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Desarrollo


Para conocer la realidad andina anterior a la llegada de los españoles nos encontramos con un serio problema de fuentes. Ninguno de los pueblos que habitaban en este espacio había desarrollado un sistema de escritura. Aquí no contamos con la inestimable fuente que son los códices mesoamericanos, ni con las múltiples inscripciones jeroglíficas que adornan tantos sitios arqueológicos de México y Yucatán. Aquí callan las piedras, y solo nos encontramos referencias escritas a partir de la llegada de los españoles. Afortunadamente para nosotros, la insaciable curiosidad de soldados y misioneros nos han dejado miles de páginas escritas acerca del pasado andino. Pero estas fuentes, siendo muy ricas, adolecen de muchas carencias. No es la menor la incapacidad de aquellos hombres procedentes de la civilización occidental para aceptar y comprender unas categorías muy alejadas de los valores europeos. Así, el empleo del término concubinas para referirse a esposas secundarias, las "ovejas de la tierra" para denominar a los auquénidos... son solo algunos ejemplos de dicha dificultad para comprender en profundidad la realidad que contemplaban. Los templos son mezquitas, los gobernantes son reyes o emperadores de un sistema monárquico, único conocido por aquellos que se desplazaban a América. Y es precisamente esos parámetros con los que juzgan la realidad que describen los que en ocasiones les impiden comprender el auténtico sentido de la organización social y económica, que en gran medida se basaba en ese sentido de dualidad de que hablamos.

Gráfico En cualquier caso, las fuentes españolas nos acercan a la realidad que en el siglo XVI se había hecho presente en un amplio proceso integrador: el mundo de los Incas. Este pueblo, desde su establecimiento en el Cuzco, había iniciado un ambicioso proceso de conquista desde mediado el siglo XV, que les había llegado a controlar desde el río Maula, en el sur, hasta la región de Quito, al norte. Y desde el Pacífico, la amplia región se podía dividir en tres zonas geográficas que abarcaban tierras de la costa, la sierra y la selva. Como complemento a las fuentes escritas necesitamos de la ciencia arqueológica, y del material administrativo elaborado en tiempos del virreinato, que aún permite conocer formas de vida de las comunidades indígenas que, sin duda, eran muy similares a las que se desarrollaron en los tiempos prehispánicos.

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