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La primera descripción escrita de los indígenas de América conocida en el Viejo Mundo y en la que se mencionan las mujeres es la de Cristóbal Colón en el Diario de a bordo de su primer viaje: "Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más que una harto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años, muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos caso como sedas de cola de caballo y cortos. Los cabellos caen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. De ellos se pintan de prieto y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y dellos de colorado, y de ellos de lo que hallan; y se pintan las caras y dellos todo el cuerpo, y de ellos solo los ojos y de ellos solo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban por ignorancia. No tienen algún hierro; sus azagayas son unas varas sin hierro y algunas de ellos tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos". Gráfico Fray Ramón Pané fue uno de los frailes que pasaron en el segundo viaje colombino de 1493; convivió con los taínos de Santo Domingo y dejó un manuscrito que recogía su trabajo de campo y nos proporcionó más noticias sobre las mujeres antillanas.

Aunque el original se perdió, conocemos buena parte de su desarrollo a través de la Historia del Almirante de Hernando Colón. Este es el primer estudio antropológico hecho en América. Otros de los que fueron en ese viaje, el doctor Diego Álvarez Chanca, físico de la Reina Isabel, escribió una carta con información etnográfica. Así mismo Gonzalo Fernández de Oviedo, en su Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano dejó un interesante testimonio, como la mayoría de los cronistas que se ocuparon de describir para sus lectores del Viejo Mundo como era el Nuevo en su gente. Fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias habla de una importante cacica Taína de Marién y Jaragua, Anacaona, así como de su hija mestiza, Higüeymota, y la hija de ésta, Mencía de Guevara. Probablemente fueron los primeros nombres propios de mujeres americanas conocidos por los españoles de entonces.

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