Galería de Francisco I en el palacio de Fontainebleau

Datos principales


Autor

Giovanni Battista di Iacopo de Rossi

Fecha

1528

Material

Pintura mural

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La Galería de Francisco I es un hito fundamental en la historia del arte europeo. Rosso plantea un nuevo sentido en la distribución parietal de la decoración, dejando unos altos zócalos de madera, ricamente tallados por el italiano Scibec de Carpi, sobre el que se distribuyen los famosos estucos con pinturas. Se trata de la plasmación de un sistema decorativo que, si bien procedía y tenía precedentes en Italia, supone un nuevo y diferente planteamiento del sentido de la decoración de interiores, donde ingeniosidad, complejidad y refinamiento son fines en sí mismos. La superficie de la pared queda oculta tras la variada decoración, a base de esculturas en complicadas y rebuscadas posiciones, pequeños amorcillos, festones, guirnaldas, tarjas recortadas y dobladas, todo realizado en estuco y rodeando a las pinturas, cuya iconografía desarrolla complicadas alegorías en torno al reinado, virtudes y hechos gloriosos de Francisco I. La enorme variedad de diseño y profundidad que plantean las decoraciones está admirablemente adaptada a una galería larga como la de Fontainebleau, que permite la lectura particular y pormenorizada, pero también puede ser contemplada de conjunto desde una perspectiva aguda. Por otro lado, el conjunto de la Galerie François I es un sistema igualmente nuevo por lo que respecta a la invención de historias, donde en pro de la exaltación del Estado y de la Monarquía, este rey francés decora su palacio poniendo en paralelismo su propia trayectoria y las historias de dioses y héroes.

Panofsky, que ha estudiado detenidamente todo el programa iconográfico, señala cómo no hay distinción fundamental entre representaciones sagradas y profanas, y cómo se introducen personajes similares a ángeles en relatos mitológicos y viceversa. Todo denota un profundo conocimiento de las "Metamorfosis" de Ovidio, en el planteamiento de un programa abierto y elástico que, al carecer de colofón, permite la inserción de nuevas historias. Como marco de ello, las minuciosas decoraciones señaladas, que cuentan con una serie de figuras miguelangelescas, desprovistas, no obstante, de la grandiosidad y sentido dramático que les imponía el gran artista italiano; es, pues, una de las primeras lecturas en clave formalista y decorativa de las propuestas figurativas de Miguel Angel.

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