Catedral de Toledo. Sillería de Coro

Datos principales


Autor

Felipe Vigarny

Fecha

1539-43

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El contrato con Bigarny y Covarrubias para realizar la sillería alta del coro de la catedral de Toledo lo firma Berruguete en 1539, sin la colaboración de Siloe y la poca conocida del famoso rejero burgalés Cristóbal de Andino, que se ocupa de las cupulillas de alabastro. En la tasación de 1542 intervinieron Jerónimo Quijano, Juan de Juni y Pedro Machuca, nombres que completan la elite artística relacionada con la obra y testimonio de ese peregrinar e interrelación de los artistas del siglo XVI que dio su fruto en el nacimiento de múltiples centros artísticos. La labor de las sillas de nogal rematadas con tableros de alabastro se repartió entre Bigarny y Berruguete, quedando a cargo de Covarrubias su ordenación arquitectónica. La parte de la derecha, antigua de la Epístola, fue de la responsabilidad de Berruguete, que inicia la serie de sus personajes con las figuras de nuestros primeros padres, en las que la belleza de Eva tiene ecos leonardescos. De talla perfecta, como si en estas últimas obras de su vida quisiera mejorar las imperfecciones que en casos le achacaron, la inventiva del artista ha plasmado de forma magistral escenas como por ejemplo la de Moisés y la zarza ardiendo, que analiza su sentido con el prosaico motivo de calzarse: todas ellas magistrales, de composiciones trabajadas, bellos mantos que acentúan el movimiento apasionado de las figuras en posiciones inestables o en actitudes de contraposto que nos hablan de su genial maniera con recuerdos del Laocoonte, de un Miguel Angel menos corpóreo, de Leonardo o de sus contemporáneos.

Las figuras de alabastro que representan los antecedentes bíblicos de Jesús mantienen el tono heroico de las figuras en nogal, pero posiblemente contó con ayudantes para la dura labra del material, en años avanzados de su vida. La obra se completa con la magnífica silla arzobispal que no pudo realizar Bigarny por su muerte, y con la ayuda del hijo de éste, Gregorio Bigarny o Pardo. Sobre la silla arzobispal, con bellos relieves dinámicos como el del Juicio Universal, representa la Transfiguración, de talla exenta en mármol, culminación de su arte en la sabia composición y el fuego que anima a sus figuras. En el zócalo, extraordinarios relieves de temas profanos con historias de caballeros y tritones de nervioso y vibrante modelado. Entre los ayudantes de la obra destacan Francisco Giralte, Isidro Villoldo y Pedro de Frías.

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