Sagrada Conversación

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Giorgione casi renunció a los grandes retablos encargados por iglesias o conventos para realizar obras de temática religiosa más personales, de pequeño formato y para devoción particular como esta tabla que contemplamos. La figura de María sostiene en su regazo al Niño mientras que Santa Catalina y San Juan Bautista contemplan la escena, dispuestos en diferentes planos para acentuar la perspectiva. La escena se desarrolla en un interior pero el muro se abre por una ventana que permite contemplar un atractivo paisaje en el que la luz también ocupa un importante papel. Y es que la iluminación empleada por el maestro aumenta el intimismo del momento, bañando las diferentes figuras y creando un efecto atmosférico heredado de Leonardo. Será en los rostros, especialmente el de la Virgen, donde se manifieste con mayor fuerza el "sfumato". Esta iluminación resalta las diferentes tonalidades utilizadas, especialmente los rojos, verdes y azules, resultando una obra de gran delicadeza y devoción.

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