Cabeza de muchacho

La importancia del retrato etrusco

Los grandes bronces

A pesar de todos los combates y violencias, Etruria vive en el siglo IV a. C. un momento de recuperación; en los ocho lustros de paz de la segunda mitad, un verdadero renacimiento. Fruto sobresaliente de esta actividad son tres grandes bronces de calidad indiscutida: la tapadera de urna con un difunto reclinado, el Marte de Todi y la Quimera de Arezzo.

Más información

y su influencia determinante en la evolución del romano

Orígenes del retrato

Los siglos V y IV no fueron propicios, ni en Grecia ni en Italia, para el retrato personal. Cuando los romanos conquistan Tarento en el 272, sus artistas tienen ya ocasión de examinar de cerca retratos del tipo del de Aristóteles de Lisipo, el Demóstenes de Polyeuktes y otros que inauguran el retrato helenístico. La respuesta romana no se hace esperar: el llamado Bruto.

Más información

queda manifiesto en ejemplos como este o el llamado Bruto

Retrato denominado Bruto

Cabeza de bronce de una estatua romana, sobre busto renacentista de 60 cm de altura. El iris y la pupila de los ojos, de pasta vítrea incrustada en córnea de marfil. Obra de la primera mitad del siglo III a. C. Se conserva en el Palacio de los Conservadores, Roma.

Más información

, ambos realizados por las mismas fechas. La conquista de Tarento por los romanos en el 272 a. C. permitió que los artistas itálicos conociesen los más célebres y elaborados retratos griegos, lo que influyó de forma determinante en sus obras. Sin embargo, y como muestra la representación de este muchacho, no se trata tan sólo de una mera copia de obras griegas, sino que se le conceden una identidad propia, que hará del retrato etrusco uno de las más importantes manifestaciones artísticas.