Deposición del cuerpo de Cristo

Datos principales


Autor

Raffaello Sanzio

Fecha

1507

Estilo

Renacimiento Italiano

Material

Oleo sobre tabla

Dimensiones

184 x 176 cm.

Museo

Galería Borghese (Roma)

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Atalanta Baglioni encargó a Rafael un retablo en memoria de su hijo Grifone que había sido asesinado en Perugia durante el año 1500 con motivo de las luchas entre los miembros de la misma familia por conquistar el poder. El encargo fue colocado en la capilla familiar de la iglesia de San Francesco al Prato de Perugia donde permaneció hasta 1606, año que fue regalada secretamente por el papa Paulo III a su sobrino el cardenal Scipione Borghese. Los habitantes de la ciudad protestaron siendo compensados con una copia realizada por el Cavaliere d´Arpino. Entre 1797 y 1815 estuvo en Francia como integrante del botín napoleónico para ser restaurada a su lugar actual. La tabla central del retablo corresponde al Descendimiento de Cristo, coronándose con una imagen del Padre Eterno y ángeles -copia del original realizada en el siglo XVI- mientras en la predela se colocaron tres tablillas en grisalla que representan las Virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Tras la muerte en el Calvario, las santas mujeres y los varones fueron a depositar el cuerpo de Cristo en el sepulcro. Este momento permite a Rafael realizar una composición que poco a poco se aleja del estatismo mágico de sus primeros cuadros. Rafael comienza a acercarse a la pintura del Cinquecento, más dinámica y apasionada, como la de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. La composición está basada en una estructura centrífuga a partir del cuerpo de Cristo. Los personajes parecen tirar de él y salir alejados hacia los extremos del cuadro, rodeando a Cristo pero dejando a su alrededor, al mismo tiempo, un espacio vacío que le hace destacar. Los rostros están agitados y reflejan la tristeza, la preocupación, en lo que se llamó el "pathos", la expresión del dolor en el rostro y en la actitud del cuerpo. La escena es mucho más agitada y los colores más sombríos. Rafael nunca abandonó el clasicismo pero en cuadros como éste y los del final de su vida, como las Estancias del Vaticano, se aproxima a posturas que anuncian el Manierismo.

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