Alegoría de la Liga Santa

Datos principales


Autor

Domenikos Theotokopoulos

Fecha

1577-80

Estilo

Manierismo

Material

Oleo sobre tabla

Dimensiones

58 x 35 cm.

Museo

National Gallery de Londres

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La relación entre Felipe II y El Greco parece iniciarse con este enigmático cuadro, pintado quizá como anticipo del Martirio de San Mauricio y la Legión Tebana para El Escorial. Podemos pensar que la escena - de la que aquí vemos el boceto preparatorio, muy acabado - fuese realizada al llegar Doménikos a Madrid en 1577 para darse a conocer al monarca, o bien que sería ejecutada en 1579, con motivo de una visita real a Toledo. Al enigma de la fecha debemos añadir las diferentes versiones que se han dado del tema, reflejado en sus numerosos títulos. Primero fue interpretado como una Adoración del Nombre de Jesús denominándose la Gloria de El Greco; después se pensó que reflejaba un Juicio Final o incluso un Sueño de Felipe II, títulos con los que también se conoce la obra. Sin embargo, la denominación actual parece la más correcta, una vez que se identifican los personajes protagonistas de la escena. Las figuras que contemplamos en primer plano son Felipe II, el dux de Venecia Alvise Mocenigo - de espaldas con el manto amarillo - y el papa Pío V junto a dos de sus cardenales. Los tres personajes firmaron una alianza en el Nombre de Cristo contra el Imperio turco, que provocó la victoria en la Batalla de Lepanto en 1571, por lo que también aparece Don Juan de Austria, junto al papa, idealizado como un general romano. En la parte superior del lienzo encontramos escrito en letras capitales el Nombre de Jesús - esquematizado IHS, en latín Jesucristo Hombre Salvador - rodeado de ángeles que forman un círculo.

La zona inferior se completa con la boca del Leviatán o el Infierno, que quizá represente el paganismo de los turcos. Las dos zonas apenas se relacionan entre sí, otorgando mayor enigma a la escena. Los retratos de primer plano están perfectamente captados y demuestran la habilidad de Doménikos en esta temática. El modelado de estas figuras se realiza a través de luz y color, sin apenas emplear dibujo. Las figuras del fondo están realizadas con una pincelada suelta, por medio de manchas, destacando el color rojo de la que eleva los brazos. El colorido es el característico del cretense, recurriendo a los carmines, amarillos, azules y blancos, tonalidades inspiradas en la Escuela veneciana y en el Manierismo. Con esta obra se pone totalmente de manifiesto la originalidad de El Greco, existiendo un trabajo similar en el monasterio escurialense.

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