Cancel de Mérida

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La iglesia visigoda reglamentó la liturgia, haciéndola más compleja: el ritual llegó a ser de difícil acceso para todos los fieles, de forma que el clero adquirió un papel fundamental en su desarrollo. En las iglesias católicas visigodas, como en las de ahora, el ábside era el lugar sagrado en el que estaba el altar eucarístico. Este se componía de un pie monolítico, en cuya parte superior había un hueco para depositar las reliquias del santo o mártir titular de la iglesia, y de un tablero de piedra. Encima del altar se colgaban las cruces, incensarios y demás objetos litúrgicos y votivos, y sobre él se colocaban los jarritos y patenas necesarios para la celebración de la Eucaristía. En el momento de la consagración eucarística, el oficiante se aislaba en el ábside, cerrado por unos canceles y unas cortinas que permitían ocultar la ceremonia a los fieles, preservando su misterio. Los canceles estaban decorados como motivos religioso simbólicos como crismones con gemas bajo arquerías, como en este cancel que observamos, procedente de Mérida y conservado en el Museo Arqueológico Nacional.

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