La desintegración de la persistencia de la memoria

Datos principales


Autor

Salvador Dalí Domènech

Fecha

1952-54

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

25 x 33 cm.

Museo

The Salvador Dalí Museum (San Petersburgo)

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En 1931 Salvador Dalí realizaba una de sus obras más conocidas en todo el mundo, La persistencia de la memoria. No sólo por el aspecto de esos objetos sino porque llevaban a una interpretación metafísica: la única certeza del hombre moderno, el reloj, también es su mayor esclavitud. Al derretir los relojes que aparecían en dicho cuadro, Dalí se rebelaba contra esa inmensa convención humana -seguramente, la mayor de todas- que es el tiempo. Veinte años más tarde retoma ese argumento aunque ya adopta otro punto de vista. En el cuadro de 1931 los componentes oníricos, derivados del inconsciente, eran prioritarios y declaraban el trabajo de Dalí con el grupo surrealista. En cambio, en la obra que podemos contemplar, la investigación es de otro orden. En primer lugar, sus intuiciones acerca de la estructura del átomo y el redescubrimiento de la forma cúbica dominan la representación. Las nuevas claves para interpretar el mundo debían estar presentes, pensaba Dalí, en la pintura. En un proceso de constante transformación esas formas rectilíneas acaban por convertirse en cuernos de rinoceronte, precisamente el elemento que dominará su producción en los años inmediatos. Algunos de los elementos del mítico cuadro de 1931 se mantienen: los relojes blandos, la línea del mar que se convierte en una fina superficie; el paisaje rocoso de Cadaqués, etc. También aparece el autorretrato del artista, tan deformado que llega a lo caricaturesco; es un retrato de formas cada vez más líquidas, menos reconocibles. En cierto modo, los avances científicos que se estaban produciendo en esos momentos habían pretendido revelar el sentido último de la realidad. Dalí, en cambio, opina que esas nuevas fórmulas confirman sus teorías acerca de diversos niveles de lo real.

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