Catedral de Toledo. Retablo de San Ildefonso

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Esta obra es representativa de la trayectoria formativa de Álvarez de la Peña, el cual se inclina por el sereno equilibrio y la perfección de las formas y por una técnica apurada y exigente. En el elogio que la Academia de San Fernando le dedica a su muerte se dice: "reconocerán al ver este moderno en su taller, que desde luego tomó el mismo camino que aquellos antiguos tomaron, y que insistió en las mismas pisadas que ellos dejaron...". El retablo viene a ser un exponente del trazado retablístico clásico, así como el análisis del espacio en su perspectiva y el gesto sereno al que no altera ni siquiera la oblicuidad en la que se integran los personajes. Labrado en mármol de Génova, jaspes de colores diversos y bronce dorado, su tratamiento estético es respuesta a las indicaciones de Floridablanca, quien en 1777 recomendaba a los obispos españoles el olvido o rechazo de la madera dorada en obras de este género.

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