Calvario

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Fruto de la estrecha relación entre el duque de Osuna y Ribera es esta obra que contemplamos, aunque se especula que no fue encargada por don Pedro sino por sus herederos tras su fallecimiento, como homenaje póstumo. Si esto es así, se fecharía en torno a 1626. También se baraja la fecha de 1618 basándose en la negativa de Ribera a trabajar para el Gran Duque de Toscana ya que estaba enfrascado en un Crucifijo para la Virreina que podría ser éste. Se trata de una composición monumental en la que destaca el claroscuro existente en el trabajo, que hace casi invisible la figura de pie que con las manos juntas se sitúa en la derecha. Esta influencia de Caravaggio se equilibra con los ecos clasicistas existentes en la escena, especialmente en el rostro de Cristo tomado de Guido Reni mientras que el cuerpo del Crucificado está directamente inspirado en Miguel Angel, aunque Ribera haya dotado de un mayor realismo a la figura. El tratamiento de la escena está cargado de patetismo, destacando los gestos de tristeza de san Juan, la Virgen y la Magdalena. Precisamente los vestidos de esta figura son de gran calidad, sintonizando con el estilo de Cavarozzi. La composición se organiza a través de un triángulo invertido y diversas diagonales que aportan ritmo y dramatismo al conjunto, convirtiéndose en el trabajo más avanzado de los realizados por el artista valenciano para el Virrey. Como sus compañeros San Sebastián, San Jerónimo, y San Pedro penitente, el lienzo fue donado por doña Catalina Enríquez de Ribera a la Colegiata de Osuna en 1627.

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