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Desarrollo


Cómo puso el Emperador Audiencia en México Estaba en España Pánfilo de Narváez, y negociaba la conquista del río de las Palmas y la Florida, donde al fin murió; y a vueltas no hacía otra cosa que dar quejas de Cortés en la corte, y hasta al mismo Emperador le dio un memorial que contenía muchos capítulos, y entre ellos uno que afirmaba que Cortés tenía tantas barras de oro y plata como Vizcaya de hierro, y se ofreció a probarlo; y aunque no era cierto, era sospecha. Insistía en que le castigasen, diciendo que le sacó un ojo, y que mató con hierbas al licenciado Luis Ponce de León, como había hecho a Francisco de Garay, y por sus muchas peticiones se trataba de enviar a México a don Pedro de la Cueva, hombre feroz y severo, que era mayordomo del Rey, y después fue general de la artillería y comendador mayor de Alcántara, para que si aquello era verdad le degollase. Pero como llegaron a la sazón cartas de Cortés, hechas en México el 3 de septiembre de 1526, y los testimonios del doctor Ojeda y del licenciado Pero López, médicos, que curaron a Luis Ponce, no se efectuó; y cuando Cortés vino a Castilla, se reía mucho con don Pedro de la Cueva sobre esto, diciendo: "A luengas vías luengas mentiras". El Emperador y todo su Consejo de Indias hizo chancillería en México, adonde recurriesen con pleitos y negocios todos los de Nueva España; y por quitar y castigar los bandos entre españoles y para tomar residencia a Cortés, que se quería satisfacer de sus servicios y culpas, y también para visitar a los oficiales y tesorería real.

Mandó a Nuño de Guzmán, gobernador de Pánuco, ir como presidente y gobernador, con cuatro licenciados por oidores. Nuño de Guzmán fue a México entonces el año 29. Comenzó en seguida a ocuparse en negocios con el licenciado Juan Ortiz de Matienzo, y Delgadillo; pues los otros murieron. E hizo una terrible residencia y condena contra Cortés; y como estaba ausente, le metía la lanza hasta el regatón. Hicieron almoneda de todos sus bienes a menos precio, le llamaron por pregones, le encartaron, y si allí hubiese estado, corriera riesgo de la vida; aunque barba a barba honra se cata, y es corriente embravecerse los jueces contra el ausente. Pero aquellos creo que le fatigaran, porque persiguieron tanto a sus enemigos, que ni aun a andar por las calles se atrevían; y así, prendieron a Pedro de Albarado, recién llegado de España, solamente porque hablaba en favor de Cortés, y achacándole la rebelión de México cuando vino Narváez. Prendió también a Alonso de Estrada y a otros muchos, haciéndoles manifiestos agravios. En breve tiempo tuvo el Emperador más quejas de Nuño de Guzmán y sus oidores que de todos los pasados, y así, le quitó el cargo el año 30. Y no sólo se probó su injusticia y pasión en México, más aún en la corte, y en muchos lugares de España lo probó el licenciado Francisco Núñez con personas que de allá entonces vinieron. Y después pronunciaron los oidores y presidentes que fueron tras ellos, por parciales y enemigos de Cortés a Nuño de Guzmán y licenciados Matienzo y Delgadillo, y los condenó la Audiencia a que le pagasen lo que le malvendieron.

Viendo Nuño de Guzmán que le quitaban de la presidencia, temió y se fue contra los teuchichimecas en demanda de Culoacan, que según algunos, es de donde vinieron los mexicanos. Llevó quinientos españoles, la mayoría de ellos a caballo. Unos presos, otros contra su voluntad; y los que iban de grado eran novicios en la tierra, y casi todos los que con él pasaron. En Michuacan prendió al rey Cazoncin, amigo de Cortés, servidor de los españoles y vasallo del Emperador, y que estaba en paz. Y le sacó, según fama, diez mil marcos de plata y mucho oro. Y después le quemó con otros muchos caballeros y hombres principales de aquel reino, para que no se quejasen; que perro muerto no muerde. Cogió seis mil indios para carga y servicio de su ejército. Comenzó la guerra, y conquistó Jalisco, que llaman Nueva Galicia, como en otro lado dije. Estuvo Nuño de Guzmán en Jalisco hasta que el virrey don Antonio de Mendoza y la chancillería de México le hizo prender y traer a España a dar cuenta de sí; y nunca más le dejaron volver allá. Si Nuño de Guzmán fuera tan gobernador como caballero, habría tenido el mejor lugar de Indias; empero se llevó mal con los indios y con los españoles. El mismo año 1530, que salió de México Nuño de Guzmán, fue allá por presidente y a visitar y reformar la Audiencia, ciudad y tierra, Sebastián Ramírez de Fuenleal, natural de Villaescusa, que era obispo y presidente de la isla de Santo Domingo. Le dieron por oidores a los licenciados Juan de Salmerón, de Madrid; Vasco Quiroga, de Madrigal; Francisco Reinos, de Zamora, y Alonso Maldonado, de Salamanca; los cuales rigieron con justicia la tierra. Poblaron la ciudad de los ángeles, que los indios llaman Cuetlaxcoapan, que quiere decir culebra en agua, y por otro nombre Vicilapan, que significa pájaro en agua. Y esto a causa de dos fuentes que tiene, una de agua mala y otra de buena. Está a veinte leguas de México, y en el camino de Veracruz. El obispo comenzó a poner a los indios en libertad, y por eso muchos españoles de los pobladores dejaban la tierra y se iban a buscar la vida a Jalisco, Honduras, Cuahutemallan y otras partes en donde había guerras y entradas.

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