Dama con dos caballeros

Datos principales


Autor

Jan,Johannes Vermeer

Fecha

1659-60 h.

Estilo

Barroco Centroeuropeo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

78 x 67,5 cm.

Museo

Herzog Anton Ulrich Museum

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Aunque en un primer momento las escenas de Vermeer parecen exentas de contenido moral, algunos especialistas piensan que el maestro de Delft dotaba a sus cuadros de un evidente contenido moralizante, siempre entendido por sus contemporáneos gracias a las claves que distribuía por toda la composición. Como es habitual en la producción de Vermeer, la escena que contemplamos se desarrolla en un interior, ubicando a sus figuras en planos paralelos al espectador. En primer lugar se muestra una joven elegantemente vestida con un traje de satén rojo carmesí, con mangas doradas y cuello y puños blancos. Dirige su mirada al espectador con divertido gesto y sostiene en su mano una copa que le brinda un hombre que se inclina hacia ella y le dice algo. Al fondo, tras una mesa cubierta con un mantel azul y un intenso paño de color blanco, observamos a un hombre que apoya su cabeza en la mano derecha. La pared blanca del fondo, las baldosas bicromas y una ventana abierta en la que observamos una espléndida vidriera son los elementos que completan la composición. Hasta aquí todo normal en una escena de género habitual en la pintura holandesa del Barroco; pero si buscamos las claves nos encontramos con una referencia a la seducción mediante la bebida y al adulterio. En la pared del fondo encontramos un retrato de un hombre que podría tratarse del esposo de la dama, cuya mirada parece dirigirse hacia la esposa. En la vidriera hallamos una representación de la Templanza, una de las virtudes cardinales, ya que presenta sus habituales atributos: la escuadra que simboliza el obrar recto y la brida que expresa la represión de los afectos.

Estos dos elementos deberían ser los frenos que sujeten el instinto de la dama. La mujer dirige su mirada al espectador, como buscando en nosotros el refugio para eludir la relación adúltera que parecen proponerle. La luz vuelve a convertirse en protagonista de la composición, bañando toda la estancia y resaltando el brillo de las tonalidades, especialmente los rojos, los amarillos, los azules y el blanco. La sensación atmosférica creada enlaza con la escuela veneciana liderada por Tiziano y muy admirada por Rembrandt, aunque el estilo de Vermeer sea más detallista como podemos observar en las telas, la vidriera o la bandeja sobre la mesa.

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