Las Hilanderas de Velázquez

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Datos principales


Personaje relacionado

Diego Rodríguez de Silva

Desarrollo


Las Hilanderas es una de las obras más interesantes y enigmáticas de Velázquez. Fue pintada casi con total seguridad en 1657 para D. Pedro de Arce, Montero del Rey, aunque en el siglo XVIII ya figura en las colecciones reales. En primer plano vemos cinco mujeres que preparan las lanas para la fabricación de tapices. En la zona de la izquierda encontramos una de las mujeres manejando la rueca y a su lado otra que se pone en pie, estableciéndose entre ambas una relación a través de sus miradas. El centro está ocupado por una joven agachada que recoge las lanas del suelo, con un gato a sus pies. En la derecha se sitúan otras dos mujeres, una de espaldas devanando la lana, y su ayudante, a la que sólo vemos la cabeza. Al fondo, detrás de ellas, aparecen otras cinco mujeres ricamente vestidas, sobre un fondo de tapices. Esta última escena sería la que da título al cuadro, ya que recoge la fábula en la que la joven Aracné, al presumir de tejer como las diosas, es retada por Atenea a la confección de un tapiz. El jurado dictaminó un empate pero Atenea castigó a Aracné convirtiéndola en araña para que tejiera durante toda su vida. El primer plano está ocupado por un instrumento musical y tras él observamos, en la izquierda a Atenea con su casco y su lanza, acompañada de una dama de perfil. Aracné, ricamente vestida, se ubica en el centro de la composición mientras en la derecha quedan otras dos miembros del jurado. El tapiz del fondo representa el Rapto de Europa, una obra realizada por Tiziano para Felipe II.

Con esta fábula, Velázquez quiere indicarnos que la pintura es un arte liberal, igual que el tejido de tapices, no una artesanía como la labor que realizan las mujeres en primer término. Estamos ante una de sus mejores pinturas, en la que Velázquez ha sabido dar sensación de movimiento, como se aprecia en la rueca de la izquierda, cuyos radios no vemos, y en la figura de la derecha que devana la lana con tanta rapidez que parece que tiene seis dedos. También hay que destacar el efecto atmosférico, es decir, la sensación de que entre las figuras hay aire que distorsiona los contornos y hace que las figuras estén borrosas. La pincelada no puede ser más suelta, utilizando manchas como en el caso del gato o el rostro inacabado de la mujer del centro, que está a contraluz. La luz viene de la derecha, siendo admirable que con tan limitado colorido se obtenga esa excelente luminosidad. El artista consigue anticiparse al Impresionismo en 250 años. Los añadidos posteriores en los cuatro lados, realizados en el siglo XVIII, hacen la obra más grande pero no pierde ni un ápice de su interés.

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