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Fuera del ámbito cercano al Inca, encontramos a otras mujeres detentadoras de poder. Un caso especial de mujeres que ejercieron jefatura política es el de las llamadas por los españoles capullanas, en las regiones de la costa norte. Recibieron este nombre al parecer por vestir un traje similar al llamado capuz, prenda utilizada en España. Mencionan a las capullanas varios cronistas, entre los que cabe destacar por lo temprano de su testimonio Pedro Cieza de León. Otro de estos cronistas, Reginaldo de Lizárraga, cuenta que "Estas capullanas, que eran las señoras en su infidelidad, se casaban como querían, porque en no contentándoles el marido, le desechaban y casábanse con otro". También las Casas insite en la idea de que en las tierras de los yungas no heredaban varones sino mujeres, que eran estas capullanas. Gráfico Parece que estas jefaturas o señoríos femeninos permanecían asentados en las regiones de la costa norte cuando llegaron allí los primeros españoles. Precisamente Cieza de león cuenta cómo en una de las expediciones primeras de Pizarro, uno de sus hombres, Pedro Halcón, se enamoró perdidamente de una de estas cacicas, hasta el punto de casi perder el juicio y pretender romper con Pizarro. No existen evidencias de instituciones similares en otros territorios del Tahuantinsuyu. Es posible que la expansión incaica acabara con otras tradiciones de matriarcado anteriores, y quizá en el norte aún pervivieran por haber sido la conquista inca tardía. Lo cierto es que durante el virreinato pervivieron estas formas de poder femeninas, tal y como consta en la documentación administrativa.

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