Moneda de Felipe II acuñada en Potosí (anverso)

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Museo Arqueológico Nacional

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La emisión de moneda ha sido siempre un atributo de los gobernantes del Estado, y una potestad que han intentado siempre reservarse en exclusiva. Representa, por un lado, el reconocimiento general de su poder y, por otro, la demostración de su capacidad económica, basada en la posesión y gestión de metales preciosos y otras fuentes de riqueza. La moneda es, durante los siglos XVI y XVII, un fiel reflejo de la situación política y económica de la Monarquía española, sufriendo constantes altibajos y reformas como consecuencia de los problemas financieros de los reyes. El sistema monetario implantado en los diversos dominios de la Monarquía es el castellano, regulado por Felipe II mediante dos Pragmáticas dadas en 1566, y mantenido por Felipe III y Felipe IV. En estas normativas se consolidó el escudo como unidad para el oro y el real para la plata. El escudo se acuño en diversos valores: la unidad, los dos escudos o doblón, los cuatro o doblón de a cuatro y los ocho u onza. También el real se acuñó con su divisor, el medio real, y sus múltiplos. Pero en muchos territorios con tradición monetaria se hicieron acuñaciones siguiendo los sistemas propios o se mantuvieron ciertas emisiones locales. Así sucedió en los Países Bajos, que tuvieron denominaciones monetarias, metrología, valores y tipos o motivos propios. En cambio, Portugal emitió moneda a nombre de Felipe II y sus sucesores mientras estuvo anexionado a la Monarquía española. La separación se produjo en 1640. A la pérdida de los ingresos fiscales de Portugal y Flandes se sumaban por entonces los primeros síntomas de agotamiento de las colonias americanas. Felipe IV se vio obligado a resellar y cambiar el valor de muchas monedas de sus antecesores. El Imperio español de los Habsburgo contó con las producciones mineras y otros beneficios obtenidos en las colonias de América, lo que le permitió acuñar moneda allí donde su poder era efectivo. Las principales minas de plata americanas se encontraban en Potosí, en los Andes centrales, en el Virreinato de Perú.

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