Nacimiento de Cristo

Datos principales


Autor

Luis de Vargas

Fecha

1555

Material

Oleo sobre tabla

Museo

Catedral de Sevilla

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El Retablo del Nacimiento de la catedral de Sevilla es la más antigua de las obras de Vargas en Sevilla y, sin embargo, está datada ya en 1555 (la misma fecha de algunas importantes obras de Campaña). La tabla central que da nombre al conjunto ha de figurar entre lo más granado que se hiciera en España en pintura religiosa a mediados del siglo XVI. A la vista de esta espectacular obra y si tenemos en cuenta las otras pinturas sevillanas de Luis de Vargas, no dudaría en calificarle de ecléctico. Es indudable que el ímpetu italiano domina superficialmente la tabla, pero no me parece un italianismo estrictamente romano. Hay una especie de manía, a la hora de referirse a la pintura italiana del siglo XVI, en abocarse a Miguel Angel, Rafael y acólitos, sin tener en cuenta que en Italia a mediados del siglo XVI existe, trabaja y crea una buena cantidad de artistas que, en mayor o menor medida, dejan su huella dentro y fuera de la península, lejos de lo estrictamente romano. Nada encuentro de rafaelismo ni de miguelangelismo en este bellísimo Nacimiento (en realidad la Adoración de los ángeles y los pastores). La acumulación de volúmenes en un espacio exiguo, armónicamente vertebrado, puede remitir a Giulio Romano, a Salviati y al propio Vasari, pero hay una buena cantidad de elementos que han de tener otra procedencia. El desplazamiento a la izquierda del punto fundamental del interés -el Niño- nos remite a recursos venecianos, de la misma manera que la muchacha con niño que se asoma a la derecha tiene un aire marcadamente tizianesco.

Particular atención merecerían los dos pastores del primer plano. La cabeza del que lleva el cabritillo al hombro y sujeta la cabra por los cuernos, me parece de lo más correcto y bello jamás pintado aquí en el Renacimiento. Si a ello sumamos el movimiento añadido por el juego de la cabra y el niño, el pastor de primer plano, el perro jadeante a sus pies, la gavilla de paja y el canasto de los pichones, nos encontramos en las antípodas de lo que un italiano pudiera imaginar fuera de Venecia. Pero hay que pensar que esto está pintado en Sevilla en 1555 y con un importantísimo flamenco de por medio que es Pedro de Campaña, habilísimo conocedor y observador de compatriotas como Hemessen y Aertsen. El grupo de la Virgen, el Niño y san José resulta más convencional, pero a mi entender tiene importancia capital en el desarrollo del arte andaluz inmediatamente posterior. Angulo apuntó ya, acertadamente, el influjo que la imagen de la Virgen pudo tener en las esculturas de Martínez Montañés y otros artistas sevillanos, pero a mí me parece que el eco más llamativo de la bellísima imagen mariana es Bartolomé Esteban Murillo.

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