Banquete de Herodes

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En 1435 Masolino es elegido por el cardenal Branda Castiglione para decorar al fresco las paredes de la colegiata y el baptisterio de Castiglione Olona; años atrás ya había realizado para el mismo cliente la decoración de una capilla en la iglesia de san Clemente en Roma por lo que la relación entre el cardenal y el pintor debía ser muy fluida. En esta escena del Banquete de Herodes está Masolino dentro del estilo quattrocentista aunque aún mantiene elementos tardogóticos como la atracción hacia lo narrativo que le lleva a plasmar tres escenas diferentes en el mismo conjunto. La muerte de san Juan Bautista se narra en el Evangelio según san Mateo (14; 1-12): Herodes el Tetrarca, conocedor de la fama de Jesús y de sus discípulos, decidió encarcelar a san Juan por culpa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo "pues Juan le decía: 'No te es permitido tenerla'. Quiso matarlo pero temió al pueblo que lo tenía por profeta". Durante el cumpleaños de Herodes bailó en su presencia Salomé, la hija de Herodias, gustando tanto al Tetrarca que prometió darle cuanto pidiese. La joven, instigada por la madre, solicitó la cabeza del Bautista. El santo fue sacado de la cárcel y decapitado, entregándose a Salomé su cabeza, que llevó a su madre. Los discípulos de Juan fueron al palacio, tomaron el cadáver y lo sepultaron, diciéndoselo después a Jesús. Masolino presenta la primera parte de la historia en la zona de la izquierda, la entrega de la cabeza en la derecha y la sepultura del cadáver en el fondo. La preocupación por la perspectiva del maestro queda claramente de manifiesto al disponer las escenas en la galería o en la estancia de un palacio renacentista, que recuerda la arquitectura de Brunelleschi. Al fondo, unas montañas cierran la composición, en sintonía con Masaccio. Una luz delicada y cálida inunda el conjunto, resaltando los colores y la monumentalidad de las figuras, sabiamente integradas en el espacio a excepción de la escena final, que parece flotar.

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