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Datos principales


Desarrollo


Cuando los españoles llegaron a América encontraron obviamente un mundo muy diferente al suyo y a cualquier otra forma de vida tal como se entendía en el Occidente Cristiano. La colonización española -a diferencia de otras- pretendía no sólo establecerse en los nuevos territorios incorporados a la Monarquía sino poblar para evangelizar, aculturar, y permanecer. Esto implicaba desde luego la explotación económica y también la superposición de estructuras administrativo-políticas que expresaran esa vinculación: los Pueblos Indígenas empezaban a formar parte -de acuerdo al uso jurídico todavía aceptado a finales del siglo XV por algunos, sobre todo si eran los beneficiarios de las concesiones papales sobre tierras de paganos- del conjunto de "Pueblos y Naciones" que formaban la Monarquía Patrimonial de los Reyes Católicos, donde -como un proyecto hegemónico y abierto que era- siempre cabrían nuevas incorporaciones de tierras y gentes. Aunque resulta chocante a día de hoy, nadie consideraba entonces vistas las cosas desde la perspectiva europea -el Padre Vitoria fue el primero en formularlo jurídicamente casi medio siglo después de la llegada de Colón- que ese proyecto vulneraba los derechos de los Pueblos Americanos, que como tales eran soberanos. El choque entre ambos mundos fue violento; al cabo, uno se superpuso al otro o mejor a los otros, puesto que la variedad cultural y étnica de América Indígena era muy grande. La permanencia de los españoles implicó la extensión de la cultura española como cultura dominante.

Pero ese proceso llevó su tiempo, por la lógica resistencia de los nativos americanos, y por las características de los primeros españoles que llegaron, conquistaron y se asentaron en un enorme continente con una dimensión en su naturaleza como nunca habían visto hasta entonces. Así surgió la frontera, estadio en que las estructuras indianas eran aún provisionales, imperaban la ley del más fuerte, la provisionalidad de las fórmulas castellanas ante circunstancias conocidas y la improvisación ante lo desconocido, la precariedad de los asentamientos y las situaciones atípicas. Gráfico Una vez que la dominación se consolidaba, el poblado se convertía en una ciudad, las instituciones castellanas permanecían, el sistema administrativo funcionaba y la explotación económica regularizaba sus ritmos y actividades -es decir, cuando la vida se normalizaba- aparece lo que los historiadores de América llamamos el Orden Legal. Por eso la frontera en la historia de América no tiene una cronología unitaria, ya que es más bien una situación, o un conjunto de circunstancias que incluso en algunos territorios -como el de los Araucanos en Chile o el de los Chichimecas en el norte de México- nunca desaparecieron ya que la dominación no fue posible. Alonso de Ercilla creó en La Araucana dos personajes que representan la forma de vida y las cualidades guerreras de las mujeres araucanas o mapuches: Guacolda y Fresia. Incluso dentro del orden legal siguió habiendo comportamientos individuales "fronterizos", como los casos de Catalina de Erauso, la famosa monja alférez, Antonia María de Soto, alistada como hombre en la Armada en el siglo XVIII; Rafaela Herrera, que defendió Cartagena de Indias de los filibusteros ingleses; o la cruel Catalina de los Ríos Lisperguer, "La Quintrala". Porque en la frontera, a pesar de las características "varoniles" de este estadio -guerra, violencia, dominación, supervivencia, o ley del más fuerte- siempre hubo mujeres, indias, españolas y mestizas.

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