La leyenda del rey Monje

Datos principales


Autor

José Casado del Alisal

Fecha

1880

Estilo

Eclecticismo Español

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

356 x 474 cm.

Museo

Museo del Prado

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Casado pintó este lienzo en Roma donde recibió los elogios de los pintores y la nobleza y la aristocracia local. La escena recoge el escarmiento dado por el rey Ramiro II de Aragón a los levantiscos nobles que se habían rebelado contra su autoridad. El suceso se desarrolla en los sótanos del palacio y nos presenta al monarca acompañado de su fiero mastín. Don Ramiro aparece de pie, erguido y desafiante a pesar de su vejez, extendiendo la mano para exponer el dantesco espectáculo. Con las cabezas de los nobles díscolos ha formado el anillo de una gigantesca campana. Entre las cabezas estaban las de los caballeros Ferriz de Lizana, Roldán, Gil Atronillo y García de Vidaura. La testa del arzobispo Pedro de Lucria, líder de la conspiración, hace de badajo colgando de una gruesa cuerda. En la zona derecha de la composición nos encontramos con los demás nobles de la corte, llamados por el rey para contemplar la terrible escena. Los personajes se precipitan por las estrechas escaleras de la estancia y quedan helados ante la horrenda visión del escarmiento. Cada una de sus indumentarias está descrita con minuciosidad, llamando nuestra atención las calidades táctiles de telas o metales. Pero más interesante es la galería de expresivos rostros que configuran esta zona. Estos espléndidos retratos nos muestran las diferentes expresiones que provoca el suceso: ira, miedo, repulsa, rabia o incluso deseos de venganza en la mirada del primer noble. El centro de la escena queda casi vacío para aumentar la tensión dramática del momento.

Resulta curioso el contraste entre la bóveda oscura del muro del fondo que enmarca la figura del monarca mientras que el lado derecho de la escena está plenamente iluminado. El estilo de Casado conjuga un excelente y seguro dibujo con una pincelada rápida, jugosa y precisa al mismo tiempo, no sólo en rostros o atuendos, sino en elementos más anecdóticos como el perro o los sillares de la pared. El resultado es un cuadro lleno de realismo con el que Casado consiguió importantes triunfos. Casado envió el lienzo a la Exposición Nacional de 1881, cosechando sólo una mención honorífica debido a las envidias. Los discípulos y amigos del maestro le obsequiaron con una corona de oro para desagraviar la afrenta sufrida y el Estado compró el lienzo en 35.000 pesetas. El cuadro fue enviado a las exposiciones de Munich y Viena consiguiendo las más altas recompensas y en la Internacional de París (1889) causó gran sensación.

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