Rebelión contra la Ley de Moisés

Datos principales


Autor

Alessandro Di Mariano Filipepi

Fecha

1481-82

Estilo

Renacimiento Italiano

Material

Fresco

Dimensiones

348´5 x 570 cm.

Museo

Capilla Sixtina

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El éxito de Botticelli en Florencia fue tal que se extendió fuera de las fronteras de la ciudad, llegándole encargos de otros lugares. El más importante es la llamada del papa Sixto IV para decorar en Roma las paredes de la capilla destinada a la elección del papa, la famosa Capilla Sixtina, en cuyo techo realizará años más tarde Miguel Angel sus famosos frescos. Junto a Botticelli trabajarán Domenico Ghirlandaio, Cosimo Rosselli y el Perugino. En menos de un año los distintos artistas tenían concluidos sus encargos, cuya temática comprende hechos del Antiguo y Nuevo Testamento con escenas de la vida de Moisés y de Cristo. Botticelli será el encargado de ejecutar tres de las escenas junto a diversos retratos de papas que se sitúan sobre ellas y unos cortinajes ficticios que se encuentran bajo las escenas. La Rebelión contra la Ley de Moisés es uno de los frescos más importantes del ciclo ya que lleva implícita la advertencia del papa Sixto IV a aquéllos que se rebelen contra su autoridad. Moisés y su hermano Aarón fueron los elegidos por Yavhe para guiar al pueblo judío desde Egipto hasta la Tierra Prometida. Los sufrimientos que padecieron durante el trayecto provocaron diversas revueltas contra la Ley de Dios, que Botticelli recoge perfectamente en este trabajo. En el centro de la composición se muestra la revuelta de Coré, auspiciada por los hijos de Aarón y otros levitas contra la autoridad del Sumo Sacerdote Aarón al realizar un sacrificio de incienso; Aarón aparece vestido de azul y con barba blanca agitando su incensario y haciendo caer a los rebeldes.

A la derecha, la rebelión de los judíos contra Moisés debido al cansancio de la población y los sufrimientos tras la salida de Egipto; la muchedumbre se abalanza sobre Moisés -el anciano con barba blanca y túnica amarilla que tiene rayos dorados sobre su cabeza- intentando lapidarle, recibiendo la protección de Josué. En la escena de la izquierda contemplamos el castigo divino al tragarse la tierra a todos los rebeldes mientras los inocentes se elevan sobre una nube. Tras las diversas escenas hay varias construcciones clásicas insertadas en un paisaje, que retoman la preocupación por la perspectiva tradicional en el Quattrocento. La representación de diversas escenas en el mismo espacio provoca la repetición de personajes, apareciendo Moisés en tres ocasiones. Estas repeticiones tienen un origen medieval, permitiéndose en el Renacimiento si el tema lo exigía. Sin embargo, el ambiente creado por Botticelli y las figuras no tiene ningún elemento goticista sino que exhiben toda la calidad del maestro florentino. Su dibujo es tan perfecto como el empleo del color y de la perspectiva; las figuras están dotadas de un amplio efecto escultórico que recuerda a Donatello o Verrocchio, colocándolas en diversas posturas para agradar a su cliente. Su admiración por la Antigüedad clásica viene determinada por el empleo de construcciones romanas como el Arco de Constantino con el que el papa Sixto IV quiere aludir a su vinculación con el poder temporal del Imperio Romano, dentro de un programa iconográfico especialmente diseñado para resaltar los poderes del Sumo Pontífice. Los Sacrificios y tentaciones de Cristo y diversas Escenas de la vida de Moisés completan el ciclo pintado por Botticelli.

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