El 23-F

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Durante la transición española a la democracia se planteó en varias ocasiones la posibilidad de que se produjera un golpe militar. La crisis provocada el 29 de enero de 1981 por la dimisión del presidente Adolfo Suárez favoreció el clima conspirador, al sumir el país en una manifiesta inestabilidad. Mientras tenía lugar la segunda votación en el Congreso para la investidura del sucesor de Suárez, Calvo Sotelo, en la tarde del 23 de febrero de 1981, tuvo lugar un intento de golpe de estado en el que participaron fuerzas de la Guardia Civil y del Ejército. A las 14,20 horas de aquel día, el teniente de la Guardia Civil Suárez Alonso y otros cinco hombres en cinco coches camuflados bloquean las principales calles de acceso al Congreso. A las 16,40, entra en el edificio y comienza a reconocer los accesos y la seguridad del Congreso. Se encuentran custodiando el edificio funcionarios del Cuerpo Superior de Policía -un comisario y cuatro inspectores- y Policía Nacional. Tras comprobar que la oposición será escasa, Suárez Alonso sale del edificio y avisa a sus contactos del exterior, indicando que la operación puede seguir en marcha. A las 18,21 horas llegan al Congreso cuatro autobuses de la Guardia Civil. El teniente coronel Tejero sale de los autobuses con una docena de hombres y reducen al policía de la puerta, entrando a toda velocidad en dirección hacia la puerta lateral.

El policía nacional de guardia saluda a los oficiales, mientras el comisario y los funcionarios de seguridad, que están en una sala cercana jugando a las cartas, rinden sus armas y levantan los brazos. A las 18,23, mientras en el Hemiciclo se debate la investidura de Calvo Sotelo como presidente, irrumpen en él los guardias, con Tejero al frente. El debate está siendo retransmitido, captando la acción tanto las radios como las cámaras de televisión. A las 8 de la tarde, con los golpistas en el Congreso, ya está en marcha la "Operación Diana" contra los sublevados, cercando la Carrera de San Jerónimo. Media hora más tarde, el rey Juan Carlos sondea al estamento militar: son leales los jefes militares de Burgos, Madrid, Granada y Canarias; están con el golpe o son dudosos los de La Coruña, Valladolid, Zaragoza, Barcelona, Baleares, Valencia y Sevilla. A la 1 de la madrugada la trama golpista se desinfla. Tras varias conversaciones entre los líderes del golpe y el Rey, se negocia con Tejero una rendición sin víctimas. Cinco minutos más tarde, éste firma su rendición sobre el capó de un coche aparcado junto al Congreso, siempre y cuando no se produzca un ataque. Al mismo tiempo, las Capitanías generales muestran su apoyo al Rey. A la 1,10 de la madrugada, Juan Carlos I declara por televisión la vuelta a la normalidad: el intento de golpe de estado ya es historia.

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