Escultura sedente de Livia

Datos principales


Autor

AUTOR ANONIMO,Anonymous artist

Fecha

Siglo I

Museo

Museo Arqueológico Nacional

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Una de las características del mundo romano fue su capacidad para adoptar ideas y formas religiosas de los pueblos conquistados, dando así coherencia a un Imperio que reunía a multitud de pueblos y creencias diferentes. Sin embargo, y por encima de este mosaico de creencias, el Estado romano impuso las prácticas religiosas que debían compartir todos los ciudadanos, utilizando la religión y el culto al emperador como instrumento de legitimación y de dominio. El sistema político creado por Augusto necesitaba una ideología que lo legitimara y, por ello, se concibió el mito del emperador que encarnaba las virtudes del ciudadano romano: virtus, clementia, iustitia y pietas, cualidades que le dotaban de la auctoritas que justificaba su imperium. La propagación de las nuevas ideas se hizo a través de representaciones del emperador y de su familia que expresaban, con la extraordinaria belleza del clasicismo griego, tanto los valores morales en los que se asentaba el Estado y que el mismo emperador encarnaba, como los supremos poderes que él ejercía. Se le representó con toga y velo sobre la cabeza, revestido de poder civil y religioso; o armado, como jefe, militar; o semidesnudo, en la "desnudez heroica" que correspondía a su divinización tras la muerte. La divinización también afectó a los miembros de la familia imperial, uno de cuyos más bellos ejemplos es la escultura de Livia, esposa de Augusto, que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional. El culto al emperador como encarnación de todas las virtudes del ciudadano romano y como emblema de la continuidad del Estado se extendió por todo el Imperio: su imagen idealizada se distribuyó por todas las ciudades.

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