Virgen del baldaquino

Datos principales


Autor

Alessandro Di Mariano Filipepi

Fecha

1493 h.

Estilo

Renacimiento Italiano

Material

Témpera sobre madera

Dimensiones

65 cm. diámetro

Museo

Pinacoteca Ambrosiana

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El estilo de Botticelli va a sufrir un profundo cambio en la década de 1490 debido a la influencia que ejercerá sobre su conciencia el dominico Girolamo Savonarola. Savonarola decidió realizar una profunda conversión cristiana en la Florencia de fines del Quattrocento; a través de sus célebres sermones apelaba a la conversión, exigiendo el abandono de la lujosa vida que se llevaba en la Corte de los Médici. Durante una breve temporada sus seguidores ocuparon el poder en la ciudad, realizando una auténtica "caza de brujas" al perseguir a los disolutos políticos anteriores y "purificar" el arte a través de hogueras en las que se quemaban todos los objetos relacionados con el pecado, desde cuadros hasta vestidos pasando por libros. Savonarola creó un estado policial-teológico en Florencia, afectando tanto a las estructuras artísticas como a las sociales. Botticelli se sentirá profundamente conmocionado y experimentará un acentuado cambio que le llevaría incluso a abandonar conceptos típicos del Renacimiento como la proporción en las figuras o la temática profana. La Virgen del baldaquino es una de las más atractivas entre las Madonnas realizadas por Botticelli en la década de 1490; recibe este nombre por el rojo baldaquino que se sitúa en la zona superior del tondo, abierto por sendos ángeles para permitir contemplar la escena. La figura de María está ligeramente desproporcionada al tener la cabeza grande en relación con el cuerpo, siendo su tamaño descomunal respecto a los personajes que la rodean. De esta manera, Botticelli quiere aludir a la importancia de la Virgen en el cristianismo, siguiendo conceptos típicos del mundo gótico. Las figuras están sabiamente modeladas, destacando su estructura bajo los pesados paños, utilizando las luces para resaltar el aspecto monumental. Una importante novedad es la mayor expresividad de los personajes, que abandonan la frialdad de años anteriores. Parece como si el sentimentalismo se hubiera adueñado de la pintura del maestro, en sintonía con el momento religioso que se vivía en Florencia.

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