pintura histórica clásica en Dinamarca, así como un ossiánico convencido. La pintura en Copenhague se hallaba influida por la jardinería inglesa de fines del siglo XVIII. El dibujo en estas naturalezas llenas de motivos arquitectónicos era muy practicado por los alumnos de la Academia. Friedrich visitó los numerosos parques de la ciudad creados en este estilo y trasladó a sus acuarelas las ruinas, iglesias góticas, monumentos funerarios y rocas en un tono sentimental y melancólico acorde con estos lugares.
Allí adquirió su afición al paisaje y a este tipo de motivos, que hoy podemos considerar plenamente románticos. En la primavera de 1798, tras completar sus estudios, Friedrich retornó a Greifswald. En octubre, pasando por Berlín, se dirigió a Dresde, capital de Sajonia, la "Florencia alemana", en donde se asentó. En esta ciudad, salvo por ciertas visitas a la Alemania central y Bohemia, permaneció hasta el final de su vida. Se inscribió en las clases de dibujo de la Academia de Bellas Artes, en la que, en 1799, se expusieron algunos de sus trabajos por primera vez. En aquella época, Dresde era el centro del Romanticismo, pues contaba con la presencia de Novalis, Friedrich Schelling, Johann Gottlieb Fichte, los hermanos Schlegel y Ludwig Tieck. Friedrich, sin embargo, apenas se relacionó con estos ambientes. Prefería recorrer las salas de la Gemäldegalerie, en la que contemplaba a los grandes maestros, como Jacob van Ruisdael , o pasear por los alrededores de la ciudad, dibujando de forma intensiva la naturaleza, realizando sus primeros paisajes, empleando para ello de manera profusa motivos simbólicos como senderos, puentes, ríos, colinas lejanas, árboles y vistas de ciudades. Estos mismos trabajos hacían un marcado uso del contraste, simbólico, entre partes iluminadas y sombrías. Su esperanza era ganarse la vida ejecutando vistas y panoramas, y su técnica era la sepia, muy en boga por entonces. Entre 1801 y 1802 permaneció en Greifswald de nuevo, en donde fue visitado por Runge.
Durante la estancia visitó la isla de Rügen, y de los estudios ejecutados realizó varios paisajes a la sepia en línea con la tradición de los maestros de Dresde Johann Christian Klengel y Adrian Zingg (1734-1816). Estas obras causaron gran admiración en la exposición de la Academia de Dresde de 1803. Animado por Johann Wolfgang von Goethe, envió dos sepias a la exposición del Weimarer Kunstfreunde (Amigos del Arte de Weimar) de 1805. Goethe le concedió un premio, compartido ex aequo, de sesenta ducados, por su 'Procesión al atardecer', aunque el tema del concurso era "La Vida de Hércules". Con motivo de este galardón, se inició una larga y difícil amistad de Friedrich y Goethe, que terminaría en 1815 con la total separación y enemistad en el terreno de la concepción del Arte. La relación concluyó con un estallido de ira de Goethe, quien amenazó con golpear los cuadros de Friedrich contra la esquina de su mesa, gritando, "¡Esto (este tipo de obras) no debería permitirse!". Durante estos años, 1800-1808, Friedrich realizó numerosas obras de estudio, xilografías y dibujos, en las que los motivos predominantes son figuras solitarias, melancólicas, o árboles muertos, cuyo fondo se halla impregnado del Sturm und Drang romántico. Si los románticos franceses, para romper con un presente del que se sienten ajenos, vuelven su mirada a la Antigüedad clásica, los pintores alemanes, como Friedrich y Runge, tornan la vista hacia el paganismo y el goticismo germánico.
Precisamente, Runge se constituirá en la mayor influencia sobre Friedrich en estos años. La asociación del paisaje concreto con las horas del día, las estaciones o las edades del hombre, fue un tema dominante en Friedrich durante esta década. Tras conocerse en Greifswald en 1802, compartieron sus inquietudes, hasta 1805, en Dresde, en donde Runge llevaría a cabo las primeras versiones de Las Horas del día. En 1807 Friedrich comenzó a pintar óleos, y fue uno de los primeros trabajos en esta técnica el que lo catapultó a la fama, aunque de manera harto polémica. Se trata de La Cruz en la Montaña - Altar de Tetschen, realizado para el conde Graf. F. A. Von Thun-Hohenstein para su castillo de Tetschen (Decin, Bohemia). El chambelán de la corte y crítico de arte Basilius von Ramdohr expresó en 1809, en un artículo publicado en el "Zeitschrift für die Elegante Welt", su desagrado ante los conceptos subyacentes a esta obra, a su nueva concepción del paisaje, el Arte y la pintura religiosa. Ante su crítica demoledora se alzaron las voces de numerosos amigos del artista, como Ferdinand Hartmann, Gerhard von Kügelgen, Christian August Semler y Johann Rühle von Liliestern. En el mismo 1809, Friedrich repite su esquema revolucionario de contenido panteísta en Monje en la orilla del mar , presentado junto a la Abadía en el encinar a la exposición de la Academia de Berlín de 1810. Ambos lienzos generaron una crítica vehemente pero también la adhesión entusiasta, por primera vez, de los literatos románticos, dada la capacidad de expresar temores y emociones que Friedrich confiere en ellas al paisaje, capacidad que no se halla en el paisaje en forma natural.
Ambas obras fueron adquiridas por el príncipe Federico Guillermo IV de Prusia y Friedrich fue elegido, por una exigua diferencia en la votación, miembro de la Academia berlinesa. Durante estos años, Friedrich no dejó de viajar, buscando el encuentro, la comunión con la naturaleza, y el retorno habitual a su tierra natal. En 1806, 1809 y 1815 regresó durante unas temporadas a Greifswald, Rügen y Neubrandenburg. En 1807 y 1808 recorrió las montañas del norte de Bohemia. En 1810, junto a su buen amigo el pintor Kersting , hizo lo propio en el Riesengebirge. Al año siguiente, junto al escultor Gottlieb Christian Kühn, viajó a pie por las montañas del Harz. Durante estos frecuentes viajes, Friedrich realizaba numerosos dibujos del natural, cuidadosamente recogidos en cuadernos, que más tarde, a veces con un intervalo de más de veinte años, le habrían de servir para sus creaciones paisajísticas, modificando estos elementos a voluntad, según su "visión interior". En 1810, tras las derrotas de Prusia, la potencia alemana, en las batallas de Jena y Auerstedt ante Napoleón, el país fue ocupado. El sentimiento patriótico de Friedrich se fue acentuando; las derrotas alemanas le provocaron crisis nerviosas que le obligaban a retirarse de la ciudad para reponerse. En 1813 conoció al poeta, patriota y revolucionario Ernst Moritz Arndt, con quien le unió una gran amistad. A diferencia de otros pintores, como Kersting, Friedrich no tomó parte activa en la Guerra de Liberación (1812-1814), aunque contribuyó económicamente a ella.
Cuando las tropas francesas entraron en Dresde en 1813, el pintor se retiró al Elbsandsteingebirge, y no retornó hasta poco antes de la batalla que forzó a los franceses a abandonarla. Friedrich alcanzó un gran éxito en marzo de 1814 en la exposición conmemorativa de la liberación de Dresde, a la que presentó Tumbas de héroes antiguos y el Cazador en el bosque . Ahora que se había logrado la victoria, era el momento de homenajear a los caídos, por lo que proyectaron varios monumentos para este fin, de los que no se erigió ninguno. La inquietud política era manifiesta en el Friedrich de esta época. A la derrota de Napoleón no siguió una política renovadora; antes bien, el sistema de la Restauración se encargó de volver a poner en práctica la política absolutista monárquica de antes de la Revolución. Las esperanzas de los patriotas como Friedrich se vieron frustradas. Él mismo explicaba así la negativa a celebrar la memoria de los muertos con la construcción de estos monumentos: "Mientras sigamos siendo esclavos de los príncipes no se hará nada grande de este tipo. Donde el pueblo no tiene voz, tampoco se le permite sentirse y celebrarse a sí mismo". Un signo externo de esta disconformidad nacionalista y política es la adopción del traje tradicional germano. Había sido parte de la lucha contra Francia, y en 1815 fue retomado por los estudiantes de signo republicano, con tal éxito que se convirtió en el atuendo propio de los artistas e intelectuales.
Tras la reacción de 1819, cuando los republicanos fueron perseguidos como "demagogos", el traje fue prohibido. A pesar de ello, apareció de forma recurrente en los cuadros de Friedrich, lo que suponía una arriesgada manifestación pública de sus inclinaciones políticas. A la muerte de Adrian Zingg, en 1816, Friedrich fue nombrado miembro de la Academia de Dresde con un sueldo anual de 150 thalers. Sin embargo, no se convertirá en profesor, a tiempo parcial, hasta 1824, con lo que se incrementó su salario a 200 thalers. Cuando el fallecimiento de Klengel ese mismo año dejó libre la plaza de profesor titular y director de la clase de paisajismo, los directores de la Academia prefirieron dejar el puesto vacante. La posición política de Friedrich comenzaba a resultar muy incómoda, y fue, sin duda, una de las causas de su rápido declive en el favor popular y de la crítica. El pintor, que había contado entre sus admiradores a Federico Guillermo III de Prusia, y su hijo y Príncipe heredero, al Zar Nicolás I, al príncipe heredero de Dinamarca, a Goethe y, en fin, a los más célebres escritores y pensadores del momento, vio cómo, a partir de la Restauración, su nombre se veía empequeñecido en las páginas de los diarios, y la clientela, extraída de la burguesía ilustrada, no bastaba para sostenerlo. Entre estos admiradores de extracción burguesa se encontraban personas, a la larga, decisivas en su vida personal y artística como Carl Gustav Carus, a quien conoció en 1817, y Johann Christian Clausen Dahl, quien en 1823 pasó a vivir en el mismo inmueble.
A pesar de los requerimientos de otros pintores, se negó de forma sistemática a marchar a Italia, país que detestaba, no por su propia naturaleza, sino por el éxito de la pintura que allí llevaban a cabo los nazarenos, a la que se oponía con denuedo. En enero de 1818, ante la sorpresa de todos sus amigos, que le conocían como un tímido e introvertido personaje, sensible y amistoso pero nunca dado a los amores, Friedrich contrae matrimonio con Caroline Bommer, vecina suya, diecinueve años más joven que él, hija de un agente comercial de la Blaufarben Niederlage. Su carácter callado, tranquilo, no modificó en absoluto el modo de vida del pintor. El matrimonio tuvo tres hijos: una hija, Emma, nacida en 1819; una segunda hija, Agnes Adelheid, en 1823; y un hijo, Gustav Adolf (por el monarca sueco del mismo nombre), nacido en 1824, quien alcanzó cierta notoriedad, de adulto, como pintor de animales. El viaje de bodas llevó a los esposos a Neubrandenburg, Greifswald y Rügen, y durante él Friedrich realizó numerosos estudios. La huella de este periplo matrimonial fue de relieve, como lo demuestran algunas de sus obras maestras, nacidas en este contexto, como En el velero y Rocas cretáceas en Rügen . También en esta época hay un cambio en su estilo: las composiciones se hacen menos simétricas y se detecta un nuevo énfasis en las figuras, generalmente en pareja, en especial en lo que se refiere a la figura femenina, a la que dota de nuevos contenidos simbólicos.
En 1820 la familia se traslada a la nueva casa en su misma calle, junto al Elba, en 'An der Elbe 33'. En ella realizará sus grandes obras de madurez, las cuales recogen todas estas nuevas tendencias, como Mujer en la ventana , de 1822. A fines de la década de los veinte, se aprecia un renovado interés por la observación de la forma y el color en el mundo natural, así como en los sutiles juegos de luz de distintas procedencias e intensidades. La vida de Friedrich, según Carus, era "un fragmento de su arte, caracterizada por una estricta integridad, rectitud y reclusión. Nunca se le encontraba en sociedad; se le podía encontrar casi siempre meditando sobre su trabajo en su profunda y sombría habitación". En 1824 padeció una seria enfermedad, de la que no sólo no se recuperó sino que, dos años más tarde, se agravó, por lo que necesitó de un periodo de convalecencia en Rügen. Fue su último viaje a su patria. Al año siguiente pudo volver a pintar, aunque, a consecuencia de la enfermedad, se percibe una tendencia a los paisajes de tipo melancólico, en especial invernales. A la enfermedad corporal se une una creciente obsesión, narrada también por Carus: "En su forma de ser extraña, siempre triste y profunda, se habían venido desarrollando unas ideas fijas, evidente anticipación de la enfermedad cerebral a la cual habría al fin de sucumbir, que comenzaron a minar su vida familiar. Desconfiado como era, se atormentaba a sí mismo y a los suyos figurándose la infidelidad de su mujer, un delirio privado de sentido y, sin embargo, capaz de absorberlo por completo".
A estas dificultades en la salud se unió el progresivo hundimiento de su popularidad. Ahora predominaban la Escuela de Düsseldorf, el historicismo y la religiosidad de los nazarenos y, en general, el arte burgués que desemboca en el Biedermeier. Esto amargó sobremanera al pintor, quien vertió todas sus opiniones sobre el Arte y estas corrientes en sus "Observaciones sobre la contemplación de una colección de pinturas", de 1830. La Sociedad Sajona de Arte, fundada por el coleccionista Johann Gottlieb von Quandt en 1828, hizo miembro de ella a Friedrich, y compró una serie de cuadros durante los años treinta, a instancias de Carus; su protector, el escritor y consejero de Estado ruso Vassili Andreievich Shukowsky, logró introducir algunas de sus obras en la corte de Rusia... Pero esto no bastó para evitar la creciente penuria económica del pintor. En junio de 1835 padeció un ataque de apoplejía, que le dejó inhábil. Durante seis semanas se retiró al balneario de Teplitz en Bohemia, en donde ya estuvo tras su enfermedad de 1826. La mejora, leve, le permitió comenzar a dibujar, pero el óleo, que le fatigaba en gran medida, hubo de ser abandonado a favor de la acuarela y la sepia, que causaban menores penalidades. Estas acuarelas, dibujos y sepias continuaron apareciendo en la exposición anual de la Academia de Dresde hasta 1838. Sus motivos se limitan a túmulos, costas rocosas bajo la luna, ataúdes, ruinas y lejanas ciudades inalcanzables, con los que Friedrich, sabedor de su muerte cercana, aislado y pobre, medita sobre la vida pasada y futura.
En marzo de 1840, Shukowsky escribe en su diario: "Fui a ver a Friedrich. Una triste ruina. Llora como un niño". Friedrich falleció el 7 de mayo de 1840 en Dresde. Fue sepultado tres días más tarde en el Cementerio de la Trinidad de dicha ciudad. Friedrich cayó en el más completo de los olvidos durante el siglo XIX. Su memoria y su obra no fueron recuperadas hasta comienzos de este siglo, cuando la concepción sobre el Arte había sido radicalmente modificada por las Vanguardias. Su influjo salta, desde el Romanticismo, hasta el Surrealismo , el movimiento que más afirmó su influencia. Max Ernst o René Magritte son dos de los autores que más han coincidido en ello. También el Expresionismo alemán y la Abstracción presentan puntos de contacto con la obra del pintor de Greifswald.