La demencia de Isabel de Portugal

Datos principales


Autor

Pelegrín Clavé

Fecha

1855 h.

Escuela

Nazarenos

Estilo

Romanticismo Español

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

288 x 226 cm

Museo

Museo Nacional de Historia de México

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En 1846 Pelegrí Clavé es contratado como profesor de la Academia de Bellas Artes de México, permaneciendo el país azteca más de veinte años. Durante esta estancia pintará su obra más famosa, una pintura de historia en la que se evoca la demencia de la reina Isabel de Portugal, segunda esposa de Juan II de Castilla y madre de Isabel la Católica. El pintor convierte a la futura reina de Castilla en la verdadera protagonista de la composición al narrar la difícil infancia y adolescencia de la princesa Isabel en compañía de su madre loca en el castillo de Arévalo. La reina Isabel de Portugal aparece sentada en un trono, con dosel adornado por el escudo de Castilla sujeto por dos leones rampantes. La soberana apoya su cabeza sobre un grueso almohadón, con la mirada de sus grandes ojos absolutamente perdida en el vacío, sin reaccionar a las caricias de sus dos hijos, refugiados en el regazo materno y con una profunda tristeza en sus miradas. La joven Isabel aparece viste un trajea de raso y se arrodilla junto a su madre, apoyando sobre su pecho las manos, mientras el infante Alfonso apoya la cabeza sobre el hombro de su madre y coge una de sus manos. A un lado del trono se sitúa doña Beatriz de Bobadilla, cubriéndose el rostro con la mano para ocultar su dolor. Al otro lado se encuentra una camarera que se asoma y el médico real, Cibdarreal, contemplando impotente la tierna escena. Por la puerta del fondo se presta a entrar una camarerea portando la medicina para la reina y más allá vemos a un alabardero de la Guardia Real y un militar. La impactante mirada de la reina se convierte en el verdadero eje de la composición. la modelo será la propia esposa del pintor, María del Carmen Arnou Vargas. Los personajes se sitúan en un espacio muy limitado y cercano al espectador, guardando en su ubicación una simetría casi perfecta, destacando especialmente las reacciones afectivas de los personajes ante la desgraciada situación de doña Isabel. También conviene resaltar la minuciosidad en el tratamiento de las telas, el perfecto y seguro dibujo y el brillante y rico colorido empleado por el pintor. El resultado es una obra de gran calidad para la que Clavé realizó nada menos que 23 bocetos preparatorios.

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