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Datos principales


Desarrollo


Cómo los de Chololla trataron de matar a los españoles Pasó la noche Cortés muy sobre aviso y a recaudo, porque por el camino y en el pueblo hallaron algunas señales de lo que en Tlaxcallan le dijeran; y más que, aunque la primera noche les proveyeron a gallina por barba, los otros tres días siguientes no les dieron casi nada de comida, y muy pocas veces venían aquellos capitanes a ver a los españoles, lo que le daba mala espina. Durante aquel tiempo le buscaron no sé cuántas veces aquellos embajadores de Moctezuma para estorbarle la ida a México; unas veces diciendo que no fuese allí, que el gran señor se moriría de miedo si le viese; otras, que no había camino para ir; otras, que a qué iba, pues no tenía de qué mantenerse; y aún también, como viesen que a todo esto les satisfacía con buenas palabras y razones, echáronle de manga a los del pueblo, que le dijesen cómo donde Moctezuma estaba había lagartos, tigres, leones y otras muy bravas fieras. Que siempre que el señor las soltase, bastaban para despedazar y comerse a los españoles, que eran poquitos. Y viendo que esto tampoco aprovechaba nada contra él, tramaron con los capitanes y principales de matar a los cristianos. Y para que lo hiciesen les prometieron grandes partidos por Moctezuma. Y dieron al capitán general un tambor de oro, y que traería los treinta mil soldados que estaban a dos leguas. Los cholollanos prometieron atarlos y entregárselos. Pero no consintieron que entrasen aquellos soldados de Culúa en su pueblo, temiendo que con aquel pretexto no se alzasen contra él, que solía ser maña de mexicanos; y dicen que pensaban matar dos pájaros de un tiro, pues tenían creído coger durmiendo a los españoles y quedarse con Chololla; y que si no pudiesen atarlos dentro de la ciudad, que los llevasen por otro camino, que no fuese el real para México, sobre la mano izquierda; en el cual había muchos malos pasos, que se hacían en él por ser tierra arenisca, y que tenía tal barranco comido de las aguas, que era de veinte, treinta y aun más estados de profundidad; y que allí los atajarían y llevarían atados a Moctezuma.

Concluido, pues, el acuerdo, comenzaron a alzar el hato, y sacar fuera a la sierra los hijos y las mujeres. Estando ya los nuestros para marcharse de allí, por el ruin tratamiento que les daban y mal talante que les mostraban, sucedió que la mujer de un principal, que por ser piadosa, o por parecerle bien aquellos barbudos, dijo a Marina de Viluta, que se quedase allí con ella, que la quería mucho, y sentiría que la matasen con sus amos. Ella disimuló la mala nueva, y le saco quien y cómo la tramaban. Corrió luego a buscar a jerónimo de Aguilar, y juntos se lo dijeron a Cortés. Él no se durmió, sino que rápidamente hizo coger a un par de vecinos, que, examinados, le confesaron la verdad de lo que pasaba, como aquella señora dijera. Difirió por esto la partida dos días para enfriar el negocio y para desviar a los de allí de aquel mal propósito, o castigarlos. Llamó a los que gobernaban, y les dijo que no estaba satisfecho de ellos; y les rogó que ni le mintiesen ni anduviesen con él en mañas, pues sentiría esto mucho más que si le desafiasen para batalla, porque de hombres de bien era pelear y no mentir. Ellos respondieron que eran sus amigos y servidores, y que lo serían siempre; y que ni le mentían ni mentirían, sino que antes bien les dijese cuándo quería partir, para irle a servir y acompañar armados. Él les dijo que al día siguiente, y que no quería más que algunos esclavos para llevar el fardaje, pues ya venían cansados sus tamemes, y alguna cosa de comer. De esto último se sonreían, diciendo entre dientes: "¿Para qué quieren comer éstos, pues pronto los tienen que comer a ellos cocidos en ají, y si Moctezuma no se enojase, que los quiere para su plato, aquí los habríamos comido ya?".

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