Conversión de San Pablo

Datos principales


Autor

Michelangelo Buonarroti

Fecha

1542-45

Escuela

Cinquecento

Estilo

Renacimiento Italiano

Material

Fresco

Museo

Capilla Paolina (Roma)

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La situación de esta pintura, pareja de la Crucifixión de San Pedro, es sumamente inverosímil y se ha tratado en el comentario al citado fresco de San Pedro. En esta ocasión nos referiremos a las características estéticas del fresco, igualmente aplicables a su pareja. Las limitaciones del espacio debieron justificar en parte la aglomeración de personajes y la confusión general que reina en la composición. Pero también debemos pensar que se trata de algo deliberado por parte del autor, que está narrando un episodio traumático de la vida de San Pablo, cuando perseguía a los cristianos y el rayo de Dios le cegó hasta que se convirtió a la fe. El séquito de San Pablo, formado por soldados y criados, está en medio de un impresionante revuelo. La mano de Cristo señala a Pablo, caído en el suelo y cegado por la luz divina. Todos los personajes, soldados y caballos, se alejan del centro como sacudidos por una explosión y Pablo queda solo y desvalido en el centro, ayudado por uno de sus hombres. El resto trata de protegerse los ojos con manos y escudos, mirando con desconcierto al cielo. Muchas figuras están de espaldas, una pose predilecta en Miguel Ángel que de esta manera realizaba minuciosos estudios anatómicos de formas atléticas y musculosas. El caballo en escorzo, del que vemos los cuartos traseros, está inspirado directamente en los caballos de las Batallas de Paolo Ucello, que sirvieron de modelo para casi todos los pintores del Renacimiento, incluidos Leonardo da Vinci o Alberto Durero. El cielo, con Cristo bajando con un poderoso impulso entre sus ángeles y corte divina, retoma la idea del Juicio Final, con una estructura en remolino ascendente por un lado, y descendente por el otro. Se trata, en fin, de una obra de la vejez de Miguel Ángel, terrible, imponente, incomprensible y llena de la sofisticación de un manierismo que ya puede considerarse pleno.

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