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Datos principales


Desarrollo


Históricamente hablando, habría que distinguir algunas situaciones. Las mujeres mexicanas que fueron "trasladadas de país" sin moverse de sus casas por el tratado de Guadalupe-Hidalgo continuaron con la vida que llevaban anteriormente: las decisiones políticas entre el gobierno de Washington DC y México DF no alteraron sus ocupaciones, centradas en las tareas domésticas, de educación de los hijos, y aquellas otras vinculadas a la economía familiar en el rancho o la pequeña hacienda agropecuaria. Es el caso Patricia Garza de León, ranchera y fundadora en el siglo XVIII; Apolinaria Lorenzana benefactora, maestra y evangelizadora en el sudoeste decimonónico; la centenaria ranchera Eulalia Pérez de Guillén Mariné; doña Concha Ortiz y Pino de Kleven , ranchera, política y matriarca; las ganaderas M? del Carmen Calvillo (XVIII-XIX) y Josefina Carrillo de Fitch (XIX). No faltaron entre estas mujeres algunas situaciones fronterizas desde el punto de vista cultural, como la historia de Bartolomea Comicrabit, o las increíbles andanzas de Loreta Janeta Velázquez quien o tuvo una imaginación portentosa en su autobiografía o se saltó todas las convenciones establecidas. También hubo mujeres de mentalidad especialmente adelantada a su tiempo como Epifanía Guadalupe Vallejo, avanzada en la técnica de la fotografía; Fabiola Cabeza de Baca en el campo de la nutrición, y Alicia Guadalupe Elizondo de Lozano desde la filantropía a la lucha por los derechos civiles. A ello se unían labores artesanas para el vestido, la ropa de casa, o los adornos, a través de las cuales las mujeres hispanas llevaron a cabo algo más que una serie de trabajos materiales: la transmisión de una cultura que había dejado de ser dominante pero seguía siendo la propia y se expresó a través de las tradiciones, los motivos, las técnicas -los trabajos actuales de Gloria López Córdova, talladora artesana tradicional, y Marie Romero Cash, reconocida artista santera entroncan con esta tradición-, los colores, la vestimenta, la gastronomía y desde luego las costumbres.

A partir de algunos valores relacionados con estas -educación, familia, hospitalidad, fiesta y artesanías- despegaron algunas incipientes tareas que se profesionalizaron como "trabajo fuera de casa": tejedoras como Doña Águeda Salazar de Martínez; cocineras y panaderas como Encarnación Pinedo o Adelila Torres; pequeñas empresarias de la hostelería o el comercio - María de Sada, emprendedora dueña de una cafetería, y un hotel, acabo creando un pequeño emporio de la hostelería o María Gertrudis Barceló, la Tules, empresaria, prestamista e incluso espía; artistas como la música Ventura Alonzo, parteras y sanadoras - Teresa Urrea, Carmen Briones de Miranda y Juana Josefina Cavasos de Barnard en el XIX- comenzaron por ofrecer sus servicios en las comunidades hispanas, para irse adentrado poco a poco en el complejo y difícil mundo anglo, mientras preservaban sus tradiciones a través de la enseñanza, el folklore, la oralidad y la literatura: Jovita González de Mireles; Josefina Escajeda ; Fermina Guerrero, Cleofas Martínez de Jaramillo; Manuela García de Ontiveros, Olga Ballesteros de Olivares o Angelina Moreno han seguido esta transmisión de identidad hasta hoy. En otros lugares a los que fueron llegando a los largo del siglo XIX y comienzos del XX por necesidad de trabajo, generalmente de sus maridos, -destinos históricos como Chicago, Detroit, etc.- relacionados con polos industriales y en general con el despegue y la especialización económica que culminará con el bienestar increíble de los años 20, trabajaron como obreras fabriles en condiciones bien alejadas de la justicia social y difícilmente superaron la barrera idiomática en defensa de sus derechos.

Igualmente en esos primeros años las mujeres hispanas participan activamente en la articulación del sindicalismo. Fueron los años de los Radicalismos en América Latina, muy especialmente en Argentina, Uruguay y México. Es muy significativo que la Revolución Mexicana se preparó también en el sudoeste de Estados Unidos. No obstante, surge un movimiento de defensa de los derechos civiles que décadas después, en los años 60, entroncará con la lucha de los afroamericanos, pacifistas y hippies en el que las mujeres han tenido un papel esencia, si bien el "Brown Power" empleó estrategias no violentas, diferentes a las del "Black Power" (Panteras Negras, etc.) Otro aspecto interesante fue el sufragismo: como es sabido el voto femenino se implantó en Estados Unidos por la XIX Enmienda a la Constitución en 1920. Algunos territorios del sudoeste vieron en el voto femenino la única posibilidad de reunir los 60.000 votantes para adquirir el status político de "Estado de la Unión" y anticiparon esa fecha: Wyoming fue el primero (1869-70); Utah (1890), Idaho (1890) y Colorado (1876) siguieron su estrategia. No obstante, una cosa es el número de votantes y otra cosa el número de mujeres hispanas "ciudadanas de los Estados Unidos" que quisieran y pudieran ejercer su derecho al voto. La incidencia de estas fue prácticamente nula. El concepto de "voto hispano o latino" es del final del siglo XX. Si la Gran Guerra facilitó la inserción laboral de las mujeres anglo sin beneficiar especialmente a las hispanas en este sentido, la Gran Depresión si tuvo consecuencias dramáticas: miles de familias hispanas fueron obligadas a cruzar la frontera y "volver" a México; un importante éxodo interior llevó a los propios anglos vinculados al mundo agropecuario a emigrar desde las llamadas "cuencas de polvo" -Oklahoma fue el caso más emblemático- a estados del Oeste que habían sufrido las consecuencias en menor medida, por ejemplo California, compitiendo así en el mercado laboral donde los hispanos tenían las de perder.

Tras la II Guerra Mundial -en la que mujeres hispanas combatieron, curaron, pilotaron o arreglaron aviones, etc- el Programa Bracero trajo de nuevo miles de familias a los Estados Unidos. Desde el punto de vista laboral femenino, la mayoría de las hispanas tuvieron una doble jornada laboral: dentro y fuera de casa, especialmente en la agricultura, las fábricas y como empleadas domésticas; Plácida Elvira García Smith, trabajó en la cualificación profesional de las mujeres hispanas para el servicio doméstico y el sector hostelero. No obstante, la conciencia de lo hispano había cuajado y en medio de la prosperidad del mundo anglo, la consolidación de las clases medias, las ciudades residenciales, el "Baby Boom" y el "American way of life" se consolidan las iniciativas y las estrategias de defensa de los derechos civiles: por un lado la afirmación de la propia identidad que se busca a través del asociacionismo -LULAC, NALEO, Consejo de la Raza...- y el Sindicalismo -César Chávez, Dolores Huerta-; otra línea de actuación fue procurar el acceso a la educación, la comunicación y la cultura a través de la defensa y articulación del Bilingüismo, Fondos de Becas para Universitarios, Medios de Comunicación en Español y/o Bilingües. En este terreno destacaron mujeres como Amelia Margarita Maldonado, pioneras de la educación bilingüe en los Años Veinte, igual que Yolanda Almaraz de Esquivel, Socorro Gómez Potter y Sonia Nieto quienes prolongó esta línea de apertura del mundo hispano hacia el anglo a través de los dos idiomas en los 60-90.

Otro factor importante fueron los movimientos artísticos hispanos como expresión propia; Ester Hernández compatibiliza su dedicación al Arte con los Programas de integración, entendiendo la lucha por los derechos civiles como paralela al acceso a la educación y la igualdad de oportunidades. La tarea de maestras, pedagogas y educadoras ha sido ímproba: sor Isolina Ferré trabajando con pandillas de hispanos en New York; Socorro Bernasconi, trabajadora social con adolescentes; Emilia Guillermina Schunior de Ramírez, Diana Caballero, Louise Ulibarri Sánchez, y María Castro Blake promotora de los estudios universitarios. Gráfico Tras la adquisición del bilingüismo y los recursos educativos y de formación profesional para poder intentarlo, la carrera política esperaba a los hispanos -y desde luego a las mujeres- entendida ya no sólo como una forma eficaz de gestión pública o de defensa de sus derechos sino como la posibilidad de hacer aportaciones al mundo anglo desde los valores hispanos. Trabajosamente, hombres y mujeres han ido introduciéndose en los distintos niveles de la vida política nacional. Mary Rose Garrido Wilcox, Gloria Molina, Amalia Victoria Betanzos, Anita N. Martínez, que también es bailarina y Directora de Grupos de Danza, han trabajado en las municipalidades. Algunas como Polly Baca Barragán, Martha Escutia, Irma Rangel , Gloria Molina , Janet Murguía , Soledad Chávez de Chacón, Gracia Davis y Olga Méndez -primera puertorriqueña elegida para una Asamblea Estatal, la de New York, en los Estados Unidos- han llegado a las Asambleas y Senados Estatales.

Por último, el Congreso de los Estados Unidos: Linda Sánchez, Loretta Sánchez, Hilda Solís, y Lucille Roybal-Allard por California, Nydia Velázquez por New York, Grace Napolitano por Texas, e Ileana Ros-Lehtinen por Florida han sido las primeras en lograrlo. Tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2008, el escaño de Solís está vacante desde febrero, las demás continúan en la Cámara de Representantes. No hay mujeres hispanas en el Senado, pero si dos Senadores: Mel Martínez por Florida y Ken Salazar por Colorado. La presencia de hispanas ha llegado a los altos niveles de la Administración Pública y/o hasta el entorno político de la Casa Blanca y los equipos presidenciales: algunos casos son Patricia Madrid, Fiscal General de Nuevo México; Esperanza Hope Mendoza de Schachter colaboró en la administración del Presidente Johnson, igual que Graciela Olivares Gil y Ruth "Rea" Mojica-Hammer en la Administración Carter; Romana Acosta Bañuelos fue Tesorera de los Estados Unidos; Linda Chávez y Janet Murguía han trabajado como asesoras en la Casa Blanca y Regina Montoya fue Asistente de Bill Clinton desde 1993. A través de estos medios -educación, promoción profesional, y la defensa y gestión pública de sus intereses- los hispanos fueron integrándose en las clases medias. El desempeño de las profesiones liberales ya no puede considerarse excepcional. María Echeveste y Adelfa Botello de Calleja abogadas; Linda Lorena Pauwels Pfeiffer capitán de Airlines Helen Rodríguez Trías, médico; Josefina Silva de Cintrón directora de una Revista; Sherezada Vicioso, educadora y escritora dominicana, Irma Vidal Santaella, juez; Antonia Novello, médico; María Elena Zamora de O´Shea, historiadora; Martha Bernal psicóloga; Teresa Zubizarreta, publicista y empresaria; Antonia Pantoja, pedagoga; Aída Luz Maisonet Giachello, gestora sanitaria; Norma P.

Tovar, militar Carolina Herrera ,diseñadora, son algunos ejemplos de trayectorias brillantes. También llegaron al mundo del Arte, y al tejido empresarial, lograron poder adquisitivo y llegaron al liderazgo a nivel nacional en diversos campos. Estas situaciones todavía están lejos de reflejar la situación de la mayoría pero materializan la capacidad y la vitalidad de hombres y mujeres biculturales, que en dos o tres generaciones pasaron de la marginalidad al liderazgo, y sin duda apuntan a la integración general de los hispanos en las clases medias. Incluso algunas han destacado -dentro de este contexto de integración en las clases media y media-alta- en el deporte estadounidense: es el caso de las tenistas Beatriz "Gigi" Fernández, Mary Joe Fernández Godsick, y Rosemary Casals; o de la patinadora Jennifer Rodríguez. A partir de los años 60 las revoluciones latinoamericanas trajeron nuevas corrientes migratorias por disidencia política. Naturalmente, hubo diferencias esenciales respecto a los otros mundos hispanos en Estados Unidos descritos hasta ahora. Dentro de estos movimientos, el exilio cubano a partir de 1959 -Florida y New York fueron los destinos masivos- tuvo un perfil y unas características esenciales: el nivel medio-alto profesional y educativo, el poder adquisitivo -a pesar de las pérdidas e incautaciones por parte del régimen castrista- y en muchos casos las anteriores relaciones empresariales y económicas con los Estados Unidos facilitaron la inserción en la sociedad de los anglos, quienes perciben la distancia entre los cubanos y los "Chicanos" o los Puertorriqueños; el carácter anti-comunista de los exiliados fue un factor de simpatía por parte del pueblo americano.

De todos modos no han perdido su cohesión como grupo ni su identidad cultural, explicable en parte por haberse asentado masivamente en Estados de pasado hispano colonial. Mujeres como Camila Henríquez Ureña fueron revolucionarias; Beatriz Varela forma parte de las profesionales cubanas vinculadas por su trabajo y no por su posición ideológica a los Estados Unidos, otras como Ana Mendieta, artista de perfomance, llegaron a través de la Operación Peter Pan. Por último, María Elena Toraño Pantin sigue activa en la denuncia de la situación del Pueblo Cubano desde los Estados Unidos. A día de hoy, las mujeres latinas, en promedio, son más jóvenes que las anglosajonas; tienen más hijos, un nivel de participación laboral equiparable, pero menor educación -según la titulación máxima lograda- que otras mujeres en el país. Un análisis de cifras del Censo realizado por PEW Hispanic Center compara las características socioeconómicas y personales de las mujeres latinas con las mujeres que no lo son. Dentro de las hispanas, hay que considerar dos situaciones siempre diferentes: las mujeres latinas inmigrantes con las ya nacidas en Estados Unidos que, en muchos indicadores, "se parecen más a las otras mujeres que a las inmigrantes", según Susan Ninushkin de PEW Hispanic Center. La edad promedio de la mujer latina es de 41 años y la anglosajona de 47. En educación y en tasa de fertilidad, hay notables diferencias entre las hispanas inmigrantes y las nacidas aquí.

Un 52% de las mujeres latinas son inmigrantes y tienen un 30% más hijos que las nacidas en Estados Unidos. En educación, la diferencia es notable, y se nota en los tipos de trabajo que luego obtienen y el dinero que ganan. La mitad de las mujeres latinas inmigrantes no han terminado la secundaria y entre las mujeres latinas nativas sólo el 22% está en esta categoría. En cuanto a estudios universitarios, el 46% de las latinas nacidas aquí tiene algo de universidad, y apenas el 24% de las inmigrantes. Dentro de las latinas inmigrantes también hay importantes diferencias: las inmigrantes de Sudamérica tienen los niveles más altos de educación universitaria (50%). Las inmigrantes hispanas ocupan las dos terceras partes de los trabajadores de agricultura, manufactureros, servicios personales y del hogar, así como en las industrias de alimentos y hotelería. Todos son empleos no profesionales con retribuciones menores que otras ocupaciones. El origen de las inmigrantes es variado. Mayoritariamente, es mexicano; el 14% son de Centroamérica, siendo al menos la mitad de estas de El Salvador. Un 13% son caribeñas, principalmente de Cuba o República Dominicana. Un 12% de mujeres son sudamericanas y, de estas, la mitad son colombianas. El 36% de las mujeres latinas carecen de seguro médico o de salud, mientras en el mundo anglo esto solo le sucede al 13%. Entre las inmigrantes casi la mitad, el 47%, no tienen seguro. El diferente nivel socioeconómico se nota en las cifras y también marca la diferencia.

Entre las hispanas nacidas en Estados Unidos, un 55% pertenece a una clase media o alta de ingresos, mientras que la mayoría de las inmigrantes son de clase socioeconómica baja, el 61%.Las hispanas representan el 12% de la mano de obra femenina: el 37% de las que trabajan en limpieza y mantenimiento y el 23% de las que lo hacen en trabajos de producción. Para 2050 se calcula que el número de mujeres hispanas en los Estados Unidos llegará a 48.9 millones, un incremento de casi 340% desde 1990. Los expertos están de acuerdo que las mujeres hispanas tendrán un impacto grande en la economía, productos y servicios, desde los alimentos y la ropa, a los servicios electrónicos, la tecnología de punta y la moda. Joanna Buchhols - Torres señala que las hispanas "tienen intereses y gustos distintivos". La mentalidad de la mujer hispana está mucho más orientada a lo social, la comunidad y la familia: esto explica algunas de sus tendencias adquisitivas: la ropa, una casa cómoda y bien atendida, generalmente de estilo tradicional -entendido este desde su cultura de origen- y concebida como lugar de fiesta y reunión para ellas son prioritarias.

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