Domingo Badía

Compartir


Datos principales


Alias

Ali Bey

Fecha nacimiento

1767

Lugar nacimiento

Barcelona

País nacimiento

España

Fecha muerte

1822 h.

Lugar muerte

Damasco

Cargo

Explorador

Desarrollo


Aventurero, explorador, científico, vividor..., Domingo Badía, o Ali Bey, es uno de los personajes más fascinantes de la Historia de España. Nacido en Barcelona en 1767 y bautizado en su catedral, se sabe que ya desde niño manifestó una gran inteligencia y una vasta cultura, que le hizo aprender astronomía, física, historia natural, matemáticas y filosofía. Pero lo que de verdad tuvo más influencia en su vida fue la pasión que sintió por la cultura islámica, que le llevó a aprender árabe y a estudiar la historia, los usos y costumbres de los musulmanes.Precoz y adelantado a su tiempo, a los 14 años figura ya trabajando como funcionario en Granada, siendo algo más tarde Contador de Guerra con honores de comisario y administrador de tabacos de Córdoba. En 1791 contrae matrimonio con María Berruezo, y su espíritu inquieto intenta poner en la práctica el primero de sus proyectos, embarcando a su suegro en un negocio de globos aerostáticos que, finalmente, fracasará.En 1799 se traslada a Madrid, donde se gana el favor de la corte gracias a su erudición, estableciendo unos estrechos lazos con Godoy, el poderoso valido de Carlos IV. Dos años más tarde presenta a éste el proyecto de una expedición científica y geográfica que debería recorrer la entonces misteriosa África, cuyos resultados redundarían en beneficio de la Corona española. Se trataba de un viaje de nada menos que 3.

250 leguas, cerca de 18.000 kilómetros, en el que se explorarían el Atlas, el Sahara, el Golfo de Guinea y el Nilo, lugares apenas conocidos por los europeos.Pensaba Badía, con fino olfato antropológico, que conociendo el árabe y las costumbres locales y adoptando los ropajes nativos podría triunfar allí donde otros antes que él habían fracasado. Estos habían sido objeto del rechazo por parte de las poblaciones que intentaban visitar o bien víctimas de los asaltantes, que reconocían a los europeos en cuanto los veían. Debía vestirse de musulmán, más aun, convertirse en uno de ellos, para así mejor conocer la cultura ajena.Mientras se ultimaban los preparativos para la expedición, Badía viajó a París y a Londres con la intención de adquirir instrumentos científicos. Posiblemente en estas ciudades se iniciara en la masonería, conociendo a eminentes personalidades de la época. Algunas fuentes hablan también de que en la capital británica se hizo circuncidar. Entretanto, el proyecto había perdido su carácter científico para pasar a ser una misión política: Godoy pensaba aprovechar la inestable situación del reino de Marruecos para poner el país bajo control español.El viaje comenzó el 25 de mayo de 1803. Nada más llegar a Marruecos, Domingo Badía cambió su nombre por el de Alí Bey el Abbasy, inventándose un ilustre origen musulmán al declarar que era descendiente de la familia de Mahoma. Esta artimaña le será de gran utilidad a lo largo de toda su travesía, pues le abrirá las puertas de un mundo inaccesible para los occidentales.

Así, conocerá al Sultán y a los nobles, aunque también su curiosidad le llevará a relacionarse con el pueblo llano. Alí Bey no tarda en ganarse los favores de cuantos le conocen. Su erudición impresiona a sus interlocutores. En cierta ocasión, tras predecir un eclipse gracias a sus conocimientos astronómicos, la multitud se agolpa ante su casa para pedirle protección. Incluso hay quienes le consideran un santo, debiendo repartir trozos de su vestimenta como si se tratara de reliquias.El mismo Sultán le colma de atenciones y agasajos, regalándole dos mujeres, una blanca y otra negra, para que compartan su lecho. Alí Bey no rechazó el presente, aunque se gana aun más la admiración del Sultán manifestando que, hasta que no visitase la ciudad santa de La Meca, no yacería con mujer alguna. Entretanto, su misión política había caído en el desinterés, lo que no impidió que Alí Bey continuara con su viaje.Tras pedir permiso al Sultán partió hacia La Meca, a la que llegó tras una peripecia de varios meses. Allí se convierte en el primer occidental que besa la piedra negra de la Kahba, símbolo sagrado del Islam. Continúa después su viaje por Damasco, El Cairo, Constantinopla y Tierra Santa, lugares de los que nos deja multitud de impresiones en su relato titulado "Los viajes de Alí Bey", escrito en árabe y traducido después a múltiples idiomas.Durante estos viajes se planteó la consecución de algunos objetivos. Uno de ellos fue la localización de los restos de la Atlántida, mítica civilización perdida uno de cuyos extremos, pensaba, debería haber ocupado parte del África Septentrional, junto a un mar interior al sur del desierto del Sahara.

Otro de sus proyectos iba encaminado a reformar la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, congregación cristiana que subsistía agobiada por la presión y la animadversión de los turcos.Para esta empresa recaba el apoyo de personajes como Chateaubriand y viaja a Jerusalén y Constantinopla. Ya en Viena, comienza a redactar una memoria sobre la situación de los cristianos en Tierra Santa, lo que le llevará a ser nombrado Caballero de la Orden del Santo Sepulcro. El manuscrito consta de 31 artículos, de ellos 22, número cabalístico, dedicados a la Orden.Estando en Bayona, la invasión francesa de España y el desinterés de sus proyectos por parte de Carlos IV le persuadió de exponer sus proyectos a Napoleón, quien se mostró sumamente interesado y ordenó traer sus papeles desde Madrid. Afrancesado, Badía pensaba que la dominación gala aportaría a España aires de progreso y renovación. Así, se puso al servicio de José I, el popular y despectivamente llamado "Pepe Botella", quien le nombró Intendente General de la Provincia de Segovia.La derrota francesa le llevará a exiliarse en París, donde escribirá sus memorias y solicitará sin éxito el perdón de Fernando VII. En la Ciudad de la Luz fue nombrado Mariscal de Campo por Luis XVIII, partiendo de nuevo a Oriente en misión secreta. De su segundo viaje se conoce muy poco. Su última misiva llega desde Constantinopla, el 20 de marzo de 1818.Sobre su muerte quedan más conjeturas que certidumbres, asegurando la mayoría que murió envenenado cerca de Damasco en 1819, 1822 ó 1824. Según esta versión, los autores de su asesinato serían enviados ingleses, pues la Corona británica temía la creciente influencia francesa sobre el Próximo Oriente. Otros dicen, sin embargo, que falleció de disentería. Con la muerte del personaje no acaba su leyenda, pues parece ser que entre sus pertenencias se encontraron multitud de papeles con pictogramas que durante mucho tiempo se pensó que describían la ubicación de tesoros ocultos.

Contenidos relacionados