Don Manuel Godoy

Datos principales


Autor

Francisco José de Goya y Lucientes

Fecha

1801

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

180 x 267 cm.

Museo

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid)

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Uno de los personajes más interesantes y comprometidos de la Historia de España es Manuel Godoy, alabado por unos y odiado por otros. Natural de Castuera (Badajoz), donde vio la luz en 1767, pertenecía a una familia hidalga venida a menos. Su afición por el Ejército le hizo ingresar en la Guardia de Corps a la edad de 17 años. Como cadete conocería a los entonces Príncipes de Asturias -el futuro Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma- que le encumbraron hasta lo más alto, llegándole a otorgar el título de Príncipe de la Paz gracias a la firma del tratado de paz con Napoleón en Amiens, totalmente perjudicial para los intereses españoles. Previamente, ya era Duque de la Alcudia y Primer Secretario del Despacho, el nombre del jefe del gobierno en aquellos momentos. Para emparentarse con la familia real se casó con la Condesa de Chinchón, prima hermana de Carlos IV, a pesar de mantener como amante oficial a doña Pepita Tudó, con quien tendría dos hijos y se casaría muy avanzado el siglo XIX, ya perdido todo su poder. A pesar del dinero, títulos y joyas que recibió, Godoy fallecería empobrecido en el exilio, en París, a la edad de 84 años. Como valido del rey, gobernaba a su gusto, teniendo el inestimable apoyo de la real pareja, especialmente el de María Luisa, con la que se insinúa que había algo más que una buena amistad. Goya retrató a Godoy en 1801, después de la llamada Guerra de las Naranjas, episodio militar ocurrido entre mayo y julio de ese año en la frontera hispano-portuguesa, denominado de esa manera por el ramo de naranjas que Godoy envió a María Luisa al tomar la ciudad de Olivenza.

Las banderas que contemplamos a la izquierda fueron capturadas al enemigo el 7 de julio. Godoy viste uniforme de Capitán General y aparece sentado, aunque levemente recostado, portando en su mano derecha un pliego de papel. Gracias a este triunfo obtendrá meses después el cargo de Generalísimo de los Ejércitos; tras él, aparece su ayudante de campo, que puede ser el Conde de Zepa. El fondo está ocupado por los húsares y oficiales de caballería con sus respectivas monturas. La luz crepuscular empleada por el maestro otorga mayor fuerza a la composición, en la que destaca el gesto y la pose del protagonista, sabedor de su control absoluto sobre el destino de los españoles. Gracias a la luz, Goya ha destacado aun más a don Manuel, resultando una escena totalmente áulica. En estos años iniciales del siglo XIX, Goya posee un estilo suelto que se detiene en los detalles y en las calidades de las telas, pero sin la minuciosidad preciosista de un Vicente López. Por eso, cuando estos retratos se contemplan de cerca, las manchas de color afloran a la superficie, resultando un espectáculo inigualable.

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